Scrutatio

Giovedi, 28 marzo 2024 - San Castore di Tarso ( Letture di oggi)

Lucas 18


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1Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer.2«Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres.3Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: “¡Hazme justicia contra mi adversario!”4Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: “Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres,5como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme.”»6Dijo, pues, el Señor: «Oíd lo que dice el juez injusto;7y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar?8Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?»9Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola:10«Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano.11El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: “¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano.12Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias.”13En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!”14Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».15Le presentaban también los niños pequeños para que los tocara, y al verlo los discípulos, les reñían.16Mas Jesús llamó a los niños, diciendo: «Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis; porque de los que son como éstos es el Reino de Dios.17Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él».18Uno de los principales le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?»19Le dijo Jesús: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios.20Ya sabes los mandamientos: No cometas adulterio, no mates, no robes, no levantes falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre».21El dijo: «Todo eso lo he guardado desde mi juventud».22Oyendo esto Jesús, le dijo: «Aún te falta una cosa. Todo cuanto tienes véndelo y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego, ven y sígueme».23Al oír esto, se puso muy triste, porque era muy rico.24Viéndole Jesús, dijo: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!25Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios».26Los que lo oyeron, dijeron: «¿Y quién se podrá salvar?»27Respondió: «Lo imposible para los hombres, es posible para Dios».28Dijo entonces Pedro: «Ya lo ves, nosotros hemos dejado nuestras cosas y te hemos seguido».29El les dijo: «Yo os aseguro que nadie que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por el Reino de Dios,30quedará sin recibir mucho más al presente y, en el mundo venidero, vida eterna».31Tomando consigo a los Doce, les dijo: «Mirad que subimos a Jerusalén, y se cumplirá todo lo que los profetas escribieron para el Hijo del hombre;32pues será entregado a los gentiles, y será objeto de burlas, insultado y escupido;33y después de azotarle le matarán, y al tercer día resucitará».34Ellos nada de esto comprendieron; estas palabras les quedaban ocultas y no entendían lo que decía.35Sucedió que, al acercarse él a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna;36al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello.37Le informaron que pasaba Jesús el Nazoreo38y empezó a gritar, diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!»39Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»40Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó:41«¿Qué quieres que te haga?» El dijo: «¡Señor, que vea!»42Jesús le dijo: «Ve. Tu fe te ha salvado».43Y al instante recobró la vista, y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios.