Scrutatio

Mercoledi, 8 maggio 2024 - Madonna del Rosario di Pompei ( Letture di oggi)

Job 9


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1Job tomó la palabra y dijo:2Bien sé yo, en verdad, que es así: ¿cómo ante Dios puede ser justo un hombre?3A quien pretenda litigar con él, no le responderá ni una vez entre mil.4Entre los más sabios, entre los más fuertes, ¿quién le hizo frente y salió bien librado?5El traslada los montes sin que se den cuenta, y los zarandea en su furor.6El sacude la tierra de su sitio, y se tambalean sus columnas.7A su veto el sol no se levanta, y pone un sello a las estrellas.8El solo desplegó los Cielos, y holló la espalda de la Mar.9El hizo la Osa y Orión, las Cabrillas y las Cámaras del Sur.10Es autor de obras grandiosas, insondables, de maravillas sin número.11Si pasa junto a mí, yo no le veo, si se desliza, no le advierto.12Si en algo hace presa, ¿quién le estorbará? ¿quién le dirá: «¿Qué es lo que haces?»13Dios no cede en su cólera: bajo él quedan postrados los esbirros de Ráhab.14¡Cuánto menos podré yo defenderme y rebuscar razones frente a él!15Aunque tuviera razón, no hallaría respuesta, ¡a mi juez tendría que suplicar!16Y aunque le llame y me responda, aún no creo que escuchará mi voz.17¡El, que me aplasta por un pelo, que multiplica sin razón mis heridas,18y ni aliento recobrar me deja, sino que me harta de amargura!19Si se trata de fuerza, ¡es él el Poderoso! Si de justicia, ¿quién le emplazará?20Si me creo justo, su boca me condena, si intachable, me declara perverso.21¿Soy intachable? ¡Ni yo mismo me conozco, y desprecio mi vida!22Pero todo da igual, y por eso digo: él extermina al intachable y al malvado.23Si un azote acarrea la muerte de improviso, él se ríe de la angustia de los inocentes.24En un país sujeto al poder de un malvado, él pone un velo en el rostro de sus jueces: si no es él, ¿quién puede ser?25Mis días han sido más raudos que un correo, se han ido sin ver la dicha.26Se han deslizado lo mismo que canoas de junco, como águila que cae sobre la presa.27Si digo: «Voy a olvidar mis quejas, mudaré de semblante para ponerme alegre»,28me asalta el temor de todos mis pesares, pues sé que tú no me tendrás por inocente.29Y si me he hecho culpable, ¿para qué voy a fatigarme en vano?30Aunque me lave con jabón, y limpie mis manos con lejía,31tú me hundes en el lodo, y mis propios vestidos tienen horror de mí.32Que él no es un hombre como yo, para que le responda, para comparecer juntos en juicio.33No hay entre nosotros árbitro que ponga su mano entre los dos,34y que de mí su vara aparte para que no me espante su terror.35Pero hablaré sin temerle, pues yo no soy así para mí mismo.