Scrutatio

Giovedi, 25 aprile 2024 - San Marco ( Letture di oggi)

Lucas 24


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1El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado.2Pero encontraron que la piedra había sido retirada del sepulcro,3y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.4No sabían que pensar de esto, cuando se presentaron ante ellas dos hombres con vestidos resplandecientes.5Como ellas temiesen e inclinasen el rostro a tierra, les dijeron: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?6No está aquí, ha resucitado. Recordad cómo os habló cuando estaba todavía en Galilea, diciendo:7“Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado, y al tercer día resucite. “»8Y ellas recordaron sus palabras.9Regresando del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás.10Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana y María la de Santiago y las demás que estaban con ellas.11Pero todas estas palabras les parecían como desatinos y no les creían.12Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se inclinó, pero sólo vio las vendas y se volvió a su casa, asombrado por lo sucedido.13Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén,14y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado.15Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos;16pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran.17El les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?» Ellos se pararon con aire entristecido.18Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?»19El les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazoreo, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo;20cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron.21Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó.22El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro,23y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía.24Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron».25El les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas!26¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?»27Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras.28Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante.29Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado». Y entró a quedarse con ellos.30Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando.31Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado.32Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?»33Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos,34que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!»35Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.36Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros».37Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu.38Pero él les dijo: «¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón?39Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como véis que yo tengo».40Y, diciendo esto, los mostró las manos y los pies.41Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados, les dijo: «¿Tenéis aquí algo de comer?»42Ellos le ofrecieron parte de un pez asado.43Lo tomó y comió delante de ellos.44Después les dijo: «Estas son aquellas palabras mías que os hablé cuando todavía estaba con vosotros: “Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí.”»45Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras,46y les dijo: «Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día47y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén.48Vosotros sois testigos de estas cosas.49«Mirad, y voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Por vuestra parte permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto».50Los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo.51Y sucedió que, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo.52Ellos, después de postrarse ante él, se volvieron a Jerusalén con gran gozo,53y estaban siempre en el Templo bendiciendo a Dios.