Scrutatio

Venerdi, 29 marzo 2024 - Santi Simplicio e Costantino ( Letture di oggi)

Salmos 78


font

1Poema. De Asaf.
Escucha mi ley, pueblo mío,
tiende tu oído a las palabras de mi boca;
2voy a abrir mi boca en parábolas,
a evocar los misterios del pasado.
3Lo que hemos oído y que sabemos,
lo que nuestros padres nos contaron,
4no se lo callaremos a sus hijos,
a la futura generación lo contaremos:
Las alabanzas de Yahveh y su poder,
las maravillas que hizo;
5él estableció en Jacob un dictamen,
y puso una ley en Israel;
El había mandado a nuestros padres
que lo comunicaran a sus hijos,
6que la generación siguiente lo supiera,
los hijos que habían de nacer;
y que éstos se alzaran y se lo contaran a sus hijos,
7para que pusieran en Dios su confianza,
no olvidaran las hazañas de Dios,
y sus mandamientos observaran;
8para que no fueran, lo mismo que sus padres,
una generación rebelde y revoltosa,
generación de corazón voluble
y de espíritu desleal a Dios.
9Los hijos de Efraím, diestros arqueros,
retrocedieron el día del combate;
10no guardaban la alianza hecha con Dios,
rehusaban caminar según su ley;
11tenían olvidados sus portentos,
las maravillas que él les hizo ver:
12prodigios hizo a la vista de sus padres
en el país de Egipto, en los campos de Tanis.
13Hendió la mar y los pasó a través,
contuvo las aguas como un dique;
14de día los guiaba con la nube,
y cada noche con resplandor de fuego;
15en el desierto hendió las rocas,
los abrevó a raudales sin medida;
16hizo brotar arroyos de la peña
y descender las aguas como ríos.
17Pero ellos volvían a pecar contra él,
a rebelarse contra el Altísimo en la estepa;
18a Dios tentaron en su corazón
reclamando manjar para su hambre.
19Hablaron contra Dios;
dijeron: «¿Será Dios capaz
de aderezar una mesa en el desierto?
20«Ved que él hirió la roca,
y corrieron las aguas, fluyeron los torrentes:
¿podrá de igual modo darnos pan,
y procurar carne a su pueblo?»
21Entonces Yahveh lo oyó y se enfureció,
un fuego se encendió contra Jacob,
y la Cólera estalló contra Israel,
22porque en Dios no habían tenido fe
ni confiaban en su salvación.
23Y a las nubes mandó desde lo alto,
abrió las compuertas de los cielos;
24hizo llover sobre ellos maná para comer,
les dio el trigo de los cielos;
25pan de Fuertes comió el hombre,
les mandó provisión hasta la hartura.
26Hizo soplar en los cielos el solano,
el viento del sur con su poder atrajo,
27y llovió sobre ellos carne como polvo,
y aves como la arena de los mares;
28las dejó caer en medio de su campo,
en torno a sus moradas.
29Comieron hasta quedar bien hartos,
así satisfizo su avidez;
30mas aún no habían colmado su avidez,
su comida estaba aún en su boca,
31cuando la cólera de Dios estalló contra ellos:
hizo estragos entre los más fuertes,
y abatió a la flor de Israel.
32Mas con todo pecaron todavía,
en sus maravillas no tuvieron fe.
33El consumió sus días con un soplo,
y sus años con espanto.
34Cuando los mataba, le buscaban,
se convertían, se afanaban por él,
35y recordaban que Dios era su roca,
su redentor, el Dios Altísimo.
36Mas le halagaban con su boca,
y con su lengua le mentían;
37su corazón no era fiel para con él,
no tenían fe en su alianza.
38El, con todo, enternecido,
borraba las culpas y no exterminaba;
bien de veces su cólera contuvo
y no despertó todo su furor:
39se acordaba de que ellos eran carne,
un soplo que se va y no vuelve más.
40¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto,
le irritaron en aquellas soledades!
41Otra vez a tentar a Dios volvían,
a exasperar al Santo de Israel;
42no se acordaron de su mano,
del día en que les libró del adversario;
43cuando hizo en Egipto sus señales,
en el campo de Tanis sus prodigios.
44Trocó en sangre sus ríos
y sus arroyos para que no bebiesen.
45Tábanos les mandó que los comieron,
y ranas que los infestaron;
46entregó a la langosta sus cosechas,
el fruto de su afán al saltamontes;
47asoló con granizo sus viñedos,
y con la helada sus sicómoros;
48entregó sus ganados al pedrisco
y a los rayos sus rebaños.
49Lanzó contra ellos el fuego de su cólera,
indignación, enojo y destrucción,
tropel de mensajeros de desgracias;
50libre curso dio a su ira.
No preservó sus almas de la muerte,
a la peste sus vidas entregó;
51hirió en Egipto a todo primogénito,
las primicias de la raza en las tiendas de Cam.
52Y sacó a su pueblo como ovejas,
cual rebaño los guió por el desierto;
53los guió en seguro, sin temor,
mientras el mar cubrió a sus enemigos;
54los llevó a su término santo,
a este monte que su diestra conquistó;
55arrojó a las naciones ante ellos;
a cordel les asignó una heredad,
y estableció en sus tiendas las tribus de Israel.
56Pero ellos le tentaron, se rebelaron contra el Dios Altísimo,
se negaron a guardar sus dictámenes,
57se extraviaron, infieles, lo mismo que sus padres,
se torcieron igual que un arco indócil:
58le irritaron con sus altos,
con sus ídolos excitaron sus celos.
59Dios lo oyó y se enfureció,
desechó totalmente a Israel;
60abandonó la morada de Silo,
la tienda en que habitaba entre los hombres.
61Mandó su fuerza al cautiverio,
a manos del adversario su esplendor;
62entregó su pueblo a la espada,
contra su heredad se enfureció.
63El fuego devoró a sus jóvenes,
no hubo canto nupcial para sus vírgenes;
64sus sacerdotes cayeron a cuchillo,
sus viudas no entonaron lamentos.
65Entonces despertó el Señor como un durmiente,
como un bravo vencido por el vino;
66hirió a sus adversarios en la espalda,
les infligió un oprobio eterno.
67Desechó la tienda de José,
y no eligió a la tribu de Efraím;
68mas eligió a la tribu de Judá,
el monte Sión al cual amaba.
69Construyó como las alturas del cielo su santuario,
como la tierra que fundó por siempre.
70Y eligió a David su servidor,
le sacó de los apriscos del rebaño,
71le trajo de detrás de las ovejas,
para pastorear a su pueblo Jacob,
y a Israel, su heredad.
72El los pastoreaba con corazón perfecto,
y con mano diestra los guiaba.