Scrutatio

Sabato, 20 aprile 2024 - Beata Chiara Bosatta ( Letture di oggi)

Baruc 6


font

1Por los pecados que habéis cometido delante de Dios, vais a ser llevados cautivos a Babilonia por Nabucodonosor, rey de los babilonios.2Una vez llegados a Babilonia, estaréis allí muchos años y por largo tiempo, hasta siete generaciones; pero después yo os sacaré de allí en paz.3Ahora vais a ver en Babilonia dioses de plata, de oro y de ma madera, que son llevados a hombros y que infunden temor a los gentiles.4Estad alerta, no hagáis vosotros también como los extranjeros de modo que os entre temor de esos dioses,5cuando veáis la turba delante y detrás de ellos adorándoles. Decid entonces en vuestro interior: «A ti solo se debe adoración, Señor».6Pues mi ángel está con vosotros: él tiene cuidado de vuestras vidas.7Porque la lengua de esos dioses ha sido limada por un artesano, y ellos, por muy dorados y plateados que estén, son falsos y no pueden hablar.8Como para una joven presumida, así ellos toman oro y preparan coronas para las cabezas de sus dioses.9Ocurre a veces que los sacerdotes roban a sus dioses oro y plata y lo emplean en sus propios gastos, y llegan a dárselo incluso a las prostitutas de la terraza.10Los adornan también con vestidos como si fuesen hombres, a esos dioses de plata, oro y madera; pero éstos no se libran ni de la roña ni de los gusanos.11Por muy envueltos que estén en vestidos de púrpura, tienen que lavarles la cara, debido al polvo de la casa que los recubre espesamente.12Hay quien empuña el cetro como un gobernador de provincia, pero no podría aniquilar al que le ha ofendido.13Otro tiene en su diestra espada y hacha, pero no puede defenderse de la guerra ni de los ladrones.14Por donde bien dejan ver que no son dioses. Así que no les temáis.15Como el vaso que un hombre usa, cuando se rompe, se hace inservible, así les pasa a sus dioses una vez colocados en el templo.16Sus ojos están llenos del polvo levantado por los pies de los que entran.17Lo mismo que a uno que ha ofendido al rey se le cierran bien las puertas, como que está condenado a muerte, así los sacerdotes aseguran las casas de estos dioses con puertas, cerrojos y trancas, para que no sean saqueados por los ladrones.18Les encienden lámparas y aun más que para ellos mismos, cuando los dioses no pueden ver ni una sola de ellas.19Les pasa lo mismo que a las vigas de la casa cuyo interior se dice que está aplillado. A los gusanos que suben del suelo y los devoran, a ellos y sus vestidos, no los sienten.20Sus caras están ennegrecidas por la humareda de la casa.21Sobre su cuerpo y sus cabezas revolotean lechuzas vencejos y otros pájaros; y también hay gatos.22Por donde podéis ver que no son dioses; así que no les temáis.23El oro mismo con que los recubren para embellecerlos no lograría hacerlos brillar si no hubiera quien le limpiara la herrumbre, pues ni cuando eran fundidos se daban cuenta.24A enorme precio han sido comprados esos dioses en los que no hay soplo de vida.25Al no tener pies, son llevados a hombros, exhibiendo así a los hombres su propia ignominia; y quedan también en vergüenza sus servidores, porque si aquéllos llegan a caer en tierra, tienen que ser levantados por ellos.26Si se les pone en pie, no pueden moverse por sí mismos; si se les tumba, no logran enderezarse solos; como a muertos, se les presentan las ofrendas.27Sus víctimas las venden los sacerdotes y sacan provecho de ellas; también sus mujeres ponen una parte en conserva, sin repartir nada al pobre ni al enfermo; y las mujeres que acaban de dar a luz y las que están en estado de impureza tocan sus víctimas.28Conociendo, pues, por todo esto que no son dioses, no les temáis.29¿Cómo, en efecto, podrían llamarse dioses? Son mujeres las que presentan ofrendas ante estos dioses de plata, oro y madera.30Y en sus templos los sacerdotes se están sentados, con las túnicas desgarradas, las cabezas y las barbas rapadas y la cabeza descubierta;31y vocean chillando delante de sus dioses como hacen algunos en un banquete fúnebre.32Los sacerdotes les quitan la vestimenta para vestir a sus mujeres y sus hijos.33Si alguien les hace daño o favor, no pueden darle su merecido. Ni pueden poner ni quitar rey.34Tampoco son capaces de dar ni riquezas ni dinero. Si alguien les hace un voto y no lo cumple, no le piden cuentas.35Jamás libran a un hombre de la muerte, ni arrancan al débil