Scrutatio

Giovedi, 28 marzo 2024 - San Castore di Tarso ( Letture di oggi)

Marcos 11


font

1Cuando se aproximaban a Jerusalén, cerca ya de Betfagé y Betania, al pie del monte de los Olivos, envía a dos de sus discípulos,2diciéndoles: «Id al pueblo que está enfrente de vosotros, y no bien entréis en él, encontraréis un pollino atado, sobre el que no ha montado todavía ningún hombre. Desatadlo y traedlo.3Y si alguien os dice: “¿Por qué hacéis eso?”, decid: “El Señor lo necesita, y que lo devolverá en seguida”».4Fueron y encontraron el pollino atado junto a una puerta, fuera, en la calle, y lo desataron.5Algunos de los que estaban allí les dijeron: «¿Qué hacéis desatando el pollino?»6Ellos les contestaron según les había dicho Jesús, y les dejaron.7Traen el pollino donde Jesús, echaron encima sus mantos y se sentó sobre él.8Muchos extendieron sus mantos por el camino; otros, follaje cortado de los campos.9Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!10¡Bendito el reino que viene, de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!»11Y entró en Jerusalén, en el Templo, y después de observar todo a su alrededor, siendo ya tarde, salió con los Doce para Betania.12Al día siguiente, saliendo ellos de Betania, sintió hambre.13Y viendo de lejos una higuera con hojas, fue a ver si encontraba algo en ella; acercándose a ella, no encontró más que hojas; es que no era tiempo de higos.14Entonces le dijo: «¡Que nunca jamás coma nadie fruto de ti!» Y sus discípulos oían esto.15Llegan a Jerusalén; y entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y a los que compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas16y no permitía que nadie transportase cosas por el Templo.17Y les enseñaba, diciéndoles: «¿No está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las gentes? ¡Pero vosotros la tenéis hecha una cueva de bandidos!»18Se enteraron de esto los sumos sacerdotes y los escribas y buscaban cómo podrían matarle; porque le tenían miedo, pues toda la gente estaba asombrada de su doctrina.19Y al atardecer, salía fuera de la ciudad.20Al pasar muy de mañana, vieron la higuera, que estaba seca hasta la raíz.21Pedro, recordándolo, le dice: «¡Rabbí, mira!, la higuera que maldijiste está seca».22Jesús les respondió: «Tened fe en Dios.23Yo os aseguro que quien diga a este monte: “Quítate y arrójate al mar” y no vacile en su corazón sino que crea que va a suceder lo que dice, lo obtendrá.24Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis.25Y cuando os pongáis de pie para orar, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone vuestras ofensas».27Vuelven a Jerusalén y, mientras paseaba por el Templo, se le acercan los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos,28y le decían: «¿Con qué autoridad haces esto?, o ¿quién te ha dado tal autoridad para hacerlo?»29Jesús les dijo: «Os voy a preguntar una cosa. Respondedme y os diré con qué autoridad hago esto.30El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme».31Ellos discurrían entre sí: «Si decimos: “Del cielo”, dirá: “Entonces, ¿por qué no le creísteis?”32Pero ¿vamos a decir: “De los hombres?”» Tenían miedo a la gente; pues todos tenían a Juan por un verdadero profeta.33Responden, pues, a Jesús: «No sabemos». Jesús entonces les dice: «Tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».