Scrutatio

Venerdi, 26 aprile 2024 - San Marcellino ( Letture di oggi)

2 Corintios 3


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1¿Comenzamos de nuevo a recomendarnos? ¿O es que, como algunos, necesitamos presentaros cartas de recomendación o pedíroslas?2Vosotros sois nuestra carta, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres.3Evidentemente sois una carta de Cristo, redactada por ministerio nuestro, escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne, en los corazones.4Esta es la confianza que tenemos delante de Dios por Cristo.5No que por nosotros mismos seamos capaces de atribuirnos cosa alguna, como propia nuestra, sino que nuestra capacidad viene de Dios,6el cual nos capacitó para ser ministros de una nueva Alianza, no de la letra, sino del Espíritu. Pues la letra mata mas el Espíritu da vida.7Que si el ministerio de la muerte, grabado con letras sobre tablas de piedra, resultó glorioso hasta el punto de no poder los hijos de Israel fijar su vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, aunque pasajera,8¡cuánto más glorioso no será el ministerio del Espíritu!9Efectivamente, si el ministerio de la condenación fue glorioso, con mucha más razón lo será el ministerio de la justicia.10Pues en este aspecto, no era gloria aquella glorificación en comparación de esta gloria sobreeminente.11Porque si aquello, que era pasajero, fue glorioso, ¡cuánto más glorioso será lo permanente!12Teniendo, pues, esta esperanza, hablamos con toda valentía,13y no como Moisés, que se ponía un velo sobre su rostro para impedir que los israelitas vieran el fin de lo que era pasajero...14Pero se embotaron sus inteligencias. En efecto, hasta el día de hoy perdura ese mismo velo en la lectura del Antiguo Testamento. El velo no se ha levantado, pues sólo en Cristo desaparece.15Hasta el día de hoy, siempre que se lee a Moisés, un velo está puesto sobre sus corazones.16Y cuando se convierte al Señor, se arranca el velo.17Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad.18Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos: así es como actúa el Señor, que es Espíritu.