Scrutatio

Venerdi, 26 aprile 2024 - San Marcellino ( Letture di oggi)

Juan 11


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1Había un cierto enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su hermana Marta.2María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos; su hermano Lázaro era el enfermo.3Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, aquel a quien tú quieres, está enfermo».4Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella».5Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.6Cuando se enteró de que estaba enfermo, permaneció dos días más en el lugar donde se encontraba.7Al cabo de ellos, dice a sus discípulos: «Volvamos de nuevo a Judea».8Le dicen los discípulos: «Rabbí, con que hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y vuelves allí?»9Jesús respondió: «¿No son doce las horas del día? Si uno anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo;10pero si uno anda de noche, tropieza, porque no está la luz en él».11Dijo esto y añadió: «Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy a despertarle».12Le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se curará».13Jesús lo había dicho de su muerte, pero ellos creyeron que hablaba del descanso del sueño.14Entonces Jesús les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto,15y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis. Pero vayamos donde él».16Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con él».17Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro.18Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios,19y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano.20Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa.21Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.22Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá».23Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará».24Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día».25Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá;26y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?»27Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo».28Dicho esto, fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: «El Maestro está ahí y te llama».29Ella, en cuanto lo oyó, se levantó rapidamente, y se fue donde él.30Jesús todavía no había llegado al pueblo; sino que seguía en el lugar donde Marta lo había encontrado.31Los judíos que estaban con María en casa consolándola, al ver que se levantaba rápidamente y salía, la siguieron pensando que iba al sepulcro para llorar allí.32Cuando María llegó donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto».33Viéndola llorar Jesús y que también lloraban los judíos que la acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó34y dijo: «¿Dónde lo habéis puesto?» Le responden: «Señor, ven y lo verás».35Jesús se echó a llorar.36Los judíos entonces decían: «Mirad cómo le quería».37Pero algunos de ellos dijeron: «Este, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera?»38Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra.39Dice Jesús: «Quitad la piedra». Le responde Marta, la hermana del muerto: «Señor, ya huele; es el cuarto día».40Le dice Jesús: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?»41Quitaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: «Padre, te doy gracias por haberme escuchado.42Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado».43Dicho esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!»44Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: «Desatadlo y dejadle andar».45Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él.46Pero algunos de ellos fueron donde los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.47Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchas señales.48Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación».49Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: «Vosotros no sabéis nada,50ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación».51Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación52- y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.53Desde este día, decidieron darle muerte.54Por eso Jesús no andaba ya en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una ciudada llamada Efraím, y allí residía con sus discípulos.55Estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos del país habían subido a Jerusalén, antes de la Pascua para purificarse.56Buscaban a Jesús y se decían unos a otros estando en el Templo: «¿Qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta?»57Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que, si alguno sabía dónde estaba, lo notificara para detenerle.