Scrutatio

Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

Juan 11


font

1Había un hombre enfermo, Lázaro de Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta.2María era la misma que derramó perfume sobre el Señor y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el que estaba enfermo.3Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, el que tú amas, está enfermo».4Al oír esto, Jesús dijo: «Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella».5Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro.6Sin embargo, cuando oyó que este se encontraba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.7Después dijo a sus discípulos: «Volvamos a Judea».8Los discípulos le dijeron: «Maestro, hace poco los judíos querían apedrearte, ¿quieres volver allá?».9Jesús les respondió: «¿Acaso no son doce la horas del día? El que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo;10en cambio, el que camina de noche tropieza, porque la luz no está en él».11Después agregó: «Nuestro amigo Lázaro duerme, pero yo voy a despertarlo».12Sus discípulos le dijeron: «Señor, si duerme, se curará».13Ellos pensaban que hablaba del sueño, pero Jesús se refería a la muerte.14Entonces les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto,15y me alegro por ustedes de no haber estado allí, a fin de que crean. Vayamos a verlo».16Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con él».17Cuando Jesús llegó, se encontró con que Lázaro estaba sepultado desde hacía cuatro Días.18Betania distaba de Jerusalén sólo unos tres kilómetros.19Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano.20Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa.21Marta dio a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.22Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas».23Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará».24Marta le respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día».25Jesús le dijo: «Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá:26y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?».27Ella le respondió: «Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo».28Después fue a llamar a María, su hermana, y le dijo en voz baja: «El Maestro está aquí y te llama».29Al oír esto, ella se levantó rápidamente y fue a su encuentro.30Jesús no había llegado todavía al pueblo, sino que estaba en el mismo sitio donde Marta lo había encontrado.31Los Judíos que estaban en la casa consolando a María, al ver que esta se levantaba de repente y salía, la siguieron, pensando que iba al sepulcro para llorar allí.32María llegó adonde estaba Jesús y, al verlo, se postró a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto».33Jesús, al verla llorar a ella, y también a los judíos que la acompañaban, conmovido y turbado,34preguntó: «¿Dónde lo pusieron?». Le respondieron: «Ven, Señor, y lo verás».35Y Jesús lloró.36Los judíos dijeron: «¡Cómo lo amaba!».37Pero algunos decían: «Este que abrió los ojos del ciego de nacimiento, ¿no podría impedir que Lázaro muriera?».38Jesús, conmoviéndose nuevamente, llegó al sepulcro, que era una cueva con una piedra encima,39y le dijo: «Quiten la piedra». Marta, la hermana del difunto, le respondió: «Señor, huele mal; ya hace cuatro días que está muerto».40Jesús le dijo: «¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?».41Entonces quitaron la piedra, y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: «Padre, te doy gracias porque me oíste.42Yo sé que siempre me oyes, pero le he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado».43Después de decir esto, gritó con voz fuerte: «¡Lázaro, ven afuera!».44El muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: «Desátenlo para que pueda caminar».45Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en él.46Pero otros fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho.47Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron un Consejo y dijeron: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos.48Si lo dejamos seguir así, todos creerán en él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar santo y nuestra nación».49Uno de ellos, llamado Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, les dijo: «Ustedes no comprenden nada.50¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?».51No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación,52y no solamente por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos.53A partir de ese día, resolvieron que debían matar a Jesús.54Por eso él no se mostraba más en público entre los judíos, sino que fue a una región próxima al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y allí permaneció con sus discípulos.55Como se acercaba la Pascua de los judíos, mucha gente de la región había subido a Jerusalén para purificarse.56Buscaban a Jesús y se decían unos a otros en el Templo: «¿Qué les parece, vendrá a la fiesta o no?».57Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno conocía el lugar donde él se encontraba, lo hiciera saber para detenerlo.