Scrutatio

Giovedi, 25 aprile 2024 - San Marco ( Letture di oggi)

1 Corintios 15


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1Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os prediqué, que habéis recibido y en el cual permanecéis firmes,2por el cual también sois salvados, si lo guardáis tal como os lo prediqué... Si no, ¡habríais creído en vano!3Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras;4que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras;5que se apareció a Cefas y luego a los Doce;6después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron.7Luego se apareció a Santiago; más tarde, a todos los apóstoles.8Y en último término se me apareció también a mí, como a un abortivo.9Pues yo soy el último de los apóstoles: indigno del nombre de apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios.10Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Pero no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.11Pues bien, tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído.12Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos ¿cómo andan diciendo algunos entre vosotros que no hay resurrección de los muertos?13Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó.14Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe.15Y somos convictos de falsos testigos de Dios porque hemos atestiguado contra Dios que resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si es que los muertos no resucitan.16Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó.17Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana: estáis todavía en vuestros pecados.18Por tanto, también los que durmieron en Cristo perecieron.19Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, ¡somos los más dignos de compasión de todos los hombres!20¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que durmieron.21Porque, habiendo venido por un hombre la muerte, también por un hombre viene la resurrección de los muertos.22Pues del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo.23Pero cada cual en su rango: Cristo como primicias; luego los de Cristo en su Venida.24Luego, el fin, cuando entregue a Dios Padre el Reino, depués de haber destruido todo Principado, Dominación y Potestad.25Porque debe él reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies.26El último enemigo en ser destruido será la Muerte.27Porque ha sometido todas las cosas bajo sus pies. Mas cuando diga que «todo está sometido», es evidente que se excluye a Aquel que ha sometido a él todas las cosas.28Cuando hayan sido sometidas a él todas las cosas, entonces también el Hijo se someterá a Aquel que ha sometido a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todo.29De no ser así ¿a qué viene el bautizarse por los muertos? Si los muertos no resucitan en manera alguna ¿por qué bautizarse por ellos?30Y nosotros mismos ¿por qué nos ponemos en peligro a todas horas?31Cada día estoy a la muerte ¡sí hermanos! gloria mía en Cristo Jesús Señor nuestro, que cada día estoy en peligro de muerte.32Si por motivos humanos luché en Efeso contra las bestias ¿qué provecho saqué? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos.33No os engañéis: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres».34Despertaos, como conviene, y no pequéis; que hay entre vosotros quienes desconocen a Dios. Para vergüenza vuestra lo digo.35Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo vuelven a la vida?36¡Necio! Lo que tú siembras no revive si no muere.37Y lo que tú siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un simple grano, de trigo por ejemplo o de alguna otra planta.38Y Dios le da un cuerpo a su voluntad: a cada semilla un cuerpo peculiar.39No toda carne es igual, sino que una es la carne de los hombres, otra la de los animales, otra la de las aves, otra la de los peces.40Hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero uno es el resplandor de los cuerpos celestes y otro el de los cuerpos terrestres.41Uno es el resplandor del sol, otro el de la luna, otro el de las estrellas. Y una estrella difiere de otra en resplandor.42Así también en la resurrección de los muertos: se siembra corrupción, resucita incorrupción;43se siembra vileza, resucita gloria; se siembra debilidad, resucita fortaleza;44se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual. Pues si hay un cuerpo natural, hay también un cuerpo espiritual.45En efecto, así es como dice la Escritura: Fue hecho el primer hombre, Adán, alma viviente; el último Adán, espíritu que da vida.46Mas no es lo espiritual lo que primero aparece, sino lo natural; luego, lo espiritual.47El primer hombre, salido de la tierra, es terreno; el segundo, viene del cielo.48Como el hombre terreno, así son los hombres terrenos; como el celeste, así serán los celestes.49Y del mismo modo que hemos llevado la imagen del hombre terreno, llevaremos también la imagen del celeste.50Os digo esto, hermanos: La carne y la sangre no pueden heredar el Reino de los cielos: ni la corrupción hereda la incorrupción.51¡Mirad! Os revelo un misterio: No moriremos todos, mas todos seremos transformados.52En un instante, en un pestañear de ojos, al toque de la trompeta final, pues sonará la trompeta, los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados.53En efecto, es necesario que este ser corruptible se revista de incorruptibilidad; y que este ser mortal se revista de inmortalidad.54Y cuando este ser corruptible se revista de incorruptibilidad y este ser mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: La muerte ha sido devorada en la victoria.55¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?56El aguijón de la muerte es el pecado; y la fuerza del pecado, la Ley.57Pero ¡gracias sean dadas a Dios, que nos da la victora por nuestro Señor Jesucristo!58Así pues, hermanos míos amados, manteneos firmes, inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que vuestro trabajo no es vano el el Señor.