Scrutatio

Sabato, 20 aprile 2024 - Beata Chiara Bosatta ( Letture di oggi)

Mateo 27


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1Llegada la mañana, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo celebraron consejo contra Jesús para darle muerte.2Y después de atarle, le llevaron y le entregaron al procurador Pilato.3Entonces Judas, el que le entregó, viendo que había sido condenado, fue acosado por el remordimiento, y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos,4diciendo: «Pequé entregando sangre inocente». Ellos dijeron: «A nosotros, ¿qué? Tú verás».5El tiró las monedas en el Santuario; después se retiró y fue y se ahorcó.6Los sumos sacerdotes recogieron las monedas y dijeron: «No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque son precio de sangre».7Y después de deliberar, compraron con ellas el Campo del Alfarero como lugar de sepultura para los forasteros.8Por esta razón ese campo se llamó «Campo de Sangre», hasta hoy.9Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Y tomaron las treinta monedas de plata, cantidad en que fue apreciado aquel a quien pusieron precio algunos hijos de Israel,10y las dieron por el Campo del Alfarero, según lo que me ordenó el Señor».11Jesús compareció ante el procurador, y el procurador le preguntó: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» Respondió Jesús: «Sí, tú lo dices».12Y, mientras los sumos sacerdotes y los ancianos le acusaban, no respondió nada.13Entonces le dice Pilato: «¿No oyes de cuántas cosas te acusan?»14Pero él a nada respondió, de suerte que el procurador estaba muy sorprendido.15Cada Fiesta, el procurador solía conceder al pueblo la libertad de un preso, el que quisieran.16Tenían a la sazón un preso famoso, llamado Barrabás.17Y cuando ellos estaban reunidos, les dijo Pilato: «¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, el llamado Cristo?»,18pues sabía que le habían entregado por envidia.19Mientras él estaba sentado en el tribunal, le mandó a decir su mujer: «No te metas con ese justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por su causa».20Pero los sumos sacerdotes y los ancianos lograron persuadir a la gente que pidiese la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús.21Y cuando el procurador les dijo: «¿A cuál de los dos queréis que os suelte?», respondieron: «¡A Barrabás!»22Díceles Pilato: «Y ¿qué voy a hacer con Jesús, el llamado Cristo?» Y todos a una: «¡Sea crucificado!» -23«Pero ¿qué mal ha hecho?», preguntó Pilato. Mas ellos seguían gritando con más fuerza: «¡Sea crucificado!»24Entonces Pilato, viendo que nada adelantaba, sino que más bien se promovía tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la gente diciendo: «Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis».25Y todo el pueblo respondió: «¡Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!»26Entonces, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarle, se lo entregó para que fuera crucificado.27Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte.28Le desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura;29y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una caña; y doblando la rodilla delante de él, le hacían burla diciendo: «¡Salve, Rey de los judíos!»;30y después de escupirle, cogieron la caña y le golpeaban en la cabeza.31Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle.32Al salir, encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón, y le obligaron a llevar su cruz.33Llegados a un lugar llamado Gólgota, esto es, «Calvario»,34le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero él, después de probarlo, no quiso beberlo.35Una vez que le crucificaron, se repartieron sus vestidos, echando a suertes.36Y se quedaron sentados allí para custodiarle.37Sobre su cabeza pusieron, por escrito, la causa de su condena: «Este es Jesús, el Rey de los judíos».38Y al mismo tiempo que a él crucifican a dos salteadores, uno a la derecha y otro a la izquierda.39Los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo:40«Tú que destruyes el Santuario y en tres días lo levantas, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!»41Igualmente los sumos sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él diciendo:42«A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. Rey de Israel es: que baje ahora de la cruz, y creeremos en él.43Ha puesto su confianza en Dios; que le salve ahora, si es que de verdad le quiere; ya que dijo: “Soy Hijo de Dios.”»44De la misma manera le injuriaban también los salteadores crucificados con él.45Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona.46Y alrededor de la hora nona clamó Jesús con fuerte voz: «¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?», esto es: «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?»47Al oírlo algunos de los que estaban allí decían: «A Elías llama éste».48Y enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber.49Pero los otros dijeron: «Deja, vamos a ver si viene Elías a salvarle».50Pero Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, exhaló el espíritu.51En esto, el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo; tembló la tierra y las rocas se hendieron.52Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron.53Y, saliendo de los sepulcros después de la resurrección de él, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos.54Por su parte, el centurión y los que con él estaban guardando a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: «Verdaderamente éste era Hijo de Dios».55Había allí muchas mujeres mirando desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle.56Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.57Al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que se había hecho también discípulo de Jesús.58Se presentó a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato dio orden de que se le entregase.59José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia60y lo puso en su sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca; luego, hizo rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro y se fue.61Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro.62Al otro día, el siguiente a la Preparación, los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilato63y le dijeron: «Señor, recordamos que ese impostor dijo cuando aún vivía: “A los tres días resucitaré.”64Manda, pues, que quede asegurado el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos, lo roben y digan luego al pueblo: “Resucitó de entre los muertos”, y la última impostura sea peor que la primera».65Pilato les dijo: «Tenéis una guardia. Id, aseguradlo como sabéis».66Ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia.