Scrutatio

Venerdi, 26 aprile 2024 - San Marcellino ( Letture di oggi)

Eclesiástico/Ben Sirá 36


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1Ten piedad de nosotros, Dios, dueño de todas las cosas, mira
y siembra tu temor sobre todas las naciones.
2Alza tu mano contra las naciones extranjeras,
para que reconozcan tu señorío.
3Como ante ellas te has mostrado santo con nosotros,
así ante nosotros muéstrate grande con ellas.
4Que te reconozcan, como nosotros hemos reconocido
que no hay Dios fuera de ti, Señor.
5Renueva las señales, repite tus maravillas,
glorifica tu mano y tu brazo derecho.
6Despierta tu furor y derrama tu ira,
extermina al adversario, aniquila al enemigo.
7Acelera la hora, recuerda el juramento,
y que se publiquen tus grandezas.
8Que el fuego de la ira devore al que se escape,
y los que hacen daño a tu pueblo hallen la perdición.
9Aplasta la cabeza de los jefes enemigos,
que dicen: «Nadie más que nosotros».
10Congrega todas las tribus de Jacob,
dales su heredad como al principio.
11Ten piedad, Señor, del pueblo llamado con tu nombre,
de Israel, a quien igualaste con el primogénito.
12Ten compasión de tu santa ciudad,
de Jerusalén, lugar de tu reposo.
13Llena a Sión de tu alabanza,
y de tu gloria tu santuario.
14Da testimonio a tus primeras criaturas,
mantén las profecías dichas en tu nombre.
15Da su recompensa a los que te aguardan,
y que tus profetas queden acreditados.
16Escucha, Señor, la súplica de tus siervos,
según la bendición de Aarón sobre tu pueblo.
17Y todos los de la tierra reconozcan
que tú eres el Señor, el Dios eterno.
18Todo alimento traga el vientre,
pero unos alimentos son mejores que otros.
19El paladar distingue por el gusto la carne de caza,
así el corazón inteligente las palabras mentirosas.
20El corazón perverso da tristeza,
pero el hombre de experiencia le da su merecido.
21A cualquier marido acepta la mujer,
pero unas hijas son mejores que otras.
22La belleza de la mujer recrea la mirada,
y el hombre la desea más que ninguna cosa.
23Si en su lengua hay ternura y mansedumbre,
su marido ya no es como los demás hombres.
24El que adquiere una mujer, adquiere el comienzo de la fortuna,
una ayuda semejante a él y columna de apoyo.
25Donde no hay valla, la propiedad es saqueada,
donde no hay mujer, gime un hombre a la deriva.
26¿Quién se fiará del ladrón ágil
que salta de ciudad en ciudad?
27Así tampoco del hombre que no tiene nido
y que se alberga donde la noche le sorprende.