Scrutatio

Lunedi, 6 maggio 2024 - San Pietro Nolasco ( Letture di oggi)

Lucas 8


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BIBLIAEL LIBRO DEL PUEBLO DE DIOS
1 Y sucedió a continuación que iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce,1 Después, Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce
2 y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios,2 y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios;
3 Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.3 Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.
4 Habiéndose congregado mucha gente, y viniendo a él de todas las ciudades, dijo en parábola:4 Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, él les dijo, valiéndose de una parábola:
5 «Salió un sembrador a sembrar su simiente; y al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino, fue pisada, y las aves del cielo se la comieron;5 «El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo.
6 otra cayó sobre piedra, y después de brotar, se secó, por no tener humedad;6 Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad.
7 otra cayó en medio de abrojos, y creciendo con ella los abrojos, la ahogaron.7 Otra cayó entre las espinas, y estas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron.
8 Y otra cayó en tierra buena, y creciendo dio fruto centuplicado». Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga».8 Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno». Y una vez que dijo esto, exclamó: «¡El que tenga oídos para oír, que oiga!».
9 Le preguntaban sus discípulos qué significaba esta parábola,9 Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola,
10 y él dijo: «A vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás sólo en parábolas, para que viendo, no vean y, oyendo, no entiendan.10 y Jesús les dijo: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, en cambio, se les habla en parábolas, para que miren sin ver y oigan sin comprender.
11 «La parábola quiere decir esto: La simiente es la Palabra de Dios.11 La parábola quiere decir esto: La semilla es la Palabra de Dios.
12 Los de a lo largo del camino, son los que han oído; después viene el diablo y se lleva de su corazón la Palabra, no sea que crean y se salven.12 Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el demonio y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.
13 Los de sobre piedra son los que, al oír la Palabra, la reciben con alegría; pero éstos no tienen raíz; creen por algún tiempo, pero a la hora de la prueba desisten.13 Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás.
14 Lo que cayó entre los abrojos, son los que han oído, pero a lo largo de su caminar son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y no llegan a madurez.14 Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar.
15 Lo que en buena tierra, son los que, después de haber oído, conservan la Palabra con corazón bueno y recto, y dan fruto con perseverancia.15 Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a sus constancia.
16 «Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de un lecho, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz.16 No se enciende una lámpara para cubrirla con un recipiente o para ponerla debajo de la cama, sino que se la coloca sobre un candelero, para que los que entren vean la luz.
17 Pues nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no venga a ser conocido y descubierto.17 Porque no hay nada oculto que no se descubra algún día, ni nada secreto que no deba ser conocido y divulgado.
18 Mirad, pues, cómo oís; porque al que tenga, se le dará; y al que no tenga, aun lo que crea tener se le quitará».18 Presten atención y oigan bien, porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que cree tener».
19 Se presentaron donde él su madre y sus hermanos, pero no podían llegar hasta él a causa de la gente.19 Su madre y sus hermanos fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud.
20 Le anunciaron: «Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte».20 Entonces le anunciaron a Jesús: «Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte».
21 Pero él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen».21 Pero él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican».
22 Sucedió que cierto día subió a una barca con sus discípulos, y les dijo: «Pasemos a la otra orilla del lago». Y se hicieron a la mar.22 Un día, Jesús subió con sus discípulos a una barca y les dijo: «Pasemos a la otra orilla del lago». Ellos partieron,
23 Mientras ellos navegaban, se durmió. Se abatió sobre el lago una borrasca; se inundaba la barca y estaban en peligro.23 y mientras navegaban, Jesús se durmió. Entonces se desencadenó sobre el lago un fuerte vendaval; la barca se iba llenando de agua, y ellos corrían peligro.
24 Entonces, acercándose, le despertaron, diciendo: «¡Maestro, Maestro, que perecemos!» El, habiéndose despertado, increpó al viento y al oleaje, que amainaron, y sobrevino la bonanza.24 Los discípulos se acercaron y lo despertaron, diciendo: «¡Maestro, Maestro, nos hundimos!». El se despertó e increpó al viento y a las olas; estas se apaciguaron y sobrevino la calma.
