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Sabato, 4 maggio 2024 - San Ciriaco ( Letture di oggi)

1 Reyes 13


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BIBLIAEL LIBRO DEL PUEBLO DE DIOS
1 Por orden de Yahveh, un hombre de Dios llegó de Judá a Betel cuando Jeroboam estaba en pie sobre el altar para quemar incienso,1 Un hombre de Dios vino a Judá a Betel, por orden del Señor, mientras Jeroboam estaba de pie junto al altar para quemar incienso.
2 y por orden de Yahveh apostrofó al altar diciendo: «Altar, altar, así dice Yahveh: Ha nacido a la casa de David un hijo llamado Josías que sacrificará sobre ti a los sacerdotes de los altos, a los que queman incienso sobre ti, y quemará huesos humanos sobre ti».2 Y gritó contra el altar, por orden del Señor: «¡Altar! ¡Altar! A la casa de David le nacerá un hijo –su nombre será Josías– y él inmolará sobre ti a los sacerdotes de los lugares altos que queman incienso sobre ti, y hará arder sobre ti huesos humanos».
3 Aquel mismo día dio una señal diciendo: «Esta es la señal de que Yahveh habla: el altar va a romperse y se va derramar la ceniza que hay sobre él».3 Ese mismo día, el hombre de Dios dio una señal, diciendo: «Esta es la señal de que ha hablado el Señor: el altar se va a resquebrajar, y se desparramará la ceniza grasienta que hay sobre él».
4 Cuando el rey oyó lo que el hombre de Dios decía contra el altar de Betel, extendió su mano desde encima del altar diciendo: «Prendedle». Pero la mano que extendió contra él se secó y no pudo volverla hacia sí.4 Al oír la palabra que el hombre de Dios proclamaba contra el altar de Betel, Jeroboam extendió su brazo desde encima del altar, diciendo: «¡Deténganlo!». Pero el brazo que había extendido hacia el hombre de Dios le quedó paralizado, y no pudo volverlo atrás.
5 El altar se rompió y se esparció la ceniza del altar según la señal que había dado el hombre de Dios por orden de Yahveh.5 El altar se resquebrajó y se desparramó la ceniza grasienta que había en él, conforme a la señal que había dado el hombre de Dios por orden del Señor.
6 Respondió el rey al hombre de Dios: «Aplaca, por favor el rostro de Yahveh tu Dios, para que mi mano pueda volver a mí». Aplacó el hombre de Dios el rostro de Yahveh, volvió la mano al rey y quedo como antes.6 Entonces el rey tomó la palabra y dijo al hombre de Dios: «Aplaca, por favor, el rostro del Señor, tu Dios, y ruega por mí, para que pueda doblar mi brazo». El hombre de Dios aplacó el rostro del Señor, y el rey pudo doblar el brazo como antes.
7 Dijo el rey al hombre de Dios: «Entra en casa conmigo para confortarte y te haré un regalo».7 El rey dijo entonces al hombre de Dios: «Entra conmigo en la casa para reconfortarte, y te dará un regalo».
8 Dijo el hombre de Dios al rey: «Aunque me dieras la mitad de tu casa no entraré contigo y no comeré ni beberé agua en este lugar,8 Pero el hombre de Dios respondió al rey: «Aunque me des la mitad de tu casa, no iré contigo. No comeré pan ni beberé agua en este lugar,
9 porque así me lo ha ordenado la palabra de Yahveh: No comerás pan ni beberás agua ni volverás por el camino por el que has ido».9 porque esto es lo que se me ha mandado por orden del Señor: No comerás pan ni beberás agua, ni regresarás por el mismo camino».
10 Y se fue por otro camino, no volvió por el camino por donde había venido a Betel.10 Y se fue por otro camino, sin retomar el que había recorrido para venir a Betel.
11 Vivía en Betel un anciano profeta. Vinieron sus hijos y le contaron cuanto había hecho aquel día el hombre de Dios en Betel, contaron a su padre las palabras que dijo el rey.11 Había un viejo profeta que vivía en Betel. Sus hijos fueron a contarle todo lo que el hombre de Dios había hecho aquel día en Betel, y también le contaron a su padre las palabras que había dicho al rey.
12 Su padre les dijo: «¿Por qué camino se ha ido?» Sus hijos le mostraron el camino por el que se fue el hombre de Dios que vino de Judá.12 Su padre les preguntó: «¿Por qué camino se fue?». Los hijos le indicaron el camino que había tomado el hombre de Dios venido de Judá,
13 Dijo a sus hijos: «Aparejadme el asno». Y aparejaron el asno y se montó sobre él.13 y él les dijo: «Ensíllenme el asno» Le ensillaron el asno y él se montó.
14 Fue en seguimiento del hombre de Dios y le encontró sentado bajo el terebinto y le dijo: «¿Eres tú el hombre de Dios que ha venido de Judá?» El respondió: «Yo soy».14 Luego se fue detrás del hombre de Dios y lo encontró sentado bajo el terebinto. «¿Eres tú el hombre de Dios que vino de Judá?», le preguntó. «Así es», respondió él.
15 Le dijo: «Ven conmigo a casa y comerás algo».15 Entonces el profeta le dijo: «Ven conmigo a casa a comer algo».
16 Respondió: «No puedo volver contigo ni puedo comer pan ni beber agua en este lugar16 Pero el otro replicó: «No puedo volver contigo ni acompañarte. No comeré pan ni beberé agua contigo en este lugar,
17 porque la palabra de Dios me dijo: No comerás pan ni beberás agua ni volverás por el camino por el que viniste».17 porque esta es la orden que recibí del Señor: No comerás pan ni beberás agua cuando estés allí, ni regresarás por el camino que tomaste a la ida:.
