Scrutatio

Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

Números 35


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1El Señor dijo a Moisés en las estepas de Moab, junto al Jordán, a la altura de Jericó:2Ordena a los israelitas que cedan a los levitas, de su patrimonio hereditario, ciudades para vivir y campos de pastoreo alrededor de las mismas.3Las ciudades les servirán de morada, y los campos de pastoreo serán para su ganado y sus otros animales.4Los campos de pastoreo de las ciudades que ustedes cederán a los levitas, se extenderán hasta quinientos metros alrededor de la ciudad, a partir de las murallas.5Ustedes medirán fuera de la ciudad, mil metros hacia el este, mil hacia el sur, mil hacia el oeste, y mil hacia el norte, tomando la ciudad como centro: estos serán los campos de pastoreo para las ciudades.6Las ciudades que cederán a los levitas serán las seis ciudades de refugio que ustedes deben separar para que los homicidas puedan huir a ellas, añadiendo además, otras cuarenta y dos.7Así darán a los levitas un total de cuarenta y ocho ciudades, todas ellas con sus campos de pastoreo.8Cuando cedan esas ciudades, tomándolas de lo que es propiedad de los israelitas, exigirán más de los grupos numerosos, y menos de los grupos más pequeños, y menos de los grupos más pequeños. De esta manera, cada uno cederá a los levitas una cantidad de ciudades proporcionada a la herencia que haya recibido.9Luego el Señor dijo a Moisés:10Habla en estos términos a los israelitas: Cuando crucen el Jordán para entrar en la tierra de Canaán,11encontrarán ciudades que les servirán como ciudades de refugio, donde puedan huir los homicidas que hay matado a alguien involuntariamente.12Esas ciudades servirán de refugio contra el vengador del homicidio, y así el homicida no morirá sin haber comparecido delante de la comunidad para ser juzgado.13Ustedes tendrán que señalar seis ciudades de refugio:14tres el otro lado del Jordán y tres en el territorio de Canaán.15Esas seis ciudades podrán servir de refugio no sólo a los israelitas, sino también a los extranjeros residentes o que estén de paso entre ustedes, de manera que todo el que haya matado a otro involuntariamente, pueda refugiarse en ellas.16Pero el que mata a otro golpeándolo con un objeto de hierro, es un asesino, y el asesino será castigado con la muerte.17Si lo mata de una pedrada capaz de causar la muerte, es un asesino, y el asesino será castigado con la muerte.18Si lo mata golpeándolo con un palo capaz de causar la muerte, es un asesino, y el asesino será castigado con la muerte.19El vengador del homicidio en persona debe matar al asesino apenas lo encuentre.20Si el homicida mató a la víctima por odio, o si le arrojó intencionalmente un objeto capaz de causar la muerte,21o si por enemistad lo hirió a golpes de puño hasta matarlo, el agresor será castigado con la muerte: es un asesino, y el vengador del homicidio lo matará apenas lo encuentre.22Pero si lo hirió fortuitamente, sin que mediara enemistad, o si le arrojó un objeto sin intención de alcanzarlo,23o si dejó caer sobre él, inadvertidamente, una piedra capaz de matarlo y de esa manera le causó la muerte, sin tener odio contra él y sin desearle ningún mal,24la comunidad juzgará, conforme a estas reglas, entre el homicida y el vengador del homicidio,25y librará a aquel de las manos de este. Luego la comunidad lo hará volver a la ciudad de refugio, adonde había huido, y él permanecerá allí hasta la muerte del Sumo Sacerdote que ha sido ungido con el óleo santo.26Si el homicida sale de la ciudad de refugio adonde había huido,27y el vengador del homicidio lo encuentra fuera de los límites de su ciudad de refugio, lo podrá matar sin temor a ninguna represalia,28porque el homicida debe permanecer en su ciudad de refugio hasta la muerte del Sumo Sacerdote, y solamente después podrá volver al lugar donde está su propiedad.29Estas disposiciones serán una norma jurídica para ustedes y para sus descendientes, en cualquier lugar donde se encuentren.30Si alguien mata a una persona, el homicida será condenado a muerte por la declaración de testigos, pero el testimonio de uno solo no basta para condenar a muerte a alguien.31No aceptarán ningún rescate por la vida de un asesino, porque debe morir,32Tampoco lo aceptarán de aquel que huyó a su ciudad de refugio, permitiéndole que habite nuevamente en su propia tierra antes de la muerte del Sumo Sacerdote.33No profanen la tierra donde viven, porque la sangre profana la tierra, y no hay para la tierra otra expiación por la sangre derramada, que la sangre de aquel que la derramó.34No hagas impuro el país donde vives y en el cual yo habito. Porque yo, el Señor, habito entre los israelitas.