Scrutatio

Venerdi, 19 aprile 2024 - San Leone IX Papa ( Letture di oggi)

Marcos 1


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1Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.2Conforme está escrito en Isaías el profeta: Mira, envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino.3Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas,4apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados.5Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.6Juan llevaba un vestido de pie de camello; y se alimentaba de langostas y miel silvestre.7Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias.8Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».9Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán.10En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él.11Y se oyó una voz que venía de los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco».12A continuación, el Espíritu le empuja al desierto,13y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba entre los animales del campo y los ángeles le servían.14Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios:15«El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva».16Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores.17Jesús les dijo: «Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres».18Al instante, dejando las redes, le siguieron.19Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes;20y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él.21Llegan a Cafarnaúm. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar.22Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.23Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar:24«¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios».25Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él».26Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él.27Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen».28Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.29Cuando salió de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.30La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella.31Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles.32Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados;33la ciudad entera estaba agolpada a la puerta.34Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían.35De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración.36Simón y sus compañeros fueron en su busca;37al encontrarle, le dicen: «Todos te buscan».38El les dice: «Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique; pues para eso he salido».39Y recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.40Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme».41Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio».42Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio.43Le despidió al instante prohibiéndole severamente:44«Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio».45Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a él de todas partes.