Scrutatio

Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

Marcos 12


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1Jesús se puso a hablarles en parábolas: «Un hombre plantó una viña, la cercó, cavó un lugar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.2A su debido tiempo, envió a un servidor para percibir de los viñadores la parte de los frutos que le correspondía.3Pero ellos lo tomaron, lo golpearon y lo echaron con las manos vacías.4De nuevo les envió a otro servidor, y a este también lo maltrataron y lo llenaron de ultrajes.5Envió a un tercero, y a este lo mataron. Y también golpearon o mataron a muchos otros.6Todavía le quedaba alguien, su hijo, a quien quería mucho, y lo mandó en último término, pensando: "Respetarán a mi hijo".7Pero los viñadores se dijeron: "Este es el heredero: vamos a matarlo y la herencia será nuestra".8Y apoderándose de él, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.9¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, acabará con los viñadores y entregará la viña a otros.10¿No han leído este pasaje de la Escritura: "La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular:11esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos"?».12Entonces buscaban la manera de detener a Jesús, porque comprendían que esta parábola la había dicho por ellos, pero tenían miedo de la multitud. Y dejándolo, se fueron.13Le enviaron después a unos fariseos y herodianos para sorprenderlo en alguna de sus afirmaciones.14Ellos fueron y le dijeron: «Maestro, sabemos que eres sincero y no tienes en cuenta la condición de las personas, porque no te fijas en la categoría de nadie, sino que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios. ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no? ¿Debemos pagarla o no?».15Pero él, conociendo su hipocresía, les dijo: «¿Por qué me tienden una trampa? Muéstrenme un denario».16Cuando se lo mostraron, preguntó: «¿De quién es esta figura y esta inscripción?». Respondieron: «Del César».17Entonces Jesús les dijo: «Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios». Y ellos quedaron sorprendidos por la respuesta.18Se le acercaron unos saduceos, que son los que niegan la resurrección, y le propusieron este caos:19«Maestro, Moisés nos ha ordenado lo siguiente: «Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda».20Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos.21El segundo se casó con la viuda y también murió sin tener hijos; lo mismo ocurrió con el tercero;22y así ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos ellos, murió la mujer.23Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?».24Jesús les dijo: «¿No será que ustedes están equivocados por no comprender las Escrituras ni el poder de Dios?25Cuando resuciten los muertos, ni los hombres ni las mujeres se casarán, sino que serán como ángeles en el cielo.26Y con respecto a la resurrección de los muertos, ¿no han leído en el Libro de Moisés, en el pasaje de la zarza, lo que Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob?27El no es un Dios de muertos, sino de vivientes. Ustedes están en un grave error».28Un escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y le preguntó: «¿Cuál es el primero de los mandamientos?».29Jesús respondió: «El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor;30y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas.31El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos».32El escriba le dijo: «Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él,33y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios».34Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: «Tú no estás lejos del Reino de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.35Jesús se puso a enseñar en el Templo y preguntaba: «¿Cómo pueden decir los escribas que el Mesías es hijo de David?36El mismo David ha dicho, movido por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies.37Si el mismo David lo llama Señor, ¿Cómo puede ser hijo suyo? La multitud escuchaba a Jesús con agrado.38Y él les enseñaba: «Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas39y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes;40que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad».41Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia.42Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre.43Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: «Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros,44porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir».