Scrutatio

Mercoledi, 15 maggio 2024 - Sant'Isidoro agricoltore ( Letture di oggi)

Lucas 