Scrutatio

Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

Eclesiástico/Ben Sirá 50


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1Simón, hijo de Onías, fue el Sumo Sacerdote que durante su vida restauró la Casa y en sus días consolidó el Santuario.2El puso los cimientos de las torres de refuerzo, del alto contrafuerte que rodea al Templo.3En sus días fue excavado el depósito de las aguas, un estanque amplio como el mar.4Preocupado por preservar a su pueblo de la caída, fortificó la ciudad contra el asedio.5¡Qué glorioso era, rodeado de su pueblo, cuando salía detrás del velo!6Como lucero del alba en medio de nubes, como luna en su plenilunio,7como sol resplandeciente sobre el Templo del Altísimo, como arco iris que brilla entre nubes de gloria,8como rosa en los días de primavera, como lirio junto a un manantial, como brote del Líbano en los días de verano,9como fuego e incienso en el incensario, como vaso de oro macizo adornado con toda clase de piedras preciosas,10como olivo cargado de frutos, como ciprés que se eleva hasta las nubes.11Cuando se ponía la vestidura de fiesta y se revestía de sus espléndidos ornamentos, cuando subía al santo altar, él llenaba de gloria el recinto del Santuario.12Cuando recibía las porciones de manos de los sacerdotes y estaba él mismo de pie, junto al fuego del altar, con una corona de hermanos a su alrededor como retoños de cedro en el Líbano lo rodeaban como troncos de palmera13todos los hijos de Aarón en su esplendor, con la ofrenda del Señor en sus manos, delante de toda la asamblea de Israel.14Mientras oficiaba en los altares y disponía la ofrenda para el Altísimo todopoderoso,15él extendía la mano sobre la copa, derramaba la libación la sangre de la uva y la vertía al pie del altar, como perfume agradable al Altísimo, Rey del universo.16entonces, los hijos de Aarón prorrumpían en aclamaciones, tocaban sus trompetas de metal batido y hacían oír un sonido imponente, como memorial delante del Altísimo.17En seguida, todo el pueblo, unánimemente, caía con el rostro en tierra para adorar a su Señor, el Todopoderoso, el Dios Altísimo.18También los cantones entonaban sus alabanzas: en medio del estruendo se oía una dulce melodía.19El pueblo suplicaba al Señor Altísimo, dirigía sus plegarias ante el Misericordioso, hasta que terminaba el culto del Señor y se ponía fin a la liturgia.20Entonces, él descendía y elevaba las manos sobre toda la asamblea de los israelitas, para dar con sus labios la bendición del Señor y tener el honor de pronunciar su Nombre.21Y por segunda vez, el pueblo se postraba para recibir la bendición del Altísimo.22Y ahora bendigan al Dios del universo que hace grandes cosas por todas partes, al que nos exaltó desde el seno materno y nos trató según su misericordia.23Que él nos dé la alegría del corazón, y conceda la paz en nuestros días, a Israel, por los siglos de los siglos.24Que su misericordia permanezca fielmente con nosotros y que nos libre en nuestros días.25Hay dos naciones que detesta mi alma, y la tercera, no es una nación:26los que habitan en la montaña de Seír, los filisteos, y el pueblo necio que habita en Siquem.27Una instrucción de sabiduría y de ciencia es la que dejó grabada en este libro Jesús, hijo de Sirá, hijo de Eleazar, de Jerusalén, que derramó como lluvia la sabiduría de su corazón.28¡Feliz el que vuelve continuamente sobre estas palabras! El que las ponga en su corazón, será sabio.29Si las practica, será capaz de afrontarlo todo, porque la luz del Señor marca su huella.