Scrutatio

Giovedi, 18 aprile 2024 - San Galdino ( Letture di oggi)

Mateo 13


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1Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar.2Y se reunió tanta gente junto a él, que hubo de subir a sentarse en una barca, y toda la gente quedaba en la ribera.3Y les habló muchas cosas en parábolas. Decía: «Una vez salió un sembrador a sembrar.4Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron.5Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra;6pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron.7Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron.8Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta.9El que tenga oídos, que oiga».10Y acercándose los discípulos le dijeron: «¿Por qué les hablas en parábolas?»11El les respondió: «Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no.12Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará.13Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden.14En ellos se cumple la profecía de Isaías: Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis.15Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane.16«¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen!17Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.18«Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador.19Sucede a todo el que oye la Palabra del Reino y no la comprende, que viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el que fue sembrado a lo largo del camino.20El que fue sembrado en pedregal, es el que oye la Palabra, y al punto la recibe con alegría;21pero no tiene raíz en sí mismo, sino que es inconstante y, cuando se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumba enseguida.22El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la Palabra, pero los preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la Palabra, y queda sin fruto.23Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y la comprende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta».24Otra parábola les propuso, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo.25Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue.26Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña.27Los siervos del amo se acercaron a decirle: “Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?”28El les contestó: “Algún enemigo ha hecho esto.” Dícenle los siervos: “¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?”29Díceles: “No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo.30Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero.”»31Otra parábola les propuso: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo.32Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas».33Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo».34Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les hablaba sin parábolas,35para que se cumpliese el oráculo del profeta: Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.36Entonces despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo».37El respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre;38el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno;39el enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.40De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo.41El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad,42y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.43Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.44«El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel».45«También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas,46y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra.47«También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases;48y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos.49Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos50y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.51«¿Habéis entendido todo esto?» Dícenle: «Sí».52Y él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo».53Y sucedió que, cuando acabó Jesús estas parábolas, partió de allí.54Viniendo a su patria, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que decían maravillados: «¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros?55¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?56Y sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? Entonces, ¿de dónde le viene todo esto?»57Y se escandalizaban a causa de él. Mas Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio».58Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe.