Scrutatio

Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

1 Macabeos 3


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1El sucesor de Matatías fue su hijo Judas, llamado Macabeo.2Todos sus hermanos y los que habían seguido a su padre le prestaron apoyo y combatieron con entusiasmo por Israel.3El extendió la gloria de su pueblo y se revistió de la coraza como un héroe; se ciñó sus armas de guerra y libró batallas, protegiendo al ejército con su espada.4Fue como un león por sus hazañas, como un cachorro que ruge ante su presa.5Persiguió implacablemente a los impíos y entregó a las llamas a los perturbadores de su pueblo.6Los impíos se acobardaron ante él, temblaron todos los que hacían el mal, y gracias a él se logró la salvación.7Puso en aprieto a muchos reyes, alegó a Jacob con sus proezas, y su memoria será eternamente bendecida.8Recorrió las ciudades de Judá, exterminó de ellas a los impíos y apartó de Israel la ira de Dios.9Su fama llegó hasta los confines de la tierra, y congregó a los que estaban a punto de perecer.10Apolonio reunió muchos paganos y un numeroso contingente de Samaría para hacer la guerra contra Israel.11Al enterarse de esto, Judas salió a su encuentro, lo derrotó y lo mató. Muchos sucumbieron y los demás se dieron a la fuga.12Cuando recogieron el botín, Judas se quedó con la espada de Apolonio, y desde entonces siempre combatió con ella.13Serón, el capitán del ejército de Siria, al saber que Judas había agrupado alrededor de él un contingente de hombres adictos y dispuestos a combatir,14pensó: «Voy a hacerme famoso y a cubrirme de gloria en todo el reino, atacando a Judas y a sus secuaces, que intentan despreciar la orden del rey».15Entonces reanudó la lucha y con él subió un poderoso ejército de impíos para ayudarlo a vengarse de los israelitas.16Cuando se acercó a la subida de Betjorón, Judas le salió al encuentro con unos pocos hombres.17Estos, al ver el ejército que se les venía encima, dijeron a Judas: «¿Cómo, siendo tan pocos, podremos combatir con una multitud tan poderosa? Además, estamos extenuados porque hoy no hemos comido nada en todo el día».18Judas les respondió: «Es fácil que una multitud caiga en manos de unos pocos, y al Cielo le da lo mismo salvar con muchos que con pocos.19Porque la victoria en el combate no depende de la cantidad de las tropas, sino de la fuerza que viene del Cielo.20Ellos nos atacan, llenos de insolencia y de impiedad, para exterminarnos a nosotros, a nuestras mujeres y a nuestros hijos y para apoderarse de nuestros despojos.21Nosotros, en cambio, luchamos por nuestra vida y por nuestras costumbres.22El Cielo los aplastará delante de nosotros: ¡no les tengan miedo!».23Apenas terminó de hablar, se lanzó sorpresivamente sobre el enemigo, y Serón fue aplastado con todo su ejército.24Después lo persiguieron por la pendiente de Betjorón hasta la llanura: allí murieron unos ochocientos hombres, y los demás huyeron al país de los filisteos.25Así Judas y sus hermanos comenzaron a ser temidos, y el pánico se extendió por las naciones vecinas.26Su fama llegó a oídos del rey, y por todas partes se comentaban las batallas de Judas.27Al enterarse de esto, el rey Antíoco se enfureció y mandó reunir todas las fuerzas de su reino, un ejército poderosísimo.28Abrió su tesoro y pagó a las tropas el sueldo de un año, ordenándoles que estuvieran preparadas para cualquier eventualidad.29Entonces advirtió que se le había acabado el dinero del tesoro y que los tributos de la región eran escasos, debido a las disensiones y calamidades que él había provocado en el país, al suprimir las costumbres vigentes desde tiempo inmemorial.30Por eso temió que no le alcanzara, como otras veces, para los gastos y los regalos que antes solía hacer espléndidamente, superando a los reyes que lo habían precedido.31Sumamente preocupado a causa de esto, resolvió