Scrutatio

Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

Job 37


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1También por eso tiembla mi corazón y se me salta fuera del pecho.2¡Escuchen el estampido de su voz y el estruendo que sale de su boca!3El lanza su rayo bajo los cielos y hasta los confines de la tierra llega su fulgor.4Detrás de él, ruge una voz: hace tronar su voz majestuosa y no retiene los relámpagos mientras se deja oír su voz.5Dios nos hace contemplar maravillas, realiza grandes cosas, que no llegamos a entender.6Cuando dice a la nieve: «Cae sobre la tierra», y a los aguaceros: «Lluevan con fuerza»,7él suspende la actividad de los hombres, para que todos reconozcan su obra;8las fieras se meten en sus guaridas y se refugian en sus madrigueras.9De la constelación austral irrumpe la tormenta, y el frío, de los vientos del norte.10Al soplo de Dios se forma el hielo y se congela la extensión de las aguas.11El carga la nube de humedad, y el nubarrón expande su relámpago,12que gira en derredor, conforme a sus planes, para ejecutar cada uno de sus mandatos por toda la superficie de la tierra:13sea que cumpla su voluntad para un castigo o para dispensar sus beneficios.14Presta atención a esto, Job, detente y considera las maravillas de Dios.15¿Sabes acaso cómo Dios las dirige y cómo su nube hace brillar el rayo?16¿Sabes cómo se balancean las nubes, maravillas de un maestro en sabiduría?17Tú, que no soportas el ardor de tu ropa, cuando la tierra está en calma bajo el viento del sur,18¿puedes extender con él la bóveda del cielo, sólida como un espejo de metal fundido?19Enséñanos qué debemos decirle: no discutiremos más, a causa de la oscuridad.20Si yo hablo, ¿alguien se lo cuenta? ¿Hay que informarlo de lo que dice un hombre?21Hasta ahora no se veía la luz: estaba oscurecida por las nubes; pero pasó un viento y las disipó.22¡Un áureo resplandor viene del norte; una terrible tempestad reina en torno de Dios!23¡Es el Todopoderoso, y no lo podemos alcanzar! El es sublime por su fuerza y su equidad, grande por su justicia y no oprime a nadie.24Por eso le temen los hombres, y él no tiene en cuenta ni siquiera a los sabios.