Scrutatio

Domenica, 5 maggio 2024 - Beato Nunzio Sulprizio ( Letture di oggi)

Deuteronomio 2


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BIBLIAEL LIBRO DEL PUEBLO DE DIOS
1 Luego nos volvimos y partimos hacia el desierto, por el camino del mar de Suf, como Yahveh me había mandado. Durante muchos días anduvimos rodeando la montaña de Seír.1 Después dimos vuelta y nos pusimos en camino hacia el desierto, en dirección al Mar Rojo, como me lo había dicho el Señor. Durante muchos días estuvimos dando vueltas alrededor del macizo de Seír.
2 Yahveh me habló y me dijo:2 Hasta que por fin el Señor me dijo:
3 «Ya habéis dado bastantes rodeos a esta montaña: dirigíos hacia el norte.3 «Basta ya de dar vueltas alrededor de esta montaña. Ahora diríjanse hacia el norte.
4 Y da al pueblo esta orden: Vais a pasar por el territorio de vuestros hermanos, los hijos de Esaú, que habitan en Seír. Ellos os temen; pero vosotros tened mucho cuidado;4 Comunica esta orden al pueblo: Ustedes van a pasar por la región de Seír, donde viven sus hermanos, los descendientes de Esaú, los cuales desconfían de ustedes. Pero atiendan bien:
5 no los ataquéis, porque yo no os daré nada de su país, ni siquiera la medida de la planta del pie, ya que el monte Seír se lo he dado en posesión a Esaú.5 No los provoquen, porque yo no les daré nada de su territorio, no siquiera el espacio que ocupa la huella de una pisada, ya que el macizo de Seír se lo he dado en posesión a Esaú.
6 La comida que comáis se la compraréis por dinero, y por dinero les compraréis también el agua que bebáis.6 Cómprenles con dinero el alimento que necesitan para comer, y páguenles también el agua que deban.
7 Pues Yahveh tu Dios te ha bendecido en todas tu obras: ha protegido tu marcha por este gran desierto, y hace ya cuarenta años que Yahveh tu Dios está contigo sin que te haya faltado nada».7 Porque el Señor, tu Dios, te ha bendecido en todas tus empresas, y te ha protegido mientras caminabas por este gran desierto. Ya hace cuarenta años que el Señor, tu Dios, está contigo y nunca te faltó nada».
8 Pasamos, pues, al lado de nuestros hermanos, los hijos de Esaú que habitan en Seír, por el camino de la Arabá, de Elat y de Esyón Guéber; después cambiando de rumbo, tomamos el camino del desierto de Moab.8 Por la ruta de la Arabá, que viene de Elat y de Esión Guéber, bordeamos la región de Seír, donde viven nuestros hermanos, los descendientes de Esaú. Luego dimos vuelta y tomamos el camino del desierto de Moab.
9 Yahveh me dijo: «No ataques a Moab, no le provoques al combate, pues yo no te daré nada de su país, ya que Ar se la he dado en posesión a los hijos de Lot.9 Entonces el Señor me dijo: «Tampoco ataques a Moab ni lo provoques a la guerra, porque no te daré ninguna fracción de su territorio, ya que la posesión de Ar se la he dado a los descendientes de Lot».
10 (Antiguamente habitaban allí los emitas, pueblo grande, numeroso y corpulento como los anaquitas.10 –Antiguamente habían estado allí los emíes, un pueblo fuerte, numeroso y de elevada estatura como los anaquitas.
11 Tanto a ellos como a los anaquitas se los tenía por refaítas, pero los moabitas los llamaban emitas.11 Tanto ellos como los anaquitas eran tenidos por gigantes, pero los moabitas los llaman emíes.
12 Igualmente en Seír habitaron antiguamente los joritas, pero los hijos de Esaú los desalojaron, los exterminaron y se establecieron en su lugar, como ha hecho Israel con la tierra de su posesión, la que Yahveh les dio.)12 En Seír, en cambio, primero estuvieron los hurritas; pero los descendientes de Esaú los desposeyeron y los exterminaron, instalándose en lugar de ellos, como lo hizo Israel con la tierra que el Señor le dio en posesión–.