ir a Persia para recoger los tributos de aquellas provincias y reunir así mucho dinero.32Mientras tanto, dejó a cargo del gobierno, desde el río Eufrates hasta la frontera de Egipto, a Lisias, miembro de la nobleza y de estirpe real.33Le confió la educación de su hijo Antíoco hasta su vuelta34y puso a su disposición la mitad de sus tropas y los elefantes, ordenándole todo lo que debía hacer, especialmente lo relativo a los habitantes de Judea y de Jerusalén:35él debía enviar un ejército para destruir y aplastar la fuerza de Israel, y lo que aún quedaba de Jerusalén hasta borrar de su recuerdo.36Luego debía establecer extranjeros en todo su territorio y repartir entre ellos sus tierras.37El rey, por su parte, tomó consigo la otra mitad del ejército y partió de Antioquía, capital de su reino, el año ciento cuarenta y siete. Después de atravesar el río Eufrates, recorrió a las provincias de la meseta.38Lisias eligió a Tolomeo, hijo de Dorimeno, a Nicanor y a Gorgias, personas influyentes entre los amigos del rey,39y los envió con cuarenta mil soldados y siete mil jinetes, para que invadieran el territorio de Judá y lo arrasaran, como lo había ordenado el rey.40Ellos partieron con todo su ejército y acamparon cerca de Emaús, en la llanura.41Al enterarse de su llegada, los mercaderes de la región se presentaron en el campamento con mucha plata y oro, y provistos también de cadenas para llevar como esclavos a los israelitas. A ellos se sumó un contingente de Siria y del país de los filisteos.42Judas y sus hermanos vieron que se habían agravado los males y que el ejército estaba acampado dentro de su territorio. También se enteraron de la consigna real de destruir al pueblo hasta aniquilarlo.43Entonces se dijeron unos a otros: «Libremos a nuestro pueblo de la ruina y luchemos por él y por el Santuario».44Luego se convocó a la asamblea para prepararse a combatir, para orar y pedir piedad y misericordia.45Jerusalén estaba deshabitada como un desierto, ninguno de sus hijos entraba ni salía. El Santuario había sido pisoteado. los extranjeros ocupaban la Ciudad es la, convertida en albergue de los paganos. Había desaparecido la alegría de Jacob, y ya no se oía la flauta ni la cítara.46Una vez reunidos, fueron a Mispá, frente a Jerusalén, porque antiguamente Israel había tenido allí un lugar de oración.47Aquel día ayunaron, se vistieron con un sayal, esparcieron ceniza sobre sus cabezas y rasgaron sus vestiduras.48Abrieron el libro de la Ley para descubrir en él lo que los paganos consultaban a sus ídolos.49Trajeron las vestiduras sacerdotales, las primicias y los diezmos, hicieron comparecer a los nazireos que habían cumplido el tiempo de su voto,50y levantaron su voz hacia el Cielo, diciendo: «¿Qué haremos con estos? ¿A donde los llevaremos?51Tu Santuario ha sido pisoteado y profanado, tus sacerdotes están de duelo y humillados,52y ahí están los paganos, aliados contra nosotros para exterminarnos. Tú conoces lo que traman contra nosotros.53¿Cómo podremos hacerles frente, si tú no vienes en nuestra ayuda?».54Luego, hicieron sonar las trompetas y lanzaron grandes alaridos.55Inmediatamente, Judas puso oficiales al frente del ejército: jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez mil hombres.56A los que estaban construyendo su casa, a los que acababan de casarse o de plantar una viña y a los que tenían miedo, les ordenó que volvieran cada uno a su casa, conforme a la Ley.57Luego avanzó con el ejército y acampó al sur de Emaús. Judas les dijo:58«Cíñanse las armas, compórtense valerosamente y estén preparados mañana al amanecer para atacar a los paganos que se han aliado contra nosotros a fin de destruirnos y destruir nuestro Santuario.59Porque es preferible para nosotros morir en el combate que ver las desgracias de nuestra nación y del Santuario.60¡Se cumplirá lo que el Cielo disponga!