Scrutatio

Venerdi, 19 aprile 2024 - San Leone IX Papa ( Letture di oggi)

Mateo 21


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1Cuando se aproximaron a Jerusalén, al llegar a Betfagé, junto al monte de los Olivos, entonces envió Jesús a dos discípulos,2diciéndoles: «Id al pueblo que está enfrente de vosotros, y enseguida encontraréis un asna atada y un pollino con ella; desatadlos y traédmelos.3Y si alguien os dice algo, diréis: El Señor los necesita, pero enseguida los devolverá».4Esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del profeta:5Decid a la hija de Sión: He aquí que tu Rey viene a ti, manso y montado en un asna y un pollino, hijo de animal de yugo.6Fueron, pues, los discípulos e hicieron como Jesús les había encargado:7trajeron el asna y el pollino. Luego pusieron sobre ellos sus mantos, y él se sentó encima.8La gente, muy numerosa, extendió sus mantos por el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino.9Y la gente que iba delante y detrás de él gritaba: «¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!»10Y al entrar él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. «¿Quién es éste?» decían.11Y la gente decía: «Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea».12Entró Jesús en el Templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas.13Y les dijo: «Está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración. ¡Pero vosotros estáis haciendo de ella una cueva de bandidos!»14También en el Templo se acercaron a él algunos ciegos y cojos, y los curó.15Mas los sumos sacerdotes y los escribas, al ver los milagros que había hecho y a los niños que gritaban en el Templo: «¡Hosanna al Hijo de David!», se indignaron16y le dijeron: «¿Oyes lo que dicen éstos?» «Sí - les dice Jesús -. ¿No habéis leído nunca que De la boca de los niños y de los que aún maman te preparaste alabanza?»17Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, donde pasó la noche.18Al amanecer, cuando volvía a la ciudad, sintió hambre;19y viendo una higuera junto al camino, se acercó a ella, pero no encontró en ella más que hojas. Entonces le dice: «¡Que nunca jamás brote fruto de ti!» Y al momento se secó la higuera.20Al verlo los discípulos se maravillaron y decían: «¿Cómo al momento quedó seca la higuera?»21Jesús les respondió: «Yo os aseguro: si tenéis fe y no vaciláis, no sólo haréis lo de la higuera, sino que si aun decís a este monte: “Quítate y arrójate al mar”, así se hará.22Y todo cuanto pidáis con fe en la oración, lo recibiréis».23Llegado al Templo, mientras enseñaba se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo diciendo: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Y quién te ha dado tal autoridad?»24Jesús les respondió: «También yo os voy a preguntar una cosa; si me contestáis a ella, yo os diré a mi vez con qué autoridad hago esto.25El bautismo de Juan, ¿de dónde era?, ¿del cielo o de los hombres?» Ellos discurrían entre sí: «Si decimos: “Del cielo”, nos dirá: “Entonces ¿por qué no le creísteis?”26Y si decimos: “De los hombres”, tenemos miedo a la gente, pues todos tienen a Juan por profeta».27Respondieron, pues, a Jesús: «No sabemos». Y él les replicó asimismo: «Tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».28«Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: “Hijo, vete hoy a trabajar en la viña.”29Y él respondió: “No quiero”, pero después se arrepintió y fue.30Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: “Voy, Señor”, y no fue.31¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?» - «El primero» - le dicen. Díceles Jesús: «En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios.32Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en él, mientras que los publicanos y las rameras creyeron en él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en él.33«Escuchad otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó.34Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos.35Pero los labradores agarraron a los siervos, y a uno le golpearon, a otro le mataron, a otro le apedrearon.36De nuevo envió otros siervos en mayor número que los primeros; pero los trataron de la misma manera.37Finalmente les envió a su hijo, diciendo: “A mi hijo le respetarán.”38Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: “Este es el heredero. Vamos, matémosle y quedémonos con su herencia.”39Y agarrándole, le echaron fuera de la viña y le mataron.40Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?»41Dícenle: «A esos miserables les dará una muerte miserable arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo».42Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos?43Por eso os digo: Se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos».45Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que estaba refiriéndose a ellos.46Y trataban de detenerle, pero tuvieron miedo a la gente porque le tenían por profeta.