Scrutatio

Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

Hechos de los Apóstoles 10


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1Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la cohorte itálica.2Era un hombre piadoso y temeroso de Dios, lo mismo que toda su familia; hacía abundantes limosnas al pueblo y oraba a Dios sin cesar.3Este hombre tuvo una visión: un día, cerca de las tres de la tarde, vio claramente al Angel de Dios que entraba en su casa y le decía: «Cornelio».4Este lo miró lleno de temor, y le preguntó: «¿Qué quieres de mí, Señor?». El Angel le dijo: «Tus oraciones y tus limosnas han llegado hasta Dios y él se ha acordado de ti.5Envía ahora algunos hombres a Jope en busca de Simón, llamado Pedro,6que se hospeda en la casa de un tal Simón, un curtidor que vive a la orilla del mar».7En cuanto el Angel se alejó, Cornelio llamó a dos de sus servidores y a un soldado piadoso de los que estaban a sus órdenes.8Después de haberles contado lo sucedido, los envió a Jope.9Al día siguiente, mientras estos se acercaban a la ciudad, Pedro, alrededor del mediodía, subió a la terraza para orar.10Como sintió hambre, pidió de comer. Mientras le preparaban la comida, cayó en éxtasis y tuvo una visión:11vio que el cielo se abría y que bajaba a la tierra algo parecido a un gran mantel, sostenido de sus cuatro puntas.12Dentro de él había toda clase de cuadrúpedos, reptiles y aves del cielo.13Y oyó una voz que le decía: «Vamos, Pedro, mata y come».14Pero Pedro respondió: «De ninguna manera, señor, yo nunca he comido nada manchado ni impuro».15La voz le habló de nuevo, diciendo: «No consideres manchado lo que Dios purificó».16Esto se repitió tres veces, y luego, todo fue llevado otra vez al cielo.17Mientras Pedro, desconcertado, se preguntaba qué podía significar la visión que acababa de tener, llegaron los hombres enviados por Cornelio. Estos averiguaron dónde vivía Simón y se presentaron ante la puerta de la casa.18Golpearon y preguntaron si se hospedaba allí Simón, llamado Pedro.19Como Pedro seguía reflexionando sobre el significado de la visión, el Espíritu Santo le dijo: «Allí hay tres hombres que te buscan.20Baja y no dudes en irte con ellos, porque soy yo quien los he enviado».21Pedro bajó y se acercó a ellos, diciendo: «Yo soy el que ustedes buscan. ¿Para qué vinieron?».22Ellos respondieron: «El centurión Cornelio, hombre justo y temeroso de Dios, que goza de la estima de todos los judíos, recibió de un ángel de Dios la orden de conducirse a su casa para escuchar tus palabras».23Entonces Pedro los hizo pasar y les ofreció hospedaje. Al día siguiente, se puso en camino con ellos, acompañado por unos hermanos de la ciudad de Jope.24Al otro día, llegaron a Cesarea. Cornelio los esperaba, y había reunido a su familia y a sus amigos íntimos.25Cuando Pedro entró, Cornelio fue a su encuentro y se postró a sus pies.26Pero Pedro lo hizo levantar, diciéndole: «Levántate, porque yo no soy más que un hombre».27Y mientras seguía conversando con él, entró y se encontró con un grupo numeroso de personas, que estaban reunidas allí.28Dirigiéndose a ellas, les dijo: «Ustedes saben que está prohibido a un judío tratar con un extranjero o visitarlo. Pero Dios acaba de mostrarme que no hay que considerar manchado o impuro a ningún hombre.29Por eso, cuando ustedes me llamaron, vine sin dudar. Y ahora quisiera saber para qué me llamaron».30Cornelio le respondió: «Hace tres días me encontraba orando en mi casa, alrededor de las tres de la tarde, cuando se me apareció un hombre con vestiduras resplandecientes,31y me dijo: «Cornelio, tu oración ha sido escuchada y Dios se ha acordado de tus limosnas.32Manda a buscar a Simón, llamado Pedro, que está en Jope, a la orilla del mar, en la casa de Simón el curtidor».33En seguida te mandé a buscar y has hecho bien en venir. Ahora estamos reunidos delante de Dios, para escuchar lo que el Señor te ha mandado decirnos».34Entonces Pedro, tomando la palabra, dijo: «Verdaderamente, comprendo que Dios no hace acepción de personas,35y que en cualquier nación, todo el que lo teme y practica la justicia es agradable a él.36El envió su Palabra al pueblo de Israel, anunciándoles la Buena Noticia de la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos.37Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicaba Juan:38cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder. El pasó haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con él.39Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el país de los judíos y en Jerusalén. Y ellos mataron, suspendiéndolo de un patíbulo.40Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió que se manifestara,41no a todo el pueblo, sino a testigos elegidos de antemano por Dios: a nosotros, que comimos y bebimos con él, después de su resurrección.42Y nos envió a predicar al pueblo, y atestiguar que él fue constituido por Dios Juez de vivos y muertos.43Todos los profetas dan testimonio de él, declarando que los que creen en él reciben el perdón de los pecados, en virtud de su Nombre».44Mientras Pedro estaba hablando, el Espíritu Santo descendió sobre todos los que escuchaban la Palabra.45Los fieles de origen judío que habían venido con Pedro quedaron maravillados al ver que el Espíritu Santo era derramado también sobre los paganos.46En efecto, los oían hablar diversas lenguas y proclamar la grandeza de Dios. Pedro dijo:47«¿Acaso se puede negar el agua del bautismo a los que recibieron el Espíritu Santo como nosotros?».48Y ordenó que fueran bautizados en el nombre del Señor Jesucristo. Entonces le rogaron que se quedara con ellos algunos días.