Scrutatio

Giovedi, 28 marzo 2024 - San Castore di Tarso ( Letture di oggi)

Juan 4


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1Cuando Jesús se enteró de que había llegado a oídos de los fariseos que él hacía más discípulos y bautizaba más que Juan -2aunque no era Jesús mismo el que bautizaba, sino sus discípulos -,3abandonó Judea y volvió a Galilea.4Tenía que pasar por Samaria.5Llega, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la heredad que Jacob dio a su hijo José.6Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta.7Llega una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dice: «Dame de beber».8Pues sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar comida. Le dice a la mujer samaritana:9«¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.)10Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva».11Le dice la mujer: «Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva?12¿Es que tú eres más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?»13Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed;14pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna».15Le dice la mujer: «Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla».16El le dice: «Vete, llama a tu marido y vuelve acá».17Respondió la mujer: «No tengo marido». Jesús le dice: «Bien has dicho que no tienes marido,18porque has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es marido tuyo; en eso has dicho la verdad».19Le dice la mujer: «Señor, veo que eres un profeta.20Nuestros padres adoraron en este monte y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar».21Jesús le dice: «Créeme, mujer, que llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre.22Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.23Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren.24Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad».25Le dice la mujer: «Sé que va a venir el Mesías, el llamado Cristo. Cuando venga, nos lo explicará todo».26Jesús le dice: «Yo soy, el que te está hablando».27En esto llegaron sus discípulos y se sorprendían de que hablara con una mujer. Pero nadie le dijo: «¿Qué quieres?» o «¿Qué hablas con ella?»28La mujer, dejando su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente:29«Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será el Cristo?»30Salieron de la ciudad e iban donde él.31Entretanto, los discípulos le insistían diciendo: «Rabbí, come».32Pero él les dijo: «Yo tengo para comer un alimento que vosotros no sabéis».33Los discípulos se decían unos a otros: «¿Le habrá traído alguien de comer?»34Les dice Jesús: «Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra.35¿No decís vosotros: Cuatro meses más y llega la siega? Pues bien, yo os digo: Alzad vuestros ojos y ved los campos, que blanquean ya para la siega. Ya36el segador recibe el salario, y recoge fruto para vida eterna, de modo que el sembrador se alegra igual que el segador.37Porque en esto resulta verdadero el refrán de que uno es el sembrador y otro el segador:38yo os he enviado a segar donde vosotros no os habéis fatigado. Otros se fatigaron y vosotros os aprovecháis de su fatiga».39Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por las palabras de la mujer que atestiguaba: «Me ha dicho todo lo que he hecho».40Cuando llegaron donde él los samaritanos, le rogaron que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días.41Y fueron muchos más los que creyeron por sus palabras,42y decían a la mujer: «Ya no creemos por tus palabras; que nosotros mismos hemos oído y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo».43Pasados los dos días, partió de allí para Galilea.44Pues Jesús mismo había afirmado que un profeta no goza de estima en su patria.45Cuando llegó, pues, a Galilea, los galileos le hicieron un buen recibimiento, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.46Volvió, pues, a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm.47Cuando se enteró de que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue donde él y le rogaba que bajase a curar a su hijo, porque se iba a morir.48Entonces Jesús le dijo: «Si no veis señales y prodigios, no creéis».49Le dice el funcionario: «Señor, baja antes que se muera mi hijo».50Jesús le dice: «Vete, que tu hijo vive». Creyó el hombre en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino.51Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus siervos, y le dijeron que su hijo vivía.52El les preguntó entonces la hora en que se había sentido mejor. Ellos le dijeron: «Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre».53El padre comprobó que era la misma hora en que le había dicho Jesús: «Tu hijo vive», y creyó él y toda su familia.54Esta nueva señal, la segunda, la realizó Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.