Scrutatio

Martedi, 14 maggio 2024 - San Mattia ( Letture di oggi)

Lucas 7


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EL LIBRO DEL PUEBLO DE DIOSBIBLIA
1 Cuando Jesús terminó de decir todas estas cosas al pueblo, entró en Cafarnaúm.1 Cuando hubo acabado de dirigir todas estas palabras al pueblo, entró en Cafarnaúm.
2 Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho.2 Se encontraba mal y a punto de morir un siervo de un centurión, muy querido de éste.
3 Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor.3 Habiendo oído hablar de Jesús, envió donde él unos ancianos de los judíos, para rogarle que viniera y salvara a su siervo.
4 Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: «El merece que le hagas este favor,4 Estos, llegando donde Jesús, le suplicaban insistentemente diciendo: «Merece que se lo concedas,
5 porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga».5 porque ama a nuestro pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga».
6 Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa;6 Iba Jesús con ellos y, estando ya no lejos de la casa, envió el centurión a unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo,
7 por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.7 por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado.
8 Porque yo –que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes– cuando digo a uno: "Ve", él va; y a otro: "Ven", él viene; y cuando digo a mi sirviente: "¡Tienes que hacer esto!", él lo hace».8 Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: “Vete”, y va; y a otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace».
9 Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguí, dijo: «Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe».9 Al oír esto Jesús, quedó admirado de él, y volviéndose dijo a la muchedumbre que le seguía: «Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande».
10 Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.10 Cuando los enviados volvieron a la casa, hallaron al siervo sano.
11 En seguida, Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud.11 Y sucedió que a continuación se fue a una ciudad llamada Naím, e iban con él sus discípulos y una gran muchedumbre.
12 Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba.12 Cuando se acercaba a la puerta de la ciuadad, sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda, a la que acompañaba mucha gente de la ciudad.
13 Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: «No llores».13 Al verla el Señor, tuvo compasión de ella, y le dijo: «No llores».
14 Después se acercó y tocó el féretro. Los que los llevaban se detuvieron y Jesús dijo: «Joven, yo te lo ordeno, levántate».14 Y, acercándose, tocó el féretro. Los que lo llevaban se pararon, y él dijo: «Joven, a ti te digo: Levántate».
15 El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre.15 El muerto se incorporó y se puso a hablar, y él se lo dio a su madre.
16 Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo».16 El temor se apoderó de todos, y glorificaban a Dios, diciendo: «Un gran profeta se ha levantado entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo».
17 El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina.17 Y lo que se decía de él, se propagó por toda Judea y por toda la región circunvecina.
18 Juan fue informado de todo esto por sus discípulos y, llamando a dos de ellos,18 Sus discípulos llevaron a Juan todas estas noticias. Entonces él, llamando a dos de ellos,
19 los envió a decir al Señor: «¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?».19 los envió a decir al Señor: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?»
20 Cuando se presentaron ante él, le dijeron: «Juan el Bautista nos envía a preguntarte: "¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?"».20 Llegando donde él aquellos hombres, dijeron: «Juan el Bautista nos ha enviado a decirte: ¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?»
21 En esa ocasión, Jesús curó mucha gente de sus enfermedades, de sus dolencias y de los malos espíritus, y devolvió la vista a muchos ciegos.21 En aquel momento curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos.
22 Entonces respondió a los enviados: «Vayan a contar a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los paralíticos caminan, los leprosos son purificados y los sordos oyen, los muertos resucitan, la Buena Noticia es anunciada a los pobres.22 Y les respondió: «Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva;
23 ¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo de escándalo!».23 ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!»
24 Cuando los enviados de Juan partieron, Jesús comenzó a hablar de él a la multitud, diciendo: «¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento?24 Cuando los mensajeros de Juan se alejaron, se puso a hablar de Juan a la gente: «¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento?
25 ¿Qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que llevan suntuosas vestiduras y viven en la opulencia, están en los palacios de los reyes.25 ¿Qué salisteis a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? ¡No! Los que visten magníficamente y viven con molicie están en los palacios.
26 ¿Qué salieron a ver entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta.26 Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta.
27 El es aquel de quien está escrito: Yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino.27 Este es de quien está escrito: He aquí que envío mi mensajero delante de ti, que preparará por delante tu camino.
28 Les aseguro que no hay ningún hombre más grande que Juan, y sin embargo, el más pequeño en el Reino de Dios es más grande que él.28 «Os digo: Entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan; sin embargo el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él.
29 Todo el pueblo que lo escuchaba, incluso los publicanos, reconocieron la justicia de Dios, recibiendo el bautismo de Juan.29 Todo el pueblo que le escuchó, incluso los publicanos, reconocieron la justicia de Dios, haciéndose bautizar con el bautismo de Juan.
30 Pero los fariseos y los doctores de la Ley, al no hacerse bautizar por él, frustraron el designio de dios para con ellos.30 Pero los fariseos y los legistas, al no aceptar el bautismo de él, frustraron el plan de Dios sobre ellos.
31 «¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen?31 «¿Con quién, pues, compararé a los hombres de esta generacíon? Y ¿a quién se parecen?
32 Se parecen a esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos:"¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!".32 Se parecen a los chiquillos que están sentados en la plaza y se gritan unos a otros diciendo: “Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonando endechas, y no habéis llorado.”
33 Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: "¡Ha perdido la cabeza!".33 «Porque ha venido Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: “Demonio tiene.”
34 Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!".34 Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores.”
35 Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos».35 Y la Sabiduría se ha acreditado por todos sus hijos».
36 Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa.36 Un fariseo le rogó que comiera con él, y, entrando en la casa del fariseo, se puso a la mesa.
37 Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume.37 Había en la ciudad una mujer pecadora pública, quien al saber que estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume,
38 Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.38 y poniéndose detrás, a los pies de él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume.
39 Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!»39 Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para sí: «Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora».
40 Pero Jesús le dijo: «Simón, tengo algo que decirte». «Di, Maestro!, respondió él.40 Jesús le respondió: «Simón, tengo algo que decirte». El dijo: «Di, maestro».
41 «Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta.41 Un acreedor tenía dos deudores: uno debía quinientos denarios y el otro cincuenta.
42 Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos amará más?».42 Como no tenían para pagarle, perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará más?»
43 Simón contestó: «Pienso que aquel a quien perdonó más». Jesús le dijo: «Has juzgado bien».43 Respondió Simón: «Supongo que aquel a quien perdonó más». El le dijo: «Has juzgado bien»,
44 Y volviéndose hacia la mujer, dijo de Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos.44 y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado con sus cabellos.
45 Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies.45 No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies.
46 Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies.46 No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con perfume.
47 Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor».47 Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra».
48 Después dijo a la mujer: «Tus pecados te son perdonados».48 Y le dijo a ella: «Tus pecados quedan perdonados».
49 Los invitados pensaron: «¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?».49 Los comensales empezaron a decirse para sí: «¿Quién es éste que hasta perdona los pecados?»
50 Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz».50 Pero él dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado. Vete en paz».