Scrutatio

Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

Job 24


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1¿Por qué al Todopoderoso no se le ocultan los tiempos, pero sus fieles no ven esos días?2Los malvados remueven los mojones, se apoderan del rebaño y del pastor.3Se llevan el asno de los huérfanos, toman en prenda el buey de la viuda;4Desvían al indigente del camino, y los pobres del país tienen que esconderse.5Como asnos salvajes en el desierto, salen los pobres, buscando una presa; y aunque ellos trabajan hasta la tarde, no tienen pan para sus hijos.6Cosechan en el campo del impío, vendimian la viña del malvado.7Pasan la noche desnudos, por falta de ropa, sin un abrigo para taparse del frío.8Empapados por el aguacero de las montañas, sin refugio, se acurrucan contra las rocas.9Arrancan al huérfano del pecho materno y toman en prenda al niño pequeño del pobre.10Andan desnudos, por falta de ropa, cargan las gavillas, y están hambrientos.11Exprimen el aceite entre dos máquinas de moler, pisotean el lagar, y están sedientos.12De la ciudad, salen los gemidos de los moribundos, las gargantas de los heridos piden auxilio, ¡pero Dios no escucha sus plegarias!13Hay otros que se rebelan contra la luz: no reconocen sus caminos ni se detienen en sus senderos.14El asesino se levanta antes del alba para matar al pobre y al indigente. El ladrón merodea por la noche,15El adúltero aguarda la penumbra, pensando: «¡Ningún ojo me verá!», y se cubre la cara con un velo.16aen la oscuridad, perfora las casas.16bEllos se encierran durante el día, todos ellos ignoran la luz.17Porque, para ellos, la mañana es la hora sombría, están habituados a los temores de la noche.18Es algo frágil sobre la superficie de las aguas, su posesión es maldecida en el país y nadie toma el camino de sus viñedos.19La sequía y el calor consumen las aguas de la nieve, y el Abismo arrebata a aquellos que pecaron.20El seno que lo formó se olvida de él, nadie más se acuerda de su hombre, y la injusticia es quebrada como un árbol.21El maltrataba a la estéril privada de hijos y no hacía ningún bien a la viuda.22Pero aquel que con su fuerza sojuzga a los tiranos, se levanta, y no le permite que cuente más con su vida.23El lo dejaba apoyarse con seguridad, pero sus ojos vigilaban sus caminos.24Se encumbró por un instante, y ya no existe, se dobla como una hierba amarga que se arranca y se marchita como la cabeza de una espiga.25¿Acaso no es así? ¿Quién me puede desmentir o reducir a la nada mis palabras?