Scrutatio

Giovedi, 28 marzo 2024 - San Castore di Tarso ( Letture di oggi)

Sabiduría 17


font

1Grandes son en verdad tus juicios e inenarrables, por donde almas ignorantes se vinieron a engañar.
2Imaginaban los impíos que podrían oprimir a una nación santa; y se encontraron prisioneros de tinieblas, en larga noche trabados, recluidos en sus casas, desterrados de la Providencia eterna.
3Creían que se mantendrían ocultos con sus secretos pecados bajo el oscuro velo del olvido; y se vieron dispersos, presa de terrible espanto, sobresaltados por apariciones.
4Pues ni el escondrijo que les protegía les libraba del miedo; que también allí resonaban ruidos escalofriantes y se aparecían espectros sombríos de lúgubre aspecto.
5No había fuego intenso capaz de alumbrarles, ni las brillantes llamas de las estrellas alcanzaban a esclarecer aquella odiosa noche.
6Tan sólo una llamarada, por sí misma encendida, se dejaba entrever sembrando el terror; pues en su espanto, al desaparecer la visión, imaginaban más horrible aún lo que acababan de ver.
7Los artificios de la magia resultaron ineficaces; con gran afrenta quedó refutado su pretendido saber,
8pues los que prometían expulsar miedos y sobresaltos de las almas enloquecidas, enloquecían ellos mismos con ridículos temores.
9Incluso cuando otro espanto no les atemorizara, sobresaltados por el paso de los bichos y el silbido de los reptiles,
10se morían de miedo, y rehusaban mirar aquel aire que de ninguna manera podían evitar.
11Cobarde es, en efecto, la maldad y ella a sí misma se condena; acosada por la conciencia imagina siempre lo peor;
12pues no es otra cosa el miedo sino el abandono del apoyo que presta la reflexión;
13y cuanto menos se cuenta con los recursos interiores, tanto mayor parece la desconocida causa que produce el tormento.
14Durante aquella noche verdaderamente inerte, surgida de las profundidades del inerte Hades, en un mismo sueño sepultados,
15al invadirles un miedo repentino e inesperado, se vieron, de un lado, perseguidos de espectrales apariciones y, de otro, paralizados por el abandono de su alma.
16De este modo, cualquiera que en tal situación cayera, quedaba encarcelado, encerrado en aquella prisión sin hierros;
17ya fuera labrador o pastor, o bien un obrero dedicado en la soledad a su trabajo, sorprendido, soportaba la ineludible necesidad,
18atados todos como estaban por una misma cadena de tinieblas. El silbido del viento, el melodioso canto de las aves en la enramada, el ruido regulado del agua que corría impetuosa,
19el horrísimo fragor de rocas que caían de las alturas, la invisible carrera de animales que saltando pasaban, el rugido de las fieras más salvajes, el eco que devolvían las oquedades de las montañas, todo les aterrorizaba y les dejaba paralizados.
20Estaba entonces el mundo entero iluminado de luz esplendorosa, y, sin traba alguna, se ocupaba en sus quehaceres;
21sólo sobre ellos se extendía pesada noche, imagen de las tinieblas que les esperaban recibir. Aunque ellos a sí mismos se eran más pesados que las tinieblas.