Scrutatio

Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

Marcos 15


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1En cuanto amaneció, los sumos sacerdotes se reunieron en Consejo con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín. Y después de atar a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato.2Este lo interrogó: «¿Tú eres el rey de los judíos?». Jesús le respondió: «Tú lo dices».3Los sumos sacerdotes multiplicaban las acusaciones contra él.4Pilato lo interrogó nuevamente: «¿No respondes nada? ¡Mira de todo lo que te acusan!».5Pero Jesús ya no respondió a nada más, y esto dejó muy admirado a Pilato.6En cada Fiesta, Pilato ponía en libertad a un preso, a elección del pueblo.7Había en la cárcel uno llamado Barrabás, arrestado con otros revoltosos que habían cometido un homicidio durante la sedición.8La multitud subió y comenzó a pedir el indulto acostumbrado.9Pilato les dijo: «¿Quieren que les ponga en libertad al rey de los judíos?».10El sabía, en efecto, que los sumos sacerdotes lo habían entregado por envidia.11Pero los sumos sacerdotes incitaron a la multitud a pedir la libertad de Barrabás.12Pilato continuó diciendo: «¿Qué debo hacer, entonces, con el que ustedes llaman rey de los judíos?».13Ellos gritaron de nuevo: «¡Crucifícalo!».14Pilato les dijo: ¿Qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban cada vez más fuerte: ¡Crucifícalo!15Pilato, para contentar a la multitud, les puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado.16Los soldados lo llevaron dentro del palacio, al pretorio, y convocaron a toda la guardia.17lo vistieron con un manto de púrpura, hicieron una corona de espinas y se la colocaron.18Y comenzaron a saludarlo: «¡Salud, rey de los judíos!».19Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando la rodilla, le rendían homenaje.20Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron de nuevo sus vestiduras. Luego lo hicieron salir para crucificarlo.21Como pasaba por allí Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que regresaba del campo, lo obligaron a llevar la cruz de Jesús.22Y condujeron a Jesús a un lugar llamado Gólgota, que significa: «lugar del Cráneo».23Le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero él no lo tomó.24Después lo crucificaron. Los soldados se repartieron sus vestiduras, sorteándolas para ver qué le tocaba a cada uno.25Ya mediaba la mañana cuando lo crucificaron.26La inscripción que indicaba la causa de su condena decía: «El rey de los judíos».27Con él crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.28(Y se cumplió la Escritura que dice: «Fue contado entre los malhechores»)29Los que pasaban lo insultaban, movían la cabeza y decían: ¡«Eh, tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar,30sálvate a ti mismo y baja de la cruz!».31De la misma manera, los sumos sacerdotes y los escribas se burlaban y decían entre sí: «¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo!32Es el Mesías, el rey de Israel, ¡que baje ahora de la cruz, para que veamos y creamos!». También lo insultaban los que habían sido crucificados con él.33Al mediodía, se oscureció toda la tierra hasta las tres de la tarde;34y a esa hora, Jesús exclamó en alta voz: «Eloi, Eloi, lamá sabactani», que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».35Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron: «Está llamando a Elías».36Uno corrió a mojar una esponja en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña le dio de beber, diciendo: «Vamos a ver si Elías viene a bajarlo».37Entonces Jesús, dando un grito, expiró.38El velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo.39Al verlo expirar así, el centurión que estaba frente a él, exclamó: «¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!».40Había también allí algunas mujeres que miraban de lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, María, la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé,41que seguían a Jesús y lo habían servido cuando estaba en Galilea; y muchas otras que habían subido con él a Jerusalén.42Era día de Preparación, es decir, vísperas de sábado. Por eso, al atardecer,43José de Arimatea –miembro notable del Sanedrín, que también esperaba el Reino de Dios– tuvo la audacia de presentarse ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús.44Pilato se asombró de que ya hubiera muerto; hizo llamar al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto.45Informado por el centurión, entregó el cadáver a José.46Este compró una sábana, bajó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en ella y lo depositó en un sepulcro cavado en la roca. Después hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.47María Magdalena y María, la madre de José, miraban dónde lo habían puesto.