Scrutatio

Giovedi, 18 aprile 2024 - San Galdino ( Letture di oggi)

Juan 5


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1Después de esto, hubo una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.2Hay en Jerusalén, junto a la Probática, una piscina que se llama en hebreo Betesda, que tiene cinco pórticos.3En ellos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando la agitación del agua.4Porque el Angel del Señor bajaba de tiempo en tiempo a la piscina y agitaba el agua; y el primero que se metía después de la agitación del agua, quedaba curado de cualquier mal que tuviera.5Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.6Jesús, viéndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dice: «¿Quieres curarte?»7Le respondió el enfermo: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua; y mientras yo voy, otro baja antes que yo».8Jesús le dice: «Levántate, toma tu camilla y anda».9Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar. Pero era sábado aquel día.10Por eso los judíos decían al que había sido curado: «Es sábado y no te está permitido llevar la camilla».11El le respondió: «El que me ha curado me ha dicho: Toma tu camilla y anda».12Ellos le preguntaron: «¿Quién es el hombre que te ha dicho: Tómala y anda?»13Pero el curado no sabía quién era, pues Jesús había desaparecido porque había mucha gente en aquel lugar.14Más tarde Jesús le encuentra en el Templo y le dice: «Mira, estás curado; no peques más, para que no te suceda algo peor».15El hombre se fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado.16Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.17Pero Jesús les replicó: «Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo».18Por eso los judíos trataban con mayor empeño de matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a sí mismo igual a Dios.19Jesús, pues, tomando la palabra, les decía: «En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre: lo que hace él, eso también lo hace igualmente el Hijo.20Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que él hace. Y le mostrará obras aún mayores que estas, para que os asombréis.21Porque, como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere.22Porque el Padre no juzga a nadie; sino que todo juicio lo ha entregado al Hijo,23para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo ha enviado.24En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida.25En verdad, en verdad os digo: llega la hora (ya estamos en ella), en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán.26Porque, como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo,27y le ha dado poder para juzgar, porque es Hijo del hombre.28No os extrañéis de esto: llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz29y saldrán los que hayan hecho el bien para una resurrección de vida, y los que hayan hecho el mal, para una resurrección de juicio.30Y no puedo hacer nada por mi cuenta: juzgo según lo que oigo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.31«Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no sería válido.32Otro es el que da testimonio de mí, y yo sé que es válido el testimonio que da de mí.33Vosotros mandasteis enviados donde Juan, y él dio testimonio de la verdad.34No es que yo busque testimonio de un hombre, sino que digo esto para que os salvéis.35El era la lámpara que arde y alumbra y vosotros quisisteis recrearos una hora con su luz.36Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado.37Y el Padre, que me ha enviado, es el que ha dado testimonio de mí. Vosotros no habéis oído nunca su voz, ni habéis visto nunca su rostro,38ni habita su palabra en vosotros, porque no creéis al que El ha enviado.39«Vosotros investigáis las escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí;40y vosotros no queréis venir a mí para tener vida.41La gloria no la recibo de los hombres.42Pero yo os conozco: no tenéis en vosotros el amor de Dios.43Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viene en su propio nombre, a ése le recibiréis.44¿Cómo podéis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros, y no buscáis la gloria que viene del único Dios?45No penséis que os voy a acusar yo delante del Padre. Vuestro acusador es Moisés, en quién habéis puesto vuestra esperanza.46Porque, si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque él escribió de mí.47Pero si no creéis en sus escritos, cómo vais a creer en mis palabras?»