18 Pero él le dijo: «También yo soy profeta como tú, y un ángel me ha hablado por orden de Yahveh diciendo: Hazle volver contigo a tu casa para que coma y beba agua», pero le mentía.18 El otro le dijo: «Yo también soy profeta como tú, y un ángel me dijo, por orden del Señor: Tráelo contigo a tu casa, para que coma pan y beba agua:. Pero en realidad le estaba mintiendo.
19 Se volvió, pues, con él y comió pan y bebió agua en su casa.19 Así el hombre de Dios regresó con él, y comió y bebió en su casa.
20 Estando ellos sentados a la mesa, fue dirigida la palabra de Dios al profeta que le había hecho volver,20 Mientras estaban sentados a la mesa, la palabra del Señor llegó al profeta que lo había hecho volver,
21 y gritó al hombre de Dios que vino de Judá, diciendo: «Así dice Yahveh: Porque has desobedecido la voz de Yahveh y no has guardado la orden que Yahveh tu Dios te había dado,21 y este gritó al hombre de Dios venido de Judá: «Así habla el Señor: Porque has sido rebelde a la orden del Señor y no has observado el mandato que te dio el Señor, tu Dios;
22 sino que te has vuelto y has comido pan y has bebido agua en el lugar del que dijo: No comerás pan y no beberás agua, tu cadáver no entrará en la tumba de tus padres».22 porque has regresado y has comido pan y bebido agua en el lugar del que te había dicho: «No comas pan ni bebas agua allí», por eso, tu cadáver no entrará en la tumba de tus padres».
23 Después de haber comido y bebido, el profeta que le había hecho volver le aparejó su asno.23 Después que él comió y bebió, el profeta le ensilló el asno,
24 Partió, y un león le encontró en el camino y le mató; su cadáver yacía en el camino y el asno permanecía junto a él; también el león permanecía junto al cadáver.24 y el hombre de Dios emprendió el camino de regreso. Pero un león lo encontró en el camino y lo mató. Su cadáver quedó tendido en el camino, y el asno y el león permanecieron de pie al lado de él.
25 Pasaron algunos hombres que vieron el cadáver tirado en el camino y al león que permanecía junto al cadáver; entraron y lo contaron en la ciudad en que vivía el anciano profeta.25 Unos hombres que pasaban por ahí vieron el cadáver tendido sobre el camino y al león parado junto a él, y fueron a dar la noticia a la ciudad donde vivía el viejo profeta.
26 Lo oyó el profeta que le había hecho volver del camino, y dijo: «Es el hombre de Dios que desobedeció la orden de Yahveh, y Yahveh lo ha entregado al león que le ha destrozado y matado, según la palabra que le dijo Yahveh».26 Cuando se enteró el profeta que lo había hecho volver atrás, dijo: «¡Es el hombre de Dios que se rebeló contra la orden del Señor! El Señor lo entregó al león, que lo destrozó y lo mató, según la palabra que le había dicho el Señor».
27 Habló a sus hijos diciendo: «Aparejadme el asno», y se lo aparejaron.27 Luego dijo a sus hijos: «Ensíllenme el asno». Cuando se lo ensillaron,
28 Partió, y halló el cadáver tendido en el camino, y al asno y al león que permanecían junto al cadáver. El león no había devorado el cadáver ni había destrozado al asno.28 él partió y encontró el cadáver tendido sobre el camino, mientras que el asno y el león estaban de pie junto al cadáver; el león no había devorado el cadáver ni había despedazado al asno.
29 Levantó el profeta el cadáver del hombre de Dios, lo puso sobre el asno y lo trajo. Entró en la ciudad el anciano profeta, le lloró y le sepultó.29 El viejo profeta recogió el cadáver del hombre de Dios, lo cargó sobre el asno y lo llevó a la ciudad para hacer duelo por él y enterrarlo.
30 Depositó el cadáver en su propio sepulcro, e hicieron la lamentación sobre él: «¡Ay, hermano mío!»30 Puso el cadáver en su propia tumba, y le entonaron la lamentación: «¡Ay, hermano mío!».
31 Después que le hubo sepultado, dijo a sus hijos: «Cuando yo muera, me sepultaréis en el sepulcro en que ha sido sepultado el hombre de Dios; junto a sus huesos depositaréis mis huesos,31 Después que lo enterraron, el profeta habló así a sus hijos: «Cuando yo muera, me enterrarán en la tumba donde ha sido sepultado el hombre de Dios; depositen mis huesos junto a los suyos,
32 porque con toda certeza se cumplirá la palabra que por orden de Yahveh gritó contra el altar de Betel y contra todos los santuarios de los altos que hay en las ciudades de Samaría».32 porque ciertamente se cumplirá la palabra que él proclamó, por orden del Señor, contra el altar de Betel y contra todos los santuarios de los lugares altos que están en las ciudades de Samaría».
33 Después de esto no se volvió Jeroboam de su mal camino, continuó haciendo sacerdotes para los altos de entre el pueblo común; a todo el que lo deseaba le investía como sacerdote de los altos,33 Después que sucedió esto, Jeroboam no se convirtió de su mala conducta. Volvió a instituir como sacerdotes de los lugares altos a personas tomadas del común de la gente; todo el que lo deseaba era investido por él y se convertía en sacerdote de los lugares altos.
34 Este proceder hizo caer en pecado a la casa de Jeroboam y fue causa de su perdición y su exterminio de sobre la faz de la tierra.34 Esto fue una ocasión de pecado para la casa de Jeroboam, y provocó su destrucción y su exterminio de la faz de la tierra.