Scrutatio

Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

Job 20


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1Sofar de Naamat tomó la palabra y dijo:2Por esto mis pensamientos a replicar me incitan: por la impaciencia que me urge.3Una lección que me ultraja he escuchado, mas el soplo de mi inteligencia me incita a responder.4¿No sabes tú que desde siempre, desde que el hombre en la tierra fue puesto,5es breve la alegría del malvado, y de un instante el gozo del impío?6Aunque su talla se alzara hasta los cielos y las nubes tocara su cabeza,7como un fantasma desaparece para siempre, los que le veían dicen: «¿Dónde está?»8Se vuela como un sueño inaprensible, se le ahuyenta igual que a una visión nocturna.9El ojo que le observaba ya no le ve más, ni le divisa el lugar donde estaba.10A los pobres tendrán que indemnizar sus hijos, sus niños habrán de devolver sus bienes.11Sus huesos rebosaban de vigor juvenil: mas ya con él postrado está en el polvo.12Si el mal era dulce a su boca, si bajo su lengua lo albergaba,13si allí lo guardaba tenazmente y en medio del paladar lo retenía,14su alimento en sus entrañas se corrompe, en su interior se le hace hiel de áspid.15Vomita las riquezas que engulló, Dios se las arranca de su vientre.16Veneno de áspides chupaba: lengua de víbora le mata.17Ya no verá los arroyos de aceite, los torrentes de miel y de cuajada.18Devuelve su ganancia sin tragarla, no saborea el fruto de su negocio.19Porque estrujó las chozas de los pobres, robó casas en vez de construirlas;20porque su vientre se mostró insaciable, sus tesoros no le salvarán;21porque a su voracidad nada escapaba, por eso no dura su prosperidad.22En plena abundancia la estrechez le sorprende, la desgracia, en tromba, cae sobre él.23En el momento de llenar su vientre, suelta Dios contra él el ardor de su cólera y lanza sobre su carne una lluvia de saetas.24Si del arma de hierro logra huir, el arco de bronce le traspasa.25Sale una flecha por su espalda, una hoja fulgurante de su hígado. Los terrores se abalanzan sobre él,26total tiniebla aguarda a sus tesoros. Un fuego que nadie atiza le devora, y consume lo que en su tienda aún queda,27Los cielos ponen su culpa al descubierto, y la tierra se alza contra él.28La hacienda de su casa se derrama, como torrentes, en el día de la cólera.29Tal es la suerte que al malvado Dios reserva, la herencia de Dios para el maldito.