Scrutatio

Giovedi, 25 aprile 2024 - San Marco ( Letture di oggi)

Lucas 23


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1Y levantándose todos ellos, le llevaron ante Pilato.2Comenzaron a acusarle diciendo: «Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey».3Pilato le preguntó: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» El le respondió: «Sí, tú lo dices».4Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: «Ningún delito encuentro en este hombre».5Pero ellos insistían diciendo: «Solivianta al pueblo, enseñando por toda Judea, desde Galilea, donde comenzó, hasta aquí».6Al oír esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo.7Y, al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que por aquellos días estaba también en Jerusalén.8Cuando Herodes vio a Jesús se alegró mucho, pues hacía largo tiempo que deseaba verle, por las cosas que oía de él, y esperaba presenciar alguna señal que él hiciera.9Le preguntó con mucha palabrería, pero él no respondió nada.10Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándole con insistencia.11Pero Herodes, con su guardia, después de despreciarle y burlarse de él, le puso un espléndido vestido y le remitió a Pilato.12Aquel día Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues antes estaban enemistados.13Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo14y les dijo: «Me habéis traído a este hombre como alborotador del pueblo, pero yo le he interrogado delante de vosotros y no he hallado en este hombre ninguno de los delitos de que le acusáis.15Ni tampoco Herodes, porque nos lo ha remitido. Nada ha hecho, pues, que merezca la muerte.16Así que le castigaré y le soltaré».18Toda la muchedumbre se puso a gritar a una: «¡Fuera ése, suéltanos a Barrabás!»19Este había sido encarcelado por un motín que hubo en la ciudad y por asesinato.20Pilato les habló de nuevo, intentando librar a Jesús,21pero ellos seguían gritando: «¡Crucifícale, crucifícale!»22Por tercera vez les dijo: «Pero ¿qué mal ha hecho éste? No encuentro en él ningún delito que merezca la muerte; así que le castigaré y le soltaré».23Pero ellos insistían pidiendo a grandes voces que fuera crucificado y sus gritos eran cada vez más fuertes.24Pilato sentenció que se cumpliera su demanda.25Soltó, pues, al que habían pedido, el que estaba en la cárcel por motín y asesinato, y a Jesús se lo entregó a su voluntad.26Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevará detrás de Jesús.27Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por él.28Jesús, volviéndose a ellas, dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos.29Porque llegarán días en que se dirá: ¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron!30Entonces se pondrán a decir a los montes: ¡Caed sobre nosotros! Y a las colinas: ¡Cubridnos!31Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará?»32Llevaban además otros dos malhechores para ejecutarlos con él.33Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.34Jesús decía: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen». Se repartieron sus vestidos, echando a suertes.35Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: «A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido».36También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre37y le decían: «Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!»38Había encima de él una inscripción: «Este es el Rey de los judíos».39Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!»40Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena?41Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho».42Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino».43Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso».44Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona.45El velo del Santuario se rasgó por medio46y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: «Padre, en tus manos pongo mi espíritu» y, dicho esto, expiró.47Al ver el centurión lo sucedido, glorificaba a Dios diciendo: «Ciertamente este hombre era justo».48Y todas las gentes que habían acudido a aquel espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho.49Estaban a distancia, viendo estas cosas, todos sus conocidos y las mujeres que le habían seguido desde Galilea.50Había un hombre llamado José, miembro del Consejo, hombre bueno y justo,51que no había asentido al consejo y proceder de los demás. Era de Arimatea, ciudad de Judea, y esperaba el Reino de Dios.52Se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús53y, después de descolgarle, le envolvió en una sábana y le puso en un sepulcro excavado en la roca en el que nadie había sido puesto todavía.54Era el día de la Preparación, y apuntaba el sábado.55Las mujeres que habían venido con él desde Galilea, fueron detrás y vieron el sepulcro y cómo era colocado su cuerpo,56Y regresando, prepararon aromas y mirra. Y el sábado descansaron según el precepto.