13 Y ahora, levantaos y pasad el torrente Zéred». Y pasamos el torrente Zéred.13 «Y ahora, ordenó el Señor, reanuden la marcha y crucen el torrente Zéred».
14 El tiempo que estuvimos caminando desde Cadés Barnea hasta que pasamos el torrente Zéred fue de 38 años; por lo que había desaparecido ya del campamento toda la generación de hombres de guerra, como Yahveh les había jurado.14 Desde que salimos de Cades Barné hasta que cruzamos el torrente Zéred, transcurrieron treinta y ocho años: el tiempo suficiente para que muriera toda aquella generación de guerreros, como el Señor se lo había jurado.
15 La misma mano de Yahveh había caído sobre ellos para extirparlos de en medio del campamento hasta hacerlos desaparecer.15 Porque el Señor puso su mano sobre ellos, hasta hacerlos desaparecer por completo del campamento.
16 Cuando la muerte había hecho desaparecer a todos los hombres de guerra en medio del pueblo,16 Cuando ya no quedó en medio del pueblo ninguno de aquellos guerreros –porque todos habían muerto–.
17 Yahveh me habló y me dijo:17 El Señor me habló en estos términos:
18 «Vas a pasar hoy la frontera de Moab, por Ar,18 «Ahora vas a pasar por Ar, que está en las fronteras de Moab.
19 y vas a encontrarte con los hijos de Ammón. No los ataques ni les provoques; pues yo no te daré nada del país de los hijos de Ammón, ya que se lo he entregado a los hijos de Lot en posesión.19 Y luego te vas a enfrentar con los amonitas. No los ataques ni los provoques, porque yo no te daré en posesión ninguna fracción de su territorio, ya que se lo he dado en posesión a los descendientes de Lot».
20 (También éste era considerado país de refaítas; los refaítas habitaron aquí antiguamente; y los ammonitas los llamaban zanzumitas,20 –También este era considerado un país de gigantes. En efecto, allí habitaron antiguamente los gigantes que los amonitas llaman zamzumíes.
21 pueblo grande, numeroso y corpulento como los anaquitas; Yahveh los exterminó ante los ammonitas, que los desalojaron y se establecieron en su lugar;21 Eran un pueblo fuerte, numeroso y de elevada estatura como los anaquitas; pero el Señor los destruyó por medio de los amonitas, que los desposeyeron y se establecieron en lugar de ellos.
22 así había hecho también en favor de los hijos de Esaú, que habitaban en Seír, exterminando delante de ellos a los joritas; aquéllos los desalojaron y se establecieron en su lugar hasta el día de hoy.22 Lo mismo había hecho con los descendientes de Esaú, que habitan en Seír, cuando por medio de ellos destruyó a los hurritas; de esta manera, aquellos desposeyeron a los hurritas y se establecieron en su lugar hasta el día de hoy.
23 Y también a los avitas, que habitan en los campos hasta Gaza; los kaftoritas, venidos de Kaftor, los exterminaron y se establecieron en su lugar).23 En cuanto a los avitas, que habitaban en los poblados hasta Gaza, fueron exterminados por los caftoritas, provenientes de Caftor, los cuales se establecieron en lugar de ellos–.
24 Levantaos, partid y pasad el torrente Arnón. Mira, yo pongo en tus manos a Sijón, el amorreo, rey de Jesbón, y todo su país. Comienza la conquista; provócale al combate.24 Luego el Señor añadió: «Reanuden la marcha y crucen el torrente Arnón. Yo te entrego a Sijón, rey de Jesbón, el amorreo, con todo su país. Prepárate para iniciar la conquista y provócalo a la guerra.
