Scrutatio

Martedi, 30 aprile 2024 - San Pio V ( Letture di oggi)

Daniel 13


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BIBLIAJERUSALEM
1 Vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín.1 A Babylone vivait un homme du nom de Ioakim.
2 Se había casado con una mujer llamada Susana, hija de Jilquías, que era muy bella y temerosa de Dios;2 Il avait épousé une femme du nom de Suzanne, fille d'Helcias; elle était d'une grande beauté etcraignait Dieu,
3 sus padres eran justos y habían educado a su hija según la ley de Moisés.3 car ses parents étaient des justes et avaient élevé leur fille dans la loi de Moïse.
4 Joaquín era muy rico, tenía un jardín contiguo a su casa, y los judíos solían acudir donde él, porque era el más prestigioso de todos.4 Ioakim était fort riche, un jardin était proche de sa maison, et les Juifs se rendaient chez lui en grandnombre, car on l'estimait plus que tout autre.
5 Aquel año habían sido nombrados jueces dos ancianos, escogidos entre el pueblo, de aquellos de quienes dijo el Señor: «La iniquidad salió en Babilonia de los ancianos y jueces que se hacían guías del pueblo».5 Cette année-là, on avait choisi dans le peuple deux vieillards qu'on avait désignés comme juges.C'est eux que vise la parole du Seigneur: "L'iniquité est venue en Babylone des vieillards et des juges qui sedonnaient pour guides du peuple."
6 Venían éstos a menudo a casa de Joaquín, y todos los que tenían algún litigio se dirigían a ellos.6 Ces gens fréquentaient la maison de Ioakim et tous ceux qui avaient quelque procès s'adressaient àeux.
7 Cuando todo el mundo se había retirado ya, a mediodía, Susana entraba a pasear por el jardín de su marido.7 Lorsque tout le monde s'était retiré, vers midi, Suzanne venait se promener dans le jardin de sonépoux.
8 Los dos ancianos, que la veían entrar a pasear todos los días, empezaron a desearla.8 Les deux vieillards qui la voyaient tous les jours entrer pour sa promenade se mirent à la désirer.
9 Perdieron la cabeza dejando de mirar hacia el cielo y olvidando sus justos juicios.9 Ils en perdirent le sens, négligeant de regarder vers le Ciel et oubliant ses justes jugements.
10 Estaban, pues, los dos apasionados por ella, pero no se descubrían mutuamente su tormento,10 Tous deux blessés de cette passion, ils se cachaient l'un à l'autre leur tourment.
11 por vergüenza de confesarse el deseo que tenían de unirse a ella,11 Honteux d'avouer le désir qui les pressait de coucher avec elle,
12 y trataban afanosamente de verla todos los días.12 ils n'en rusaient pas moins chaque jour pour la voir.
13 Un día, después de decirse el uno al otro: «Vamos a casa, que es hora de comer», salieron y se fueron cada uno por su lado.13 Un jour, s'étant quittés sur ces mots: "Rentrons chez nous, c'est l'heure du déjeuner", et chacun s'enétant allé de son côté,
14 Pero ambos volvieron sobre sus pasos y se encontraron de nuevo en el mismo sitio. Preguntándose entonces mutuamente el motivo, se confesaron su pasión y acordaron buscar el momento en que pudieran sorprender a Susana a solas.14 chacun aussi revint sur ses pas et ils se retrouvèrent face à face. Forcés alors de s'expliquer, ilss'avouèrent leur passion et convinrent de chercher le moment où ils pourraient surprendre Suzanne seule.
15 Mientras estaban esperando la ocasión favorable, un día entró Susana en el jardín como los días precedentes, acompañada solamente de dos jóvenes doncellas, y como hacía calor quiso bañarse en el jardín.15 Ils attendaient donc l'occasion favorable. Un jour, Suzanne vint, comme les jours précédents,accompagnée seulement de deux petites servantes, et, comme il faisait chaud, elle voulut se baigner au jardin.
16 No había allí nadie, excepto los dos ancianos que, escondidos, estaban al acecho.16 Il n'y avait personne: seuls les deux vieillards, cachés, étaient aux aguets.
17 Dijo ella a las doncellas: «Traedme aceite y perfume, y cerrad las puertas del jardín, para que pueda bañarme».17 Elle dit aux servantes: "Apportez-moi de l'huile et du baume, et fermez la porte du jardin, afin queje puisse me baigner."
18 Ellas obedecieron, cerraron las puertas del jardín y salieron por la puerta lateral para traer lo que Susana había pedido; no sabían que los ancianos estaban escondidos.18 Elles obéirent, fermèrent la porte du jardin, et rentrèrent dans la maison par une porte latérale poury chercher ce que Suzanne avait demandé, sans rien savoir des vieillards qui se tenaient cachés.
19 En cuanto salieron las doncellas, los dos ancianos se levantaron, fueron corriendo donde ella,19 A peine les servantes étaient-elles parties, qu'ils furent debout et lui dirent, en se jetant sur elle:
20 y le dijeron: «Las puertas del jardín están cerradas y nadie nos ve. Nosotros te deseamos; consiente, pues, y entrégate a nosotros.20 "La porte du jardin est close, personne ne nous voit. Nous te désirons, cède et couche avec nous!
21 Si no, daremos testimonio contra ti diciendo que estaba contigo un joven y que por eso habías despachado a tus doncellas».
