Scrutatio

Domenica, 5 maggio 2024 - Beato Nunzio Sulprizio ( Letture di oggi)

Hechos de los Apóstoles 8


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BIBLIAEL LIBRO DEL PUEBLO DE DIOS
1 Saulo aprobaba su muerte. Aquel día se desató una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, a excepción de los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria.1 Saulo aprobó la muerte de Esteban. Ese mismo día, se desencadenó una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, excepto los Apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaría.
2 Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban e hicieron gran duelo por él.2 Unos hombres piadosos enterraron a Esteban y lo lloraron con gran pesar.
3 Entretanto Saulo hacía estragos en la Iglesia; entraba por las casas, se llevaba por la fuerza hombres y mujeres, y los metía en la cárcel.3 Saulo, por su parte, perseguía a la Iglesia; iba de casa en casa y arrastraba a hombres y mujeres, llevándolos a la cárcel.
4 Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la Buena Nueva de la Palabra.4 Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la Palabra.
5 Felipe bajó a una ciudad de Samaria y les predicaba a Cristo.5 Felipe descendió a una ciudad de Samaría y allí predicaba a Cristo.
6 La gente escuchaba con atención y con un mismo espíritu lo que decía Felipe, porque le oían y veían las señales que realizaba;6 Al oírlo y al ver los milagros que hacía, todos recibían unánimemente las palabras de Felipe.
7 pues de muchos posesos salían los espíritus inmundos dando grandes voces, y muchos paralíticos y cojos quedaron curados.7 Porque los espíritus impuros, dando grandes gritos, salían de muchos que estaban poseídos, y buen número de paralíticos y lisiados quedaron curados.
8 Y hubo una gran alegría en aquella ciudad.8 Y fue grande la alegría de aquella ciudad.
9 En la ciudad había ya de tiempo atrás un hombre llamado Simón que practicaba la magia y tenía atónito al pueblo de Samaria y decía que él era algo grande.9 Desde hacía un tiempo, vivía en esa ciudad un hombre llamado Simón, el cual con sus artes mágicas tenía deslumbrados a los samaritanos y pretendía ser un gran personaje.
10 Y todos, desde el menor hasta el mayor, le prestaban atención y decían: «Este es la Potencia de Dios llamada la Grande».10 Todos, desde el más pequeño al más grande, lo seguían y decían: «Este hombre es la Fuerza de Dios, esa que es llamada Grande».
11 Le prestaban atención porque les había tenido atónitos por mucho tiempo con sus artes mágicas.11 Y lo seguían, porque desde hacía tiempo los tenía seducidos con su magia.
12 Pero cuando creyeron a Felipe que anunciaba la Buena Nueva del Reino de Dios y el nombre de Jesucristo, empezaron a bautizarse hombres y mujeres.12 Pero cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba la Buena Noticia del Reino de Dios y el nombre de Jesucristo, todos, hombres y mujeres, se hicieron bautizar.
13 Hasta el mismo Simón creyó y, una vez bautizado, no se apartaba de Felipe; y estaba atónito al ver las señales y grandes milagros que se realizaban.13 Simón también creyó y, una vez bautizado, no se separaba de Felipe. Al ver los signos y los grandes prodigios que se realizaban, él no salía de su asombro.
14 Al enterarse los apóstoles que estaban en Jerusalén de que Samaria había aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan.14 Cuando los Apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que los samaritanos habían recibido la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan.
15 Estos bajaron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo;15 Estos, al llegar, oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo.
16 pues todavía no había descendido sobre ninguno de ellos; únicamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús.16 Porque todavía no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente estaban bautizados en el nombre del Señor Jesús.
17 Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.17 Entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo.
18 Al ver Simón que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu, les ofreció dinero diciendo:18 Al ver que por la imposición de las manos de los Apóstoles se confería el Espíritu Santo, Simón les ofreció dinero,
19 «Dadme a mí también este poder para que reciba el Espíritu Santo aquel a quien yo impoga las manos».19 diciéndoles: «Les ruego que me den ese poder a mí también, para que aquel a quien yo imponga las manos reciba el Espíritu Santo».
20 Pedro le contestó: «Vaya tu dinero a la perdición y tú con él; pues has pensado que el don de Dios se compra con dinero.20 Pedro le contestó: «Maldito sea tu dinero y tú mismo, Porque has creído que el don de Dios se compra con dinero.
21 En este asunto no tienes tú parte ni herencia, pues tu corazón no es recto delante de Dios.21 Tú no tendrás ninguna participación en ese poder, porque tu corazón no es recto a los ojos de Dios.
22 Arrepiéntete, pues, de esa tu maldad y ruega al Señor, a ver si se te perdona ese pensamiento de tu corazón;22 Arrepiéntete de tu maldad y ora al Señor: quizá él te perdone este mal deseo de tu corazón,
23 porque veo que tú estás en hiel de amargura y en ataduras de iniquidad».23 porque veo que estás sumido en la amargura de la hiel y envuelto en los lazos de la iniquidad».
24 Simón respondió: «Rogad vosotros al Señor por mí, para que no venga sobre mí ninguna de esas cosas que habéis dicho».24 Simón respondió: «Rueguen más bien ustedes al Señor, para que no me suceda nada de lo que acabas de decir».
25 Ellos, después de haber dado testimonio y haber predicado la Palabra del Señor, se volvieron a Jerusalén evangelizando muchos pueblos samaritanos.25 Y los Apóstoles, después de haber dado testimonio y predicado la Palabra del Señor, mientras regresaban a Jerusalén, anunciaron la Buena Noticia a numerosas aldeas samaritanas.
26 El Angel del Señor habló a Felipe diciendo: «Levántate y marcha hacia el mediodía por el camino que baja de Jerusalén a Gaza. Es desierto».26 El Angel del Señor dijo a Felipe: «Levántate y ve hacia el sur, por el camino que baja de Jerusalén a Gaza: es un camino desierto».
27 Se levantó y partió. Y he aquí que un etíope eunuco, alto funcionario de Candace, reina de los etíopes, que estaba a cargo de todos sus tesoros, y había venido a adorar en Jerusalén,27 El se levantó y partió. Un eunuco etíope, ministro del tesoro y alto funcionario de Candace, la reina de Etiopía, había ido en peregrinación a Jerusalén
28 regresaba sentado en su carro, leyendo al profeta Isaías.28 y se volvía, sentado en su carruaje, leyendo al profeta Isaías.
29 El Espíritu dijo a Felipe: «Acércate y ponte junto a ese carro».29 El Espíritu Santo dijo a Felipe: «Acércate y camina junto a su carro».
30 Felipe corrió hasta él y le oyó leer al profeta Isaías; y le dijo: «¿Entiendes lo que vas leyendo?»30 Felipe se acercó y, al oír que leía al profeta Isaías, le preguntó: «¿Comprendes lo que estás leyendo?».
31 El contestó: «¿Cómo lo puedo entender si nadie me hace de guía?» Y rogó a Felipe que subiese y se sentase con él.31 El respondió: «¿Cómo lo puedo entender, si nadie me lo explica?». Entonces le pidió a Felipe que subiera y se sentara junto a él.
32 El pasaje de la Escritura que iba leyendo era éste: «Fue llevado como una oveja al matadero; y como cordero, mudo delante del que lo trasquila, así él no abre la boca.32 El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era el siguiente: "Como oveja fue llevado al matadero; y como cordero que no se queja ante el que lo esquila, así él no abrió la boca.
33 En su humillación le fue negada la justicia; ¿quién podrá contar su descendencia? Porque su vida fue arrancada de la tierra».33 En su humillación, le fue negada la justicia. ¿Quién podrá hablar de su descendencia, ya que su vida es arrancada de la tierra?"
34 El eunuco preguntó a Felipe: «Te ruego me digas de quién dice esto el profeta: ¿de sí mismo o de otro?»34 El etíope preguntó a Felipe: «Dime, por favor, ¿de quién dice esto el Profeta? ¿De sí mismo o de algún otro?».
35 Felipe entonces, partiendo de este texto de la Escritura, se puso a anunciarle la Buena Nueva de Jesús.35 Entonces Felipe tomó la palabra y, comenzando por este texto de la Escritura, le anunció la Buena Noticia de Jesús.
36 Siguiendo el camino llegaron a un sitio donde había agua. El eunuco dijo: «Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?»36 Siguiendo su camino, llegaron a un lugar donde había agua, y el etíope dijo: «Aquí hay agua, ¿qué me impide ser bautizado?».
37 [Felipe dijo: «Si crees de todo corazón, es posible». «Creo, afirmó, que Jesucristo es el Hijo de Dios».]
38 Y mandó detener el carro. Bajaron ambos al agua, Felipe y el eunuco; y lo bautizó,38 Y ordenó que detuvieran el carro; ambos descendieron hasta el agua, y Felipe lo bautizó.
39 y en saliendo del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe y ya no le vio más el eunuco, que siguió gozoso su camino.39 Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor, arrebató a Felipe, y el etíope no lo vio más, pero seguía gozoso su camino.
40 Felipe se encontró en Azoto y recorría evangelizando todas las ciudades hasta llegar a Cesarea.40 Felipe se encontró en Azoto, y en todas las ciudades por donde pasaba iba anunciando la Buena Noticia, hasta que llegó a Cesarea.