25 Entonces les dijo: «¿Dónde está vuestra fe?» Ellos, llenos de temor, se decían entre sí maravillados: «Pues ¿quién es éste, que impera a los vientos y al agua, y le obedecen?»25 Después les dijo: «¿Dónde está la fe de ustedes?». Y ellos, llenos de temor y admiración, se decían unos a otros: «¿Quién es este que ordena incluso al viento y a las olas, y le obedecen?».
26 Arribaron a la región de los gerasenos, que está frente a Galilea.26 Después llegaron a la región de los gerasenos, que está situada frente a Galilea.
27 Al saltar a tierra, vino de la ciudad a su encuentro un hombre, poseído por los demonios, y que hacía mucho tiempo que no llevaba vestido, ni moraba en una casa, sino en los sepulcros.27 Jesús acababa de desembarcar, cuando salió a su encuentro un hombre de la ciudad, que estaba endemoniado. Desde hacía mucho tiempo no se vestía, y no vivía en una casa, sino en los sepulcros.
28 Al ver a Jesús, cayó ante él, gritando con gran voz: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te suplico que no me atormentes».28 Al ver a Jesús, comenzó a gritar, cayó a sus pies y dijo con voz potente: «¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? Te ruego que no me atormentes».
29 Es que él había mandado al espíritu inmundo que saliera de aquel hombre; pues en muchas ocasiones se apoderaba de él; le sujetaban con cadenas y grillos para custodiarle, pero rompiendo las ligaduras era empujado por el demonio al desierto.29 Jesús, en efecto, estaba ordenando al espíritu impuro que saliera de aquel hombre. Muchas veces el espíritu se había apoderado de él, y aunque lo ataban con cadenas y grillos para sujetarlo, él rompía sus ligaduras y el demonio lo arrastraba a lugares desiertos.
30 Jesús le preguntó: «¿Cuál es tu nombre? «El contestó: «Legión»; porque habían entrado en él muchos demonios.30 Jesús le preguntó: «¿Cuál es tu nombre?». «Legión», respondió, porque eran muchos los demonios que habían entrado en él.,
31 Y le suplicaban que no les mandara irse al abismo.31 Y le suplicaban que no les ordenara precipitarse al abismo.
32 Había allí una gran piara de puercos que pacían en el monte; y le suplicaron que les permitiera entrar en ellos; y se lo permitió.32 Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en la montaña. Los demonios suplicaron a Jesús que les permitiera entrar en los cerdos. El se lo permitió.
33 Salieron los demonios de aquel hombre y entraron en los puercos; y la piara se arrojó al lago de lo alto del precipicio, y se ahogó.33 Entonces salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, la piara se precipitó al mar y se ahogó.
34 Viendo los porqueros lo que había pasado, huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas.34 Al ver lo que había pasado, los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados.
35 Salieron, pues, a ver lo que había occurido y, llegando donde Jesús, encontraron al hombre del que habían salido los demonios, sentado, vestido y en su sano juicio, a los pies de Jesús; y se llenaron de temor.35 En seguida la gente fue a ver lo que había sucedido. Cuando llegaron adonde estaba Jesús, vieron sentado a sus pies, vestido y en sus sano juicio, al hombre del que habían salido los demonios, y se llenaron de temor.
36 Los que lo habían visto, les contaron cómo había sido salvado el endemoniado.36 Los que habían presenciado el hecho les contaron cómo había sido curado el endemoniado.
37 Entonces toda la gente del país de los gerasenos le rogaron que se alejara de ellos, porque estaban poseídos de gran temor. El, subiendo a la barca, regresó.37 Todos los gerasenos pidieron a Jesús que se alejará de allí, porque estaban atemorizados; y él, subiendo a la barca, regresó.