22 Susana gimió: «¡Ay, qué aprieto me estrecha por todas partes! Si hago esto, es la muerte para mí; si no lo hago, no escaparé de vosotros.
23 Pero es mejor para mí caer en vuestras manos sin haberlo hecho que pecar delante del Señor».
24 Y Susana se puso a gritar a grandes voces. Los dos ancianos gritaron también contra ella,
25 y uno de ellos corrió a abrir las puertas del jardín.
26 Al oír estos gritos en el jardín, los domésticos se precipitaron por la puerta lateral para ver qué ocurría,
27 y cuando los ancianos contaron su historia, los criados se sintieron muy confundidos, porque jamás se había dicho una cosa semejante de Susana.
28 A la mañana siguiente, cuando el pueblo se reunió en casa de Joaquín, su marido, llegaron allá los dos ancianos, llenos de pensamientos inicuos contra Susana para hacerla morir.
29 Y dijeron en presencia del pueblo: «Mandad a buscar a Susana, hija de Jilquías, la mujer de Joaquín». Mandaron a buscarla,
30 y ella compareció acompañada de sus padres, de sus hijos y de todos sus parientes.
31 Susana era muy delicada y de hermoso aspecto.
32 Tenía puesto el velo, pero aquellos miserables ordenaron que se le quitase el velo para saciarse de su belleza.
33 Todos los suyos lloraban, y también todos los que la veían.
34 Los dos ancianos, levantándose en medio del pueblo, pusieron sus manos sobre su cabeza.
35 Ella, llorando, levantó los ojos al cielo, porque su corazón tenía puesta su confianza en Dios.
36 Los ancianos dijeron: «Mientras nosotros nos paseábamos solos por el jardín, entró ésta con dos doncellas. Cerró las puertas y luego despachó a las doncellas.
37 Entonces se acercó a ella un joven que estaba escondido y se acostó con ella.
38 Nosotros, que estábamos en un rincón del jardín, al ver esta iniquidad, fuimos corriendo donde ellos.
39 Los sorprendimos juntos, pero a él no pudimos atraparle porque era más fuerte que nosotros, y abriendo la puerta se escapó.
40 Pero a ésta la agarramos y le preguntamos quién era aquel joven.
41 No quiso revelárnoslo. De todo esto nosotros somos testigos». La asamblea les creyó como ancianos y jueces del pueblo que eran. Y la condenaron a muerte.
42 Entonces Susana gritó fuertemente: «Oh Dios eterno, que conoces los secretos, que todo lo conoces antes que suceda,
43 tú sabes que éstos han levantado contra mí falso testimonio. Y ahora voy a morir, sin haber hecho nada de lo que su maldad ha tramado contra mí».
44 El Señor escuchó su voz
45 y, cuando era llevada a la muerte, suscitó el santo espíritu de un jovencito llamado Daniel,
46 que se puso a gritar: «¡Yo estoy limpio de la sangre de esta mujer!»
47 Todo el pueblo se volvió hacia él y dijo: «¿Qué significa eso que has dicho?»
48 El, de pie en medio de ellos, respondió: «¿Tan necios sois, hijos de Israel, para condenar sin investigación y sin evidencia a una hija de Israel?
49 ¡Volved al tribunal, porque es falso el testimonio que éstos han levantado contra ella!»
50 Todo el pueblo se apresuró a volver allá, y los ancianos dijeron a Daniel: «Ven a sentarte en medio de nosotros y dinos lo que piensas, ya que Dios te ha dado la dignidad de la ancianidad».
51 Daniel les dijo entonces: «Separadlos lejos el uno del otro, y yo les interrogaré».
52 Una vez separados, Daniel llamó a uno de ellos y le dijo: «Envejecido en la iniquidad, ahora han llegado al colmo los delitos de tu vida pasada,
53 dictador de sentencias injustas, que condenabas a los inocentes y absolvías a los culpables, siendo así que el Señor dice: “No matarás al inocente y al justo.”
54 Conque, si la viste, dinos bajo qué árbol los viste juntos». Respondió él: «Bajo una acacia».
55 «En verdad - dijo Daniel - contra tu propia cabeza has mentido, pues ya el ángel de Dios ha recibido de él la sentencia y viene a partirte por el medio».
56 Retirado éste, mandó traer al otro y le dijo: «¡Raza de Canaán, que no de Judá; la hermosura te ha descarriado y el deseo ha pervertido tu corazón!
57 Así tratabais a las hijas de Israel, y ellas, por miedo, se entregaban a vosotros. Pero una hija de Judá no ha podido soportar vuestra iniquidad.
58 Ahora pues, dime: ¿Bajo qué árbol los sorprendiste juntos?» El respondió: «Bajo una encina».
59 En verdad, dijo Daniel, tú también has mentido contra tu propia cabeza: ya está el ángel del Señor esperando, espada en mano, para partirte por el medio, a fin de acabar con vosotros».
60 Entonces la asamblea entera clamó a grandes voces, bendiciendo a Dios que salva a los que esperan en él.
61 Luego se levantaron contra los dos ancianos, a quienes, por su propia boca, había convencido Daniel de falso testimonio
62 y, para cumplir la ley de Moisés, les aplicaron la misma pena que ellos habían querido infligir a su prójimo: les dieron muerte, y aquel día se salvó una sangre inocente.
63 Jilquías y su mujer dieron gracias a Dios por su hija Susana, así como Joaquín su marido y todos sus parientes, por el hecho de que nada indigno se había encontrado en ella.
64 Y desde aquel día en adelante Daniel fue grande a los ojos del pueblo.