25 Desde hoy comienzo a infundir terror y miedo de ti entre todos los pueblos que hay debajo del cielo: al tener noticia de tu llegada temblarán todos y se estremecerán».25 A partir de este momento, haré que el pánico y el terror se apoderen de todos los pueblos que están bajo el cielo: el que oiga hablar de ti, temblará y se estremecerá de espanto».
26 Del desierto de Quedemot envié mensajeros a Sijón, rey de Jesbón, con estas palabras de paz:26 Desde el desierto de Quedemot envié mensajeros a Sijón, rey de Jesbón, con la siguiente propuesta de paz:
27 «Voy a pasar por tu país; seguiré el camino sin desviarme a derecha ni a izquierda.27 «Déjame pasar por tu país. Iré por el camino, sin desviarme ni a la derecha ni a la izquierda.
28 La comida que coma véndemela por dinero, el agua que beba dámela por dinero; sólo deseo pasar a pie,28 Véndeme las provisiones necesarias para comer, y darme también a cambio de dinero, agua para beber. Te pido solamente que me dejes pasar.
29 como me han dejado los hijos de Esaú que habitan en Seír y los moabitas que habitan en Ar, hasta cruzar el Jordán para ir hacia la tierra que nos da Yahveh nuestro Dios».29 Como ya me han dejado los descendientes de Esaú, que viven en Seír, y los moabitas de Ar. Así podré cruzar el Jordán y llegar a la tierra que nos da el Señor, nuestro Dios».
30 Pero Sijón, rey de Jesbón, no quiso dejarnos pasar por allí porque Yahveh tu Dios le había empedernido el espíritu y endurecido el corazón, a fin de entregarle en tus manos, como lo está todavía hoy.30 Pero Sijón, rey de Jesbón, se negó a dejarnos pasar por su territorio, porque el Señor, tu Dios, había ofuscado su espíritu y endurecido su corazón, a fin de ponerlo en tus manos, como lo está todavía hoy.
31 Yahveh me dijo: «Mira, he comenzado a entregarte a Sijón y su país; empieza la conquista, apodérate de su territorio».31 Entonces el Señor me dijo: «He decidido entregarte a Sijón con todo su país. Empieza la conquista apoderándose de su territorio».
32 Sijón salió a nuestro encuentro con todo su pueblo, y nos presentó batalla en Yahás.32 Sijón nos salió al paso con todas sus tropas, dispuesto a librarnos batalla en Iasá.
33 Yahveh nuestro Dios nos lo entregó y le derrotamos a él, a sus hijos y a todo su pueblo.33 Pero el Señor lo puso en nuestras manos y lo derrotamos, a él con sus hijos y todas sus tropas.
34 Nos apoderamos entonces de todas sus ciudades y consagramos al anatema toda ciudad: hombres, mujeres y niños, sin dejar superviviente.34 Nos apoderamos de todas sus ciudades y las consagramos al exterminio, sacrificando a hombres, mujeres y niños, sin dejar ningún sobreviviente.
35 Tan sólo guardamos como botín el ganado y los despojos de las ciudades tomadas.35 Nos reservamos como botín solamente el ganado y los despojos de las ciudades conquistadas.
36 Desde Aroer, al borde del valle del Arnón, y la ciudad que está en el valle, hasta Galaad, no hubo ciudad inaccesible para nosotros; Yahveh nuestro Dios nos las entregó todas.36 Desde Aroer, en la ribera del Arnón –incluyendo la ciudad que está en el valle– hasta Galaad, no hubo para nosotros ninguna ciudad inexpugnable: el Señor. nuestro Dios, nos entregó todo.
37 Unicamente respetaste el país de los ammonitas, toda la ribera del torrente Yabboq y las ciudades de la montaña, todo lo que Yahveh nuestro Dios había prohibido.37 Pero no te acercaste al país de los amonitas: toda la ribera del torrente laboc, las ciudades de la montaña y todos los lugares que el Señor, nuestro Dios, te había prohibido.