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Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

Salmos 102


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1Oración del afligido que, en su angustia, derrama su llanto ante el Señor.
2Señor, escucha mi oración

y llegue a ti mi clamor;
3no me ocultes tu rostro

en el momento del peligro;

inclina hacia mí tu oído,

respóndeme pronto, cuando te invoco.
4Porque mis días se disipan como el humo,

y mis huesos arden como brasas;
5mi corazón se seca, marchitado como la hierba,

¡y hasta me olvido de comer mi pan!
6Los huesos se me pegan a la piel,

por la violencia de mis gemidos.
7Me parezco a una lechuza del desierto,

soy como el búho entre las ruinas;

8estoy desvelado, y me lamento

como un pájaro solitario en el tejado;
9mis enemigos me insultan sin cesar,

y enfurecidos, me cubren de imprecaciones.
10Yo como ceniza en vez de pan

y mezclo mi bebida con lágrimas,

11a causa de tu indignación y tu furor,

porque me alzaste en alto y me arrojaste.

12Mis días son como sombras que se agrandan,

y me voy secando como la hierba.

13Pero tú, Señor, reinas para siempre,

y tu Nombre permanece eternamente.

14Tú te levantarás, te compadecerás de Sión,

porque ya es hora de tenerle piedad,

ya ha llegado el momento señalado:

15tus servidores sienten amor por esas piedras

y se compadecen de esas ruinas.
16Las naciones temerán tu Nombre, Señor,

y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria:
17cuando el Señor reedifique a Sión

y aparezca glorioso en medio de ella;
18cuando acepte la oración del desvalido

y no desprecie su plegaria.

19Quede esto escrito para el tiempo futuro

y un pueblo renovado alabe al Señor:

20porque él se inclinó desde su alto Santuario

y miró a la tierra desde el cielo,
21para escuchar el lamento de los cautivos

y librar a los condenados a muerte.

22para proclamar en Sión el nombre del Señor

y su alabanza en Jerusalén,

23cuando se reúnan los pueblos y los reinos,

y sirvan todos juntos al Señor.

24Mis fuerzas se debilitaron por el camino

y se abreviaron mis días;

25pero yo digo: «Dios mío,

no me lleves en la mitad de mi vida,

tú que permaneces para siempre».

26En tiempos remotos, fundaste la tierra,

y el cielo es obra de tus manos;

27ellos se acaban, y tú permaneces:

se desgastan lo mismo que la ropa,

los cambias como a un vestido, y ellos pasan.

28Tú, en cambio, eres siempre el mismo,

y tus años no tienen fin.

29Los hijos de tus servidores tendrán una morada

y su descendencia estará segura ante ti.