Scrutatio

Sabato, 20 aprile 2024 - Beata Chiara Bosatta ( Letture di oggi)

Mateo 26


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1Y sucedió que, cuando acabó Jesús todos estos discursos, dijo a sus discípulos:2«Ya sabéis que dentro de dos días es la Pascua; y el Hijo del hombre va a ser entregado para ser crucificado».3Entonces los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el palacio del Sumo Sacerdote, llamado Caifás;4y resolvieron prender a Jesús con engaño y darle muerte.5Decían sin embargo: «Durante la fiesta no, para que no haya alboroto en el pueblo».6Hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso,7se acercó a él una mujer que traía un frasco de alabastro, con perfume muy caro, y lo derramó sobre su cabeza mientras estaba a la mesa.8Al ver esto los discípulos se indignaron y dijeron: «¿Para qué este despilfarro?9Se podía haber vendido a buen precio y habérselo dado a los pobres».10Mas Jesús, dándose cuenta, les dijo: «¿Por qué molestáis a esta mujer? Pues una “obra buena” ha hecho conmigo.11Porque pobres tendréis siempre con vosotros, pero a mí no me tendréis siempre.12Y al derramar ella este ungüento sobre mi cuerpo, en vista de mi sepultura lo ha hecho.13Yo os aseguro: dondequiera que se proclame esta Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho para memoria suya».14Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes,15y les dijo: «¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?» Ellos le asignaron treinta monedas de plata.16Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle.17El primer día de los Azimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua?»18El les dijo: «Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: “El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos.”»19Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua.20Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce.21Y mientras comían, dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará».22Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: «¿Acaso soy yo, Señor?»23El respondió: «El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará.24El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!»25Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: «¿Soy yo acaso, Rabbí?» Dícele: «Sí, tú lo has dicho».26Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo».27Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: «Bebed de ella todos,28porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados.29Y os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre».30Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos.31Entonces les dice Jesús: «Todos vosotros vais a escandalizaros de mí esta noche, porque está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño.32Mas después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea».33Pedro intervino y le dijo: «Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré».34Jesús le dijo: «Yo te aseguro: esta misma noche, antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces».35Dícele Pedro: «Aunque tenga que morir contigo, yo no te negaré». Y lo mismo dijeron también todos los discípulos.36Entonces va Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dice a los discípulos: «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar».37Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia.38Entonces les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo».39Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así: «Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú».40Viene entonces donde los discípulos y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: «¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo?41Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil».42Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: «Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad».43Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados.44Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras.45Viene entonces donde los discípulos y les dice: «Ahora ya podéis dormir y descansar. Mirad, ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores.46¡Levantaos!, ¡vámonos! Mirad que el que me va a entregar está cerca».47Todavía estaba hablando, cuando llegó Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo numeroso con espadas y palos, de parte de los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo.48El que le iba a entregar les había dado esta señal: «Aquel a quien yo dé un beso, ése es; prendedle».49Y al instante se acercó a Jesús y le dijo: «¡Salve, Rabbí!», y le dio un beso.50Jesús le dijo: «Amigo, ¡a lo que estás aquí!» Entonces aquéllos se acercaron, echaron mano a Jesús y le prendieron.51En esto, uno de los que estaban con Jesús echó mano a su espada, la sacó e, hiriendo al siervo del Sumo Sacerdote, le llevó la oreja.52Dícele entonces Jesús: «Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que empuñen espada, a espada perecerán.53¿O piensas que no puedo yo rogar a mi Padre, que pondría al punto a mi disposición más de doce legiones de ángeles?54Mas, ¿cómo se cumplirían las Escrituras de que así debe suceder?»55En aquel momento dijo Jesús a la gente: «¿Como contra un salteador habéis salido a prenderme con espadas y palos? Todos los días me sentaba en el Templo para enseñar, y no me detuvisteis.56Pero todo esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras de los profetas». Entonces los discípulos le abandonaron todos y huyeron.57Los que prendieron a Jesús le llevaron ante el Sumo Sacerdote Caifás, donde se habían reunido los escribas y los ancianos.58Pedro le iba siguiendo de lejos hasta el palacio del Sumo Sacerdote; y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver el final.59Los sumos sacerdotes y el Sanedrín entero andaban buscando un falso testimonio contra Jesús con ánimo de darle muerte,60y no lo encontraron, a pesar de que se presentaron muchos falsos testigos. Al fin se presentaron dos,61que dijeron: «Este dijo: Yo puedo destruir el Santuario de Dios, y en tres días edificarlo».62Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y le dijo: «¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos atestiguan contra ti?»63Pero Jesús seguía callado. El Sumo Sacerdote le dijo: «Yo te conjuro por Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios».64Dícele Jesús: «Sí, tú lo has dicho. Y yo os declaro que a partir de ahora veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo».65Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestidos y dijo: «¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia.66¿Qué os parece?» Respondieron ellos diciendo: «Es reo de muerte».67Entonces se pusieron a escupirle en la cara y a abofetearle; y otros a golpearle,68diciendo: «Adivínanos, Cristo. ¿Quién es el que te ha pegado?»69Pedro, entretanto, estaba sentado fuera en el patio; y una criada se acercó a él y le dijo: «También tú estabas con Jesús el Galileo».70Pero él lo negó delante de todos: «No sé qué dices».71Cuando salía al portal, le vio otra criada y dijo a los que estaban allí: «Este estaba con Jesús el Nazoreo».72Y de nuevo lo negó con juramento: «¡Yo no conozco a ese hombre!»73Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: «¡Ciertamente, tú también eres de ellos, pues además tu misma habla te descubre!»74Entonces él se puso a echar imprecaciones y a jurar: «¡Yo no conozco a ese hombre!» Inmediatamente cantó un gallo.75Y Pedro se acordó de aquello que le había dicho Jesús: «Antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces». Y, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente.