Scrutatio

Giovedi, 25 aprile 2024 - San Marco ( Letture di oggi)

Lucas 22


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1Se acercaba la fiesta de los Azimos, llamada Pascua.2Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo hacerle desaparecer, pues temían al pueblo.3Entonces Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, que era del número de los Doce;4y se fue a tratar con los sumos sacerdotes y los jefes de la guardia del modo de entregárselo.5Ellos se alegraron y quedaron con él en darle dinero.6El aceptó y andaba buscando una oportunidad para entregarle sin que la gente lo advirtiera.7Llegó el día de los Azimos, en el que se había de sacrificar el cordero de Pascua;8y envió a Pedro y a Juan, diciendo: «Id y preparadnos la Pascua para que la comamos».9Ellos le dijeron: «¿Dónde quieres que la preparemos?»10Les dijo: «Cuando entréis en la ciudad, os saldrá al paso un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle hasta la casa en que entre,11y diréis al dueño de la casa: “El Maestro te dice: ¿Dónde está la sala donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?”12El os enseñará en el piso superior una sala grande, ya dispuesta; haced allí los preparativos».13Fueron y lo encontraron tal como les había dicho, y prepararon la Pascua.14Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles;15y les dijo: «Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer;16porque os digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios».17Y recibiendo una copa, dadas las gracias, dijo: «Tomad esto y repartidlo entre vosotros;18porque os digo que, a partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios».19Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío».20De igual modo, después de cenar, la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros.21«Pero la mano del que me entrega está aquí conmigo sobre la mesa.22Porque el Hijo del hombre se marcha según está determinado. Pero, ¡ay de aquel por quien es entregado!»23Entonces se pusieron a discutir entre sí quién de ellos sería el que iba a hacer aquello.24Entre ellos hubo también un altercado sobre quién de ellos parecía ser el mayor.25El les dijo: «Los reyes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar Bienhechores;26pero no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que gobierna como el que sirve.27Porque, ¿quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.28«Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas;29yo, por mi parte, dispongo un Reino para vosotros, como mi Padre lo dispuso para mí,30para que comáis y bebáis a mi mesa en mi Reino y os sentéis sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.31«¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo;32pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos».33El dijo: «Señor, estoy dispuesto a ir contigo hasta la cárcel y la muerte».34Pero él dijo: «Te digo, Pedro: No cantará hoy el gallo antes que hayas negado tres veces que me conoces».35Y les dijo: «Cuando os envié sin bolsa, sin alforja y sin sandalias, ¿os faltó algo?» Ellos dijeron: «Nada».36Les dijo: «Pues ahora, el que tenga bolsa que la tome y lo mismo alforja, y el que no tenga que venda su manto y compre una espada;37porque os digo que es necesario que se cumpla en mí esto que está escrito: “Ha sido contado entre los malhechores.” Porque lo mío toca a su fin».38Ellos dijeron: «Señor, aquí hay dos espadas». El les dijo: «Basta».39Salió y, como de costumbre, fue al monte de los Olivos, y los discípulos le siguieron.40Llegado al lugar les dijo: «Pedid que no caigáis en tentación».41Y se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba42diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya».43Entonces, se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba.44Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra.45Levantándose de la oración, vino donde los discípulos y los encontró dormidos por la tristeza;46y les dijo: «¿Cómo es que estáis dormidos? Levantaos y orad para que no caigáis en tentación».47Todavía estaba hablando, cuando se presentó un grupo; el llamado Judas, uno de los Doce, iba el primero, y se acercó a Jesús para darle un beso.48Jesús le dijo: «¡Judas, con un beso entregas al Hijo del hombre!»49Viendo los que estaban con él lo que iba a suceder, dijeron: «Señor, ¿herimos a espada?»50y uno de ellos hirió al siervo del Sumo Sacerdote y le llevó la oreja derecha.51Pero Jesús dijo: «¡Dejad! ¡Basta ya!» Y tocando la oreja le curó.52Dijo Jesús a los sumos sacerdotes, jefes de la guardia del Templo y ancianos que habían venido contra él: «¿Como contra un salteador habéis salido con espadas y palos?53Estando yo todos los días en el Templo con vosotros, no me pusisteis las manos encima; pero esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas».54Entonces le prendieron, se lo llevaron y le hicieron entrar en la casa del Sumo Sacerdote; Pedro le iba siguiendo de lejos.55Habían encendido una hoguera en medio del patio y estaban sentados alrededor; Pedro se sentó entre ellos.56Una criada, al verle sentado junto a la lumbre, se le quedó mirando y dijo: «Este también estaba con él».57Pero él lo negó: «¡Mujer, no le conozco!»58Poco después, otro, viéndole, dijo: «Tú también eres uno de ellos». Pedro dijo: «Hombre, no lo soy!»59Pasada como una hora, otro aseguraba: «Cierto que éste también estaba con él, pues además es galileo».60Le dijo Pedro: «¡Hombre, no sé de qué hablas!» Y en aquel momento, estando aún hablando, cantó un gallo,61y el Señor se volvió y miró a Pedro, y recordó Pedro las palabras del Señor, cuando le dijo: «Antes que cante hoy el gallo, me habrás negado tres veces».62Y, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente.63Los hombres que le tenían preso se burlaban de él y le golpeaban;64y cubriéndole con un velo le preguntaban: «¡Adivina! ¿Quién es el que te ha pegado?»65Y le insultaban diciéndole otras muchas cosas.66En cuanto se hizo de día, se reunió el Consejo de Ancianos del pueblo, sumos sacerdotes y escribas, le hiceron venir a su Sanedrín67y le dijeron: «Si tú eres el Cristo, dínoslo». El respondió: «Si os lo digo, no me creeréis.68Si os pregunto, no me responderéis.69De ahora en adelante, el Hijo del hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios».70Dijeron todos: «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?» El les dijo: «Vosotros lo decís: Yo soy».71Dijeron ellos: «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos, pues nosotros mismos lo hemos oído de su propia boca?»