Scrutatio

Sabato, 20 aprile 2024 - Beata Chiara Bosatta ( Letture di oggi)

Hechos de los Apóstoles 2


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1Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar.2De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban.3Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos;4quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.5Había en Jerusalén hombres piadosos, que allí residían, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo.6Al producirse aquel ruido la gente se congregó y se llenó de estupor al oírles hablar cada uno en su propia lengua.7Estupefactos y admirados decían: «¿Es que no son galileos todos estos que están hablando?8Pues ¿cómo cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa?9Partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto, Asia,10Frigia, Panfilia, Egipto, la parte de Libia fronteriza con Cirene, forasteros romanos,11judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos les oímos hablar en nuestra lengua las maravillas de Dios».12Todos estaban estupefactos y perplejos y se decían unos a otros: «¿Qué significa esto?»13Otros en cambio decían riéndose: «¡Están llenos de mosto!»14Entonces Pedro, presentándose con los Once, levantó su voz y les dijo: «Judíos y habitantes todos de Jerusalén: Que os quede esto bien claro y prestad atención a mis palabras:15No están éstos borrachos, como vosotros suponéis, pues es la hora tercia del día,16sino que es lo que dijo el profeta:17Sucederá en los últimos días, dice Dios: Derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños.18Y yo sobre mis siervos y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu.19Haré prodigios arriba en el cielo y señales abajo en la tierra.20El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes de que llegue el Día grande del Señor.21Y todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.22«Israelitas, escuchad estas palabras: A Jesús, el Nazoreo, hombre acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sabéis,23a éste, que fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros le matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos;24a éste, pues, Dios le resucitó librándole de los dolores del Hades, pues no era posible que quedase bajo su dominio;25porque dice de él David: Veía constantemente al Señor delante de mí, puesto que está a mi derecha, para que no vacile.26Por eso se ha alegrado mi corazón y se ha alborozado mi lengua, y hasta mi carne reposará en la esperanza27de que no abandonarás mi alma en el Hades ni permitirás que tu santo experimente la corrupción.28Me has hecho conocer caminos de vida, me llenarás de gozo con tu rostro.29«Hermanos, permitidme que os diga con toda libertad cómo el patriarca David murió y fue sepultado y su tumba permanece entre nosotros hasta el presente.30Pero como él era profeta y sabía que Dios le había asegurado con juramento que se sentaría en su trono un descendiente de su sangre,31vio a lo lejos y habló de la resurrección de Cristo, que ni fue abandonado en el Hades ni su carne experimentó la corrupción.32A este Jesús Dios le resucitó; de lo cual todos nosotros somos testigos.33Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y oís.34Pues David no subió a los cielos y sin embargo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra35hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies.36«Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado».37Al oír esto, dijeron con el corazón compungido a Pedro y a los demás apóstoles: «¿Qué hemos de hacer, hermanos?»38Pedro les contestó: «Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo;39pues la Promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos llame el Señor Dios nuestro».40Con otras muchas palabras les conjuraba y les exhortaba: «Salvaos de esta generación perversa».41Los que acogieron su Palabra fueron bautizados. Aquel día se les unieron unas 3.000 almas.42Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones.43El temor se apoderaba de todos, pues los apóstoles realizaban muchos prodigios y señales.44Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común;45vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno.46Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón.47Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo. El Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar.