Scrutatio

Venerdi, 29 marzo 2024 - Santi Simplicio e Costantino ( Letture di oggi)

Salmos 102


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1Oración del afligido que, en su angustia, derrama su llanto
ante Yahveh.
2Yahveh, escucha mi oración,
llegue hasta ti mi grito;
3ne ocultes lejos de mí tu rostro
el día de mi angustia;
tiende hacia mí tu oído,
¡el día en que te invoco, presto, respóndeme!
4Pues mis días en humo se disipan,
mis huesos arden lo mismo que un brasero;
5trillado como el heno, mi corazón se seca,
y me olvido de comer mi pan;
6ante la voz de mis sollozos,
mi piel a mis huesos se ha pegado.
7Me parezco al búho del yermo,
igual que la lechuza de las ruinas;
8insomne estoy y gimo
cual solitario pájaro en tejado;
9me insultan todo el día mis enemigos,
los que me alababan maldicen por mi nombre.
10El pan que como es la ceniza,
mi bebida mezclo con mis lágrimas,
11ante tu cólera y tu enojo,
pues tú me alzaste y después me has tirado:
12mis días son como la sombra que declina,
y yo me seco como el heno.
13Mas tú, Yahveh, permaneces para siempre,
y tu memoria de edad en edad.
14Tú te alzarás, compadecido de Sión,
pues es ya tiempo de apiadarte de ella,
ha llegado la hora;
15que están tus siervos encariñados de sus piedras
y se compadecen de sus ruinas.
16Y temerán las naciones el nombre de Yahveh,
y todos los reyes de la tierra tu gloria;
17cuando Yahveh reconstruya a Sión,
y aparezca en su gloria,
18volverá su rostro a la oración del despojado,
su oración no despreciará.
19Se escribirá esto para la edad futura,
y en pueblo renovado alabará a Yahveh:
20que se ha inclinado Yahveh desde su altura santa,
desde los cielos ha mirado a la tierra,
21para oír el suspiro del cautivo,
para librar a los hijos de la muerte.
22Para pregonar en Sión el nombre de Yahveh,
y su alabanza en Jerusalén,
23cuando a una se congreguen los pueblos,
y los reinos para servir a Yahveh.
24El ha enervado mi fuerza en el camino,
ha abreviado mis días.
25Digo: ¡Dios mío, en la mitad de mis días no me lleves!
¡De edad en edad duran tus años!
26Desde antiguo, fundaste tú la tierra,
y los cielos son la obra de tus manos;
27ellos perecen, mas tú quedas,
todos ellos como la ropa se desgastan,
como un vestido los mudas tú, y se mudan.
28Pero tú siempre el mismo, no tienen fin tus años.
29Los hijos de tus siervos tendrán una morada,
y su estirpe ante ti subsistirá.