Scrutatio

Venerdi, 26 aprile 2024 - San Marcellino ( Letture di oggi)

Josué 24


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1Josué reunió a todas las tribus de Israel en Siquem, llamó a los ancianos de Israel, a sus jefes, jueces y escribas que se situaron en presencia de Dios.2Josué dijo a todo el pueblo: «Esto dice Yahveh el Dios de Israel: Al otro lado del Río habitaban antaño vuestros padres, Téraj, padre de Abraham y de Najor, y servían a otros dioses.3Yo tomé a vuestro padre Abraham del otro lado del Río y le hice recorrer toda la tierra de Canaán, multipliqué su descendencia y le di por hijo a Isaac.4A Isaac le di por hijos a Jacob y Esaú. A Esaú le di en propiedad la montaña de Seír. Jacob y sus hijos bajaron a Egipto.5Envié después a Moisés y Aarón y herí a Egipto con los prodigios que obré en medio de él. Luego os saqué de allí.6Saqué a vuestros padres de Egipto y llegasteis al mar; los egipcios persiguieron a vuestros padres con los carros y sus guerreros hasta el mar de Suf.7Clamaron entonces a Yahveh, el cual tendió unas densas nieblas entre vosotros y los egipcios, e hizo volver sobre ellos el mar, que los cubrió. Visteis con vuestros propios ojos lo que hice con Egipto; luego habitasteis largo tiempo en el desierto.8Os introduje después en la tierra de los amorreos, que habitaban al otro lado del Jordán; ellos os declararon la guerra y yo los entregué en vuestras manos; y así pudisteis poseer su tierra, porque yo los exterminé delante de vosotros.9Después se levantó Balaq, hijo de Sippor, rey de Moab, para pelear contra Israel, y mandó llamar a Balaam, hijo de Beor, para que os maldijera.10Pero no quise escuchar a Balaam, y hasta tuvo que bendeciros; así os salvé yo de su mano.11«Pasasteis el Jordán y llegasteis a Jericó; pero las gentes de Jericó os hicieron la guerra, igual que los amorreos, los perizitas, los cananeos, los hititas, los guirgasitas, los jivitas y los jebuseos, pero yo los entregué en vuestras manos.12Mandé delante de vosotros avispas que expulsaron, antes que llegarais, a los dos reyes de los amorreos; no fue con tu espada ni con tu arco.13Os he dado una tierra que no os ha costado fatiga, unas ciudades que no habéis construido y en las que sin embargo habitáis, viñas y olivares que no habéis plantado y de las que os alimentáis.14«Ahora, pues, temed a Yahveh y servidle perfectamente, con fidelidad; apartaos de los dioses a los que sirvieron vuestros padres más allá del Río y en Egipto y servid a Yahveh.15Pero, si no os parece bien servir a Yahveh, elegid hoy a quién habéis de servir, o a los dioses a quienes servían vuestros padres más allá del Río, o a los dioses de los amorreos en cuyo país habitáis ahora. Yo y mi familia serviremos a Yahveh».16El pueblo respondió: «Lejos de nosotros abandonar a Yahveh para servir a otros dioses.17Porque Yahveh nuestro Dios es el que nos hizo subir, a nosotros y a nuestros padres, de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre, y el que delante de nuestros ojos obró tan grandes señales y nos guardó por todo el camino que recorrimos y en todos los pueblos por los que pasamos.18Además Yahveh expulsó delante de nosotros a todos esos pueblos y a los amorreos que habitaban en el país. También nosotros serviremos a Yahveh, porque él es nuestro Dios».19Entonces Josué dijo al pueblo: «No podréis servir a Yahveh, porque es un Dios santo, es un Dios celoso, que no perdonará ni vuestras rebeldías ni vuestros pecados.20Si abandonáis a Yahveh para servir a los dioses del extranjero, él a su vez traerá el mal sobre vosotros y acabará con vosotros, después de haberos hecho tanto bien».21El pueblo respondió a Josué: «No; nosotros serviremos a Yahveh».22Josué dijo al pueblo: «Vosotros sois testigos contra vosotros mismos de que habéis elegido a Yahveh para servirle». Respondieron ellos: «¡Testigos somos!» -23«Entonces, apartad los dioses del extranjero que hay en medio de vosotros e inclinad vuestro corazón hacia Yahveh, Dios de Israel».24El pueblo respondió a Josué: «A Yahveh nuestro Dios serviremos y a sus voz atenderemos».25Aquél día, Josué pactó una alianza para el pueblo; le impuso decretos y normas en Siquem.26Josué escribió estas palabras en el libro de la Ley de Dios. Tomó luego una gran piedra y la plantó allí, al pie de la encina que hay en el santuario de Yahveh.27Josué dijo al todo el pueblo: «Mirad, esta piedra será testigo contra nosotros, pues ha oído todas las palabras que Yahveh ha hablado con nosotros; ella será testigo contra vosotros para que no reneguéis de vuestro Dios».28Y Josué despidió al pueblo cada uno a su heredad.29Después de estos acontecimientos, murió Josué, hijo de Nun, siervo de Yahveh, a la edad de 110 años.30Fue enterrado en el término de su heredad, en Timnat Séraj, que está en la montaña de Efraím, al norte del monte Gaás.31Israel sirvió a Yahveh todos los días de Josué y todos los días de los ancianos que siguieron viviendo después de Josué y que sabían todas las hazañas que Yahveh había hecho en favor de Israel.32Los huesos de José, que los hijos de Israel habían subido de Egipto, fueron sepultados en Siquem, en la parcela de campo que había comprado Jacob a los hijos de Jamor, padre de Siquem, por cien pesos, y que pasó a ser heredad de los hijos de José.33También Eleazar, hijo de Aarón, murió y lo enterraron en Guibeá, ciudad de su hijo Pinjás, que le había sido dada en la montaña de Efraím.