38 El hombre de quien habían salido los demonios, le pedía estar con él; pero le despidió, diciendo:38 El hombre del que salieron los demonios le rogaba que lo llevara con él, pero Jesús lo despidió, diciéndole:
39 «Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho contigo». Y fue por toda la ciudad proclamando todo lo que Jesús había hecho con él.39 «Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios has hecho por ti». El se fue y proclamó en toda la ciudad lo que Jesús había hecho por él.
40 Cuando regresó Jesús, le recibió la muchedumbre, pues todos le estaban esperando.40 A su regreso, Jesús fue recibido por la multitud, porque todos lo estaban esperando.
41 Y he aquí que llegó un hombre, llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga, y cayendo a los pies de Jesús, le suplicaba entrara en su casa,41 De pronto, se presentó un hombre llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga, y cayendo a los pies de Jesús, le suplicó que fuera a su casa,
42 porque tenía una sola hija, de unos doce años, que estaba muriéndose. Mientras iba, las gentes le ahogaban.42 porque su única hija, que tenía unos doce años, se estaba muriendo. Mientras iba, la multitud lo apretaba hasta sofocarlo.
43 Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que no había podido ser curada por nadie,43 Una mujer que padecía de hemorragias desde hacía doce años y a quien nadie había podido curar,
44 se acercó por detrás y tocó la orla de su manto, y al punto se le paró el flujo de sangre.44 se acercó por detrás y tocó los flecos de su manto; inmediatamente cesó la hemorragia.
45 Jesús dijo: «¿Quién me ha tocado?» Como todos negasen, dijo Pedro: «Maestro, las gentes te aprietan y te oprimen».45 Jesús preguntó: «¿Quién me ha tocado?». Como todos lo negaban, Pedro y sus compañeros le dijeron: «Maestro, es la multitud que te está apretujando».
46 Pero Jesús dijo: «Alguien me ha tocado, porque he sentido que una fuerza ha salido de mí».46 Pero Jesús respondió: «Alguien me ha tocado, porque he sentido que una fuerza salía de mí».
47 Viéndose descubierta la mujer, se acercó temblorosa, y postrándose ante él, contó delante de todo el pueblo por qué razón le había tocado, y cómo al punto había sido curada.47 Al verse descubierta, la mujer se acercó temblando, y echándose a sus pies, contó delante de todos por qué lo había tocado y cómo fue curada instantáneamente.
48 El le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz».48 Jesús le dijo entonces: «Hija, tu fe te ha salvado, vete en paz».
49 Estaba todavía hablando, cuando uno de casa del jefe de la sinagoga llega diciendo: «Tu hija está muerta. No molestes ya al Maestro».49 Todavía estaba hablando, cuando llegó alguien de la casa del jefe de sinagoga y le dijo: «Tu hija ha muerto, no molestes más al Maestro».
50 Jesús, que lo oyó, le dijo: «No temas; solamente ten fe y se salvará».50 Pero Jesús, que había oído, respondió: «No temas, basta que creas y se salvará».
51 Al llegar a la casa, no permitió entrar con él más que a Pedro, Juan y Santiago, al padre y a la madre de la niña.51 Cuando llegó a la casa no permitió que nadie entrara con él, sino Pedro, Juan y Santiago, junto con el padre y la madre de la niña.
52 Todos la lloraban y se lamentaban, pero él dijo: «No lloréis, no ha muerto; está dormida».52 Todos lloraban y se lamentaban. «No lloren, dijo Jesús, no está muerta, sino que duerme».
53 Y se burlaban de él, pues sabían que estaba muerta.53 Y se burlaban de él, porque sabían que la niña estaba muerta.
54 El, tomándola de la mano, dijo en voz alta: «Niña, levántate».54 Pero Jesús la tomó de la mano y la llamó, diciendo: «Niña, levántate».
55 Retornó el espíritu a ella, y al punto se levantó; y él mandó que le dieran a ella de comer.55 Ella recuperó el aliento y se levantó en el acto. Después Jesús ordenó que le dieran de comer.
56 Sus padres quedaron estupefactos, y él les ordenó que a nadie dijeran lo que había pasado.56 Sus padres se quedaron asombrados, pero él les prohibió contar lo que había sucedido.