de las manos del poderoso.36No pueden devolver la vista al ciego, ni liberar al hombre que se halla en necesidad.37No tienen piedad de la viuda ni hacen bien al huérfano.38A los peñasos sacados del monte se parecen esos maderos recubiertos de oro y plata, y sus servidores quedan en vergüenza.39¿Cómo, pues, se puede creer o afirmar que son dioses?40Más aún, los mismos caldeos los desacreditan cuando, al ver a un mudo que no puede hablar, lo llevan donde Bel, pidiéndole que le devuelva el habla, como si este dios pudiera percibir.41Y no pueden ellos, que piensan, abandonar a sus dioses que no sienten nada.42Las mujeres, ceñidas de cuerdas, se sientan junto a los casminos quemando como incienso el salvado,43y, cuando una de ellas, solicitada por algún transeúnte, se acuesta con él, reprocha a su vecina de no haber sido hallada digna como ella y de no haber sido rota su cuerda.44Todo lo que se hace en honor de ellos es engaño. ¿Cómo, pues, se puede creer o afirmar que son dioses?45Han sido fabricados por artesanos y orfebres, y no son cosa que lo que sus artífices quieren que sean.46Los mismos que los han fabricado no duran mucho tiempo; ¿cómo, pues, van a ser dioses las cosas fabricadas por ellos?47Sólo mentira y oprobio han dejado a su posteridad.48Y cuando les sobrevienen guerras o calamidades, los sacerdotes deliberan entre sí dónde esconderse con ellos.49¿Cómo, pues, no darse cuenta de que no son dioses los que no pueden salvarse a sí mismos de la guerra ni de las calamidades?50No siendo otra cosa que madera dorada y plateada, se reconocer reconocerá más tarde que no son más que mentira. Para todos, naciones y reyes, quedará claro que no son dioses, sino obras de manos de hombres, y que no hay en ellos obra alguna de un dios.51¿A quién, pues, no parecerá evidente que no son dioses?52No pueden poner rey en un país, ni dar a los hombres la lluvia.53No saben juzgar sus pleitos, ni liberar y proteger al agraviado, porque son incapaces; como cornejas son entre el cielo y la tierra.54Pues si llega a prender el fuego en la casa de esos dioses de madera, dorados y plateados, sus sacerdotes escaparán y se pondrán a salvo, pero ellos serán, como postes, presa de las llamas.55Tampoco pueden resistir a rey ni a ejército enemigo.56¿Cómo pues, admitir o creer que son dioses?57Ni de ladrones y salteadores pueden defenderse estos dioses de madera, plateados y dorados; aquéllos, más fuertes que ellos, les quitan el oro, la plata y la vestimenta que los recubre, y se van con ello, sin que los dioses puedan socorrerse a sí mismos.58De modo que es mucho mejor ser un rey que ostenda su poder, o un utensilio provechoso en una casa, del cual se sirve su dueño, que no estos falsos dioses; o una puerta en una casa, que guarda cuanto hay dentro de ella, que no estos falsos dioses; o bien un poste de madera en un palacio, que no estos falsos dioses.59El sol, la luna y las estrellas, que brillan y tienen una misión, son obedientes:60igualmente el relámpago, cuando aparece, es bien visible; asimismo el viento sopla en todo país;61las nubes, cuando reciben de Dios la orden de recorrer toda la tierra, la ejecutan al punto; y el fuego, enviado de lo alto a consumir montes y bosques, hace lo que se le ha ordenado.62Pero aquéllos no pueden compararse a ninguna de estas cosas, ni en presencia, ni en potentia.63Así que no se puede creer ni afirmar que sean dioses, puesto que no son capaces de hacer justicia ni de proporcionar bien alguno a los hombres.64Sabiendo, pues, que no son dioses, no les temáis.65Tampoco pueden maldecir ni bendecir a los reyes;66ni hacer ver a las naciones señales en el cielo; ni resplandecen como el sol, ni alumbran como la luna.67Las bestias valen más que ellos, porque pueden, refugiándose bajo cubierto, ser útiles a sí mismas.68Por ningún lado, pues, aparece que sean dioses; así que no les temáis.69Como espantajo en cohombral, que no guarda nada, así son sus dioses de madera, dorados y plateados.70También a un espino en un huerto, en el que todos los pájaros se posan, o a un muerto echado en lugar oscuro, se pueden comparar sus dioses de madera, dorados y plateados.71Por la púrpura y el lino que se pudre encima de ellos, conoceréis también que no son dioses. Ellos mismos serán al fin devorados y serán un oprobio para el país.72Mucho más vale, pues, el hombre justo, que no tiene ídolos; él estará lejos del oprobio.