Scrutatio

Lunedi, 29 aprile 2024 - Santa Caterina da Siena ( Letture di oggi)

Tobías 7


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BIBLIAEL LIBRO DEL PUEBLO DE DIOS
1 Cuando entraron en Ecbátana dijo Tobías: «Hermano Azarías, guíame en derechura a casa de Ragüel, nuestro hermano». Le condujo, pues a casa de Ragüel y le encontraron sentado a la puerta del patio. Le saludaron ellos primero y él les contestó: «Mucha dicha os deseo, hermanos, y en buena salud vengáis». Los llevó a su casa1 Cuando llegaron a Ecbátana, Tobías dijo: «Hermano Azarías, llévame directamente a la casa de nuestro hermano Ragüel». El ángel lo llevó, y encontraron a Ragüel sentado a la puerta del patio. Ellos lo saludaron primero, y él les respondió: «¡Salud, hermanos, sean bienvenidos!». Y los hizo pasar a su casa.
2 y dijo a su mujer Edna: «¡Cómo se parece este muchacho a mi hermano Tobit!»2 Luego dijo a su mujer Edna: «¡Cómo se parece este joven a mi hermano Tobit!».
3 Edna les preguntó: «¿De dónde sois, hermanos?» Respondieron: «Somos de los hijos de Neftalí, de los deportados de Nínive».3 Edna les preguntó: «¿De dónde son, hermanos?». Ellos les respondieron: «Somos de los hijos de Neftalí deportados a Nínive».
4 Les dijo: «¿Conocéis a Tobit, nuestro hermano?» Ellos contestaron: «Sí, le conocemos». - «¿Está bien?» -4 «¿Conocen ustedes a nuestro hermano Tobit?», les dijo ella. «Sí, lo conocemos», le respondieron. Ella les preguntó: «¿Cómo está?».
5 «Vive y está bien». Y Tobías añadió: «Es mi padre».5 «Vive todavía y está bien», le dijeron. Y Tobías agregó: «Es mi padre».
6 Ragüel se puso en pie de un salto, le besó, lloró y le dijo: «¡Bendito seas, hijo! Tienes un padre honrado y bueno. ¡Qué gran desgracia, haberse quedado ciego un hombre tan justo y tan limosnero!» Y echándose al cuello de su hermano Tobías, rompió a llorar.6 Ragüel se levantó de un salto, lo besó y lloró.
7 También lloró su mujer Edna y su hija Sarra.7 Después le dijo: «¡Bendito seas, hijo mío! Tienes un padre excelente. Es una gran desgracia que un hombre tan justo y generoso haya quedado ciego». Y echándose al cuello de su hermano Tobías, se puso a llorar.
8 Mató luego un carnero del rebaño y los acogió con toda cordialidad.8 También lloró su mujer Edna y su hija Sara.
9 Después de lavarse y bañarse, se pusieron a comer. Tobías dijo entonces a Rafael: «Hermano Azarías, di a Ragüel que me dé por mujer a mi hermana Sarra».9 Luego mataron un cordero del rebaño y los recibieron cordialmente. Después de lavarse y bañarse, se pusieron a comer. Entonces Tobías dijo a Rafael: «Hermano Azarías, dile a Ragüel que me dé por esposa a mi hermana Sara».
10 Al oír Ragüel estas palabras dijo al joven: «Come, bebe y disfruta esta noche, porque ningún hombre hay, fuera de ti, que tenga derecho a tomar a mi hija Sarra, de modo que ni yo mismo estoy facultado para darla a otro, si no es a ti, que eres mi pariente más próximo. Pero voy a hablarte con franqueza, muchacho.10 Ragüel lo oyó y dijo al joven: «Come y bebe, y disfruta de esta noche, porque nadie tiene más derecho que tú, hermano, a casarse con mi hija Sara. Ni siquiera yo puedo dársela a otro, ya que tú eres mi pariente más cercano. Pero ahora, hijo mío, te voy a hablar con toda franqueza.
11 Ya la he dado a siete maridos, de nuestros hermanos, y todos murieron la misma noche que entraron donde ella. Así que, muchacho, ahora come y bebe y el Señor os dará su gracia y su paz». Pero Tobías replicó: «No comeré ni beberé hasta que no hayas tomado una decisión acerca de lo que te he pedido». Ragüel le dijo: «¡Está bien! A ti se te debe dar, según la sentencia del libro de Moisés, y el Cielo decreta que te sea dada. Recibe a tu hermana. A partir de ahora, tú eres su hermano y ella es tu hermana. Tuya es desde hoy por siempre. Que el Señor del Cielo os guíe a buen fin esta noche, hijo, y os dé su gracia y su paz».11 Ya se la he dado a siete de nuestros hermanos, y todos murieron la primera noche que iban a tener relaciones con ella. Por el momento, hijo mío, come y bebe; el Señor intervendrá en favor de ustedes».
12 Llamó Ragüel a su hija Sarra, y cuando ella se presentó, la tomó de la mano y se la entregó a Tobías, diciendo: «Recíbela, pues se te da por mujer, según la ley y la sentencia escrita en el libro de Moisés. Tómala y llévala con bien a la casa de tu padre. Y que el Dios del Cielo os guíe en paz por el buen camino».12 Pero Tobías le replicó: «No comeré ni beberé hasta que hayas tomado una decisión sobre este asunto». Ragüel le respondió: «¡Está bien! Ella te corresponde a ti según lo prescrito en la Ley de Moisés, y el Cielo decreta que te sea dada. Recibe a tu hermana. Desde ahora, tú eres su hermano y ella es tu hermana. A partir de hoy es tuya para siempre. Que el Señor los asista esta noche, hijo mío, y les conceda su misericordia y su paz».
13 Llamó luego a la madre, mandó traer una hoja de papiro y escribió el contrato matrimonial, con lo cual se la entregó por mujer, conforme a la sentencia de la ley de Moisés.13 Ragüel hizo venir a su hija Sara. Cuando ella llegó, la tomó de la mano y se la entregó a Tobías, diciendo: «Recíbela conforme a la Ley y a lo que está prescrito en el Libro de Moisés, que mandan dártela por esposa. Tómala y llévala sana y salva a la casa de tu padre. ¡Que el Dios del cielo los conduzca en paz por el buen camino!»
14 Y acabado esto, empezaron a comer y beber.14 Después llamó a la madre y le pidió que trajera una hoja de papiro. En ella redactó el contrato matrimonial, por el que entregaba a su hija como esposa de Tobías, conforme a lo prescrito en la Ley de Moisés. Después empezaron a comer y a beber.
15 Ragüel llamó a su mujer Edna y le dijo: «Hermana, prepara la otra habitación y lleva allí a Sarra».15 Ragüel llamó a su esposa Edna y le dijo: «Hermana, prepara la otra habitación, y llévala allí a Sara».
16 Ella fue y preparó un lecho en la habitación, tal como se lo había ordenado, y llevó allí a Sarra. Lloró ella y luego, secándose las lágrimas, le dijo: «Ten confianza, hija: que el Señor del Cielo te dé alegría en vez de esta tristeza. Ten confianza, hija». Y salió.16 Ella fue a preparar la habitación, como se lo había dicho su esposo, llevó allí a Sara y se puso a llorar. Luego enjugó sus lágrimas y le dijo: «¡Animo, hija mía! ¡Que el Señor del cielo cambie tu pena en alegría!». Y salió.