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Sabato, 4 maggio 2024 - San Ciriaco ( Letture di oggi)

Sabiduría 18


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BIBLIAEL LIBRO DEL PUEBLO DE DIOS
1 Entre tanto para tus santos había una grandísima luz. Los egipcios, que oían su voz aunque no distinguían su figura, les proclamaban dichosos por no haber padecido ellos también;
1 Para tus santos, en cambio, brillaba una intensa luz. Los egipcios, que oían sus voces, sin distinguir su figura, los consideraban dichosos porque no tenían que sufrir como ellos,
2 les daban gracias porque agraviados no se vengaban y les pedían perdón por su conducta hostil.
2 les daban gracias porque no se vengaban de los daños recibidos, y les pedían perdón por su actitud hostil.
3 En vez de tinieblas, diste a los tuyos una columna de fuego, guía a través de rutas desconocidas, y sol inofensivo en su gloriosa emigración.
3 En lugar de esas tinieblas, diste a los tuyos una columna de fuego, para que les sirviera de guía en un camino desconocido y del sol inofensivo en su gloriosa emigración.
4 Bien merecían verse de luz privados y prisioneros de tinieblas, los que en prisión tuvieron encerrados a aquellos hijos tuyos que habían de dar al mundo la luz incorruptible de la Ley.
4 Pero merecían estar privados de la luz y prisioneros de las tinieblas los que habían retenido cautivos a tus hijos, por quienes debía transmitirse al mundo la luz incorruptible de la Ley.
5 Por haber decretado matar a los niños de los santos, salvándose de los hijos expuestos uno tan sólo, les arrebataste en castigo la multitud de sus hijos y a ellos, a una, les hiciste perecer bajo la violencia de las aguas.
5 Como ellos habían resuelto hacer perecer a los hijos pequeños de los santos y de los niños expuestos al peligro, uno solo se salvó para castigarlos, tú les arrebataste un gran número de sus hijos y los hiciste perecer a todos juntos en las aguas impetuosas.
6 Aquella noche fue previamente conocida por nuestros padres, para que se confortasen al reconocer firmes los juramentos en que creyeron.
6 Aquella noche fue dada a conocer de antemano a nuestros padres, para que, sabiendo con seguridad en qué juramentos habían creído, se sintieran reconfortados.
7 Tu pueblo esperaba a la vez la salvación de los justos y la destrucción de sus enemigos.
7 Tu pueblo esperaba, a la vez, la salvación de los justos y la perdición de sus enemigos;
8 Y, en efecto, con el castigo mismo de nuestros adversarios, nos colmaste de gloria llamándonos a ti.
8 porque con el castigo que infligiste a nuestros adversarios, tú nos cubriste de gloria, llamándonos a ti.
9 Los santos hijos de los buenos ofrecieron sacrificios en secreto y establecieron unánimes esta ley divina: que los santos correrían en común las mismas aventuras y riesgos; y, previamente, cantaron ya los himnos de los Padres.
9 Por eso, los santos hijos de los justos ofrecieron sacrificios en secreto, y establecieron de común acuerdo esta ley divina: que los santos compartirían igualmente los mismos bienes y los mismos peligros; y ya entonces entonaron los cantos de los Padres.
10 A estos cánticos respondía el discordante clamor de sus enemigos, se disfundían los lamentos de los que lloraban a sus hijos.
10 Le hacía eco el clamor confuso de sus enemigos, y se propagaban los gritos lastimeros de los que lloraban a sus hijos.
11 Un mismo castigo alcanzaba al esclavo y al señor; el hombre del pueblo sufría la misma pena que el rey.
11 Un mismo castigo hería al esclavo y al dueño, el hombre del pueblo sufría lo mismo que el rey.
12 Todos a la vez contaban con muertos innumerables abatidos por un mismo género de muerte. Los vivos no se bastaban a darles sepultura, como que, de un solo golpe, había caído la flor de su descendencia.
12 Todos por igual tenían innumerables cadáveres, abatidos por el mismo género de muerte. Los sobrevivientes no daban abasto para sepultarlos, porque en un instante había sido destruido lo mejor de su estirpe.
13 Mantenidos en absoluta incredulidad por los artificios de la magia, acabaron por confesar, ante la muerte de sus primogénitos, que aquel pueblo era hijo de Dios.
13 Así, aquellos que a causa de los sortilegios se habían vuelto totalmente incrédulos, ante la pérdida de sus primogénitos, confesaron que ese pueblo era hijo de Dios.
14 Cuando un sosegado silencio todo lo envolvía y la noche se encontraba en la mitad de su carrera,
14 Cuando un silencio apacible envolvía todas las cosas, y la noche había llegado a la mitad de su rápida carrera,
15 tu Palabra omnipotente, cual implacable guerrero, saltó del cielo, desde el trono real, en medio de una tierra condenada al exterminio. Empuñando como afilada espada tu decreto irrevocable,
15 tu Palabra omnipotente se lanzó desde el cielo, desde el trono real, como un guerrero implacable, en medio del país condenado al exterminio. Empuñando como una espada afilada tu decreto irrevocable,
16 se detuvo y sembró la muerte por doquier; y tocaba el cielo mientras pisaba la tierra.
16 se detuvo y sembró la muerte por todas partes: a la vez que tocaba el cielo, avanzaba sobre la tierra.
17 Entonces, de repente, sueños y horribles visiones les sobresaltaron, les sobrevinieron terrores imprevistos.
17 Entonces, bruscamente, las visiones de horribles pesadillas los sobresaltaron, y los invadieron terrores inesperados.
18 Aquí y allá tendidos, ya moribundos, daban a conocer la causa de su muerte,
18 Tendidos medio muertos por todas partes, hacían saber cuál era la causa de su muerte,
19 pues los sueños que les habían pertubado, se lo habían indicado a tiempo para que no muriesen sin saber la razón de su desgracia.
19 porque los sueños que los habían agitado se lo habían advertido de antemano, para que no perecieran sin saber por qué padecían esos males.
20 También a los justos les alcanzó la prueba de la muerte; una multitud de ellos pereció en el desierto. Pero no duró la Cólera mucho tiempo,
20 También los justos experimentaron la muerte, y una multitud fue masacrada en el desierto. Pero la ira divina no duró mucho tiempo,
21 que pronto un hombre irreprochable salió en su defensa. Con las armas de su propio ministerio, la oración y el incienso expiatorio, se enfrentó a la ira y dio fin a la plaga, mostrando con ello que era en verdad siervo tuyo.
21 porque muy pronto un hombre irreprochable salió en su defensa, con las armas de su propio ministerio: la oración y el incienso expiatorio. El afrontó la cólera divina y puso fin a la calamidad, demostrando así que era tu servidor.
22 Y venció a la Cólera no con la fuerza de su cuerpo, ni con el poder de las armas, sino que sometió con su palabra al que traía el castigo recordándole los juramentos hechos a los Padres y las alianzas.
22 El venció la animosidad divina, no con la fuerza del cuerpo ni con el poder de las armas, sino que, por medio de la palabra, hizo entrar en razón al que infligía el castigo, recordándole las alianzas y los juramentos hechos a los Padres.
23 Cuando ya los muertos, unos sobre otros, yacían hacinados, frenó, interponiéndose, el avance de la Cólera y le cerró el camino hacia los que todavía vivían.
23 Cuando los cadáveres yacían amontonados unos sobre otros, él se interpuso, contuvo la cólera divina y le cerró el camino hacia los que aún vivían.
24 Llevaba en su vestido talar el mundo entero, grabados en cuatro hileras de piedras los nombres gloriosos de los Padres y tu majestad en la diadema de su cabeza.
24 Porque sobre sus vestiduras sacerdotales estaba el mundo entero, sobre las cuatro hileras de piedras preciosas estaban grabados los nombres gloriosos de los Padres, y sobre la diadema de su cabeza estaba tu Majestad.
25 Ante esto, el Exterminador cedió y se atemorizó; pues era suficiente la sola experiencia de tu Cólera.
25 Ante esto, el Exterminador retrocedió lleno de temor, ya que bastaba con una sola prueba de tu ira.