Scrutatio

Lunedi, 29 aprile 2024 - Santa Caterina da Siena ( Letture di oggi)

Hechos de los Apóstoles 26


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BIBLIAEL LIBRO DEL PUEBLO DE DIOS
1 Agripa dijo a Pablo: «Se te permite hablar en tu favor». Entonces Pablo extendió su mano y empezó su defensa:1 Agripa dijo a Pablo: «Estás autorizado a defenderte». Entonces Pablo, extendiendo la mano, comenzó su defensa, diciendo:
2 «Me considero feliz, rey Agripa, al tener que defenderme hoy ante ti de todas las cosas de que me acusan los judíos,2 «Rey Agripa, me considero dichoso de tener que defenderme hoy, delante de ti, de las acusaciones que me hacen los judíos,
3 principalmente porque tú conoces todas las costumbres y cuestiones de los judíos. Por eso te pido que me escuches pacientemente.3 porque tú conoces todas las costumbres y controversias de los judíos. Por eso te ruego que me escuches con paciencia.
4 «Todos los judíos conocen mi vida desde mi juventud, desde cuando estuve en el seno de mi nación, en Jerusalén.4 Todos los judíos saben cómo he vivido desde los primeros días de mi juventud, en medio de mi pueblo y en la misma Jerusalén.
5 Ellos me conocen de mucho tiempo atrás y si quieren pueden testificar que yo he vivido como fariseo conforme a la secta más estricta de nuestra religión.5 Ellos me conocen desde hace mucho tiempo y si quieren, pueden atestiguar que he vivido como fariseo, es decir, siguiendo la secta más rígida de nuestra religión.
6 Y si ahora estoy aquí procesado es por la esperanza que tengo en la Promesa hecha por Dios a nuestros padres,6 Y si ahora soy sometido a juicio, es por mi esperanza en la promesa hecha por Dios a nuestros padres,
7 cuyo cumplimiento están esperando nuestras doce tribus en el culto que asiduamente, noche y día, rinden a Dios. Por esta esperanza, oh rey, soy acusado por los judíos.7 la promesa que nuestras doce tribus esperan ver cumplida, sirviendo a Dios fervientemente día y noche. Acusa de esta esperanza, rey Agripa, soy acusado por los judíos.
8 ¿Por qué tenéis vosotros por increíble que Dios resucite a los muertos?8 ¿Por qué les parece increíble que Dios resucite a los muertos?
9 «Yo, pues, me había creído obligado a combatir con todos los medios el nombre de Jesús, el Nazoreo.9 Yo, por mi parte, consideraba que debía combatir por todos los medios el nombre de Jesús de Nazaret.
10 Así lo hice en Jerusalén y, con poderes recibidos de los sumos sacerdotes, yo mismo encerré a muchos santos en las cárceles; y cuando se les condenaba a muerte, yo contribuía con mi voto.10 Así lo hice en Jerusalén: yo mismo encarcelé a un gran número de santos con la autorización de los sumos sacerdotes, y cuando se los condenaba a muerte, mi voto era favorable.
11 Frecuentemente recorría todas las sinagogas y a fuerza de castigos les obligaba a blasfemar y, rebosando furor contra ellos, los perseguía hasta en las ciudades extranjeras.11 Recorría frecuentemente las sinagogas, y los castigaba para obligarlos a renegar de su fe. Lleno de rabia contra ellos, los perseguía hasta en las ciudades extranjeras.
12 «En este empeño iba hacia Damasco con plenos poderes y comisión de los sumos sacerdotes;12 Una vez, cuando me dirigía a Damasco con plenos poderes y con la orden de los sumos sacerdotes,
13 y al medio día, yendo de camino vi, oh rey, una luz venida del cielo, más resplandeciente que el sol, que me envolvió a mí y a mis compañeros en su resplandor.13 en el camino, hacia el mediodía, vi una luz más brillante que el sol, que venía del cielo y me envolvía a mí y a los que me acompañaban.
14 Caímos todos a tierra y yo oí una voz que me decía en lengua hebrea: “Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues? Te es duro dar coces contra el aguijón.”14 Todos caímos en tierra, y yo oí una voz que me decía en hebreo: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Te lastimas al dar coces contra el aguijón».
15 Yo respondí: “¿Quién eres, Señor?” Y me dijo el Señor: “Yo soy Jesús a quien tú persigues.15 Yo respondí: «¿Quién eres, Señor?». Y me dijo: «Soy Jesús, a quien tú persigues.
16 Pero levántate, y ponte en pie; pues me he aparecido a ti para constituirte servidor y testigo tanto de las cosas que de mí has visto como de las que te manifestaré.16 Levántate y permanece de pie, porque me he aparecido a ti para hacerte ministro y testigo de las cosas que has visto y de aquellas en que yo me manifestaré a ti.
17 Yo te libraré de tu pueblo y de los gentiles, a los cuales yo te envío,17 Te libraré de los judíos y de las naciones paganas. A ellas te envío
18 para que les abras los ojos; para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios; y para que reciban el perdón de los pecados y una parte en la herencia entre los santificados, mediante la fe en mí.”18 para que les abras los ojos, y se conviertan de las tinieblas a la luz y del imperio de Satanás al verdadero Dios, y por la fe en mí, obtengan el perdón de los pecados y su parte en la herencia de los santos».
19 «Así pues, rey Agripa, no fui desobediente a la visión celestial,19 Desde ese momento, rey Agripa, nunca fui infiel a esa visión celestial.
20 sino que primero a los habitantes de Damasco, después a los de Jerusalén y por todo el país de Judea y también a los gentiles he predicado que se convirtieran y que se volvieran a Dios haciendo obras dignas de conversión.20 Por el contrario, dirigiéndome primero a los habitantes de Damasco, luego a los de Jerusalén y de todo el país de Judea, y finalmente a los paganos, les prediqué que era necesario arrepentirse y convertirse a Dios, manifestando su conversión con obras.
21 Por esto los judíos, habiéndome prendido en el Templo, intentaban darme muerte.21 Por todo esto, los judíos me detuvieron en el Templo y trataron de matarme.
22 Con el auxilio de Dios hasta el presente me he mantenido firme dando testimonio a pequeños y grandes sin decir cosa que esté fuera de lo que los profetas y el mismo Moisés dijeron que había de suceder:22 Pero con la protección de Dios, he podido hasta el día de hoy seguir dando testimonio ante los pequeños y los grandes. Y nunca dije nada fuera de lo que los Profetas y Moisés anunciaron que iba a suceder,
23 que el Cristo había de padecer y que, después de resucitar el primero de entre los muertos, anunciaría la luz al pueblo y a los gentiles».23 es decir, que el Mesías debía sufrir y que, siendo el primero en resucitar de entre los muertos, anunciaría la luz a nuestro pueblo y a los paganos».
24 Mientras estaba él diciendo esto en su defensa, Festo le interrumpió gritándole: «Estás loco, Pablo; las muchas letras te hacen perder la cabeza».24 Cuando Pablo llegó a este punto de su defensa, Festo dijo en voz alta: «Estás loco, Pablo; tu excesivo estudio te ha hecho perder la cabeza».
25 Pablo contestó: «No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo cosas verdaderas y sensatas.25 A lo que Pablo respondió: «No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que digo la verdad y hablo con sensatez.
26 Bien enterado está de estas cosas el rey, ante quien hablo con confianza; no creo que se le oculte nada, pues no han pasado en un rincón.26 El rey está al corriente de todas estas cosas, por eso me dirijo a él con toda confianza: no creo que ignore nada de esto, porque no son cosas que sucedieron en un lugar oculto.
27 ¿Crees, rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees».27 ¿Crees en los profetas, rey Agripa? Yo sé que crees en ellos».
28 Agripa contestó a Pablo: «Por poco, con tus argumentos, haces de mí un cristiano».28 Agripa contestó a Pablo: «¡Un poco más, y me convences que me haga cristiano!».
29 Y Pablo replicó: «Quiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino todos los que me escuchan hoy, llegaran a ser tales como yo soy, a excepción de estas cadenas».29 «No importa que se necesite poco o mucho para lograrlo, dijo Pablo. ¡Quiera Dios que no sólo tú, sino todos los que me escuchan hoy, lleguen a ser como yo..., pero sin estas cadenas!».
30 El rey, el procurador, Berenice y los que con ellos estaban sentados se levantaron,30 Entonces el rey se levantó, lo mismo que el gobernador, Berenice y los que estaban con ellos.
31 y mientras se retiraban iban diciéndose unos a otros: «Este hombre no ha hecho nada digno de muerte o de prisión».31 Al retirarse, comentaban entre sí: «Este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte o la prisión».
32 Agripa dijo a Festo: «Podía ser puesto en libertad este hombre si no hubiera apelado al César».32 Y Agripa dijo a Festo: «Podría ser dejado en libertad, si él mismo hubiera apelado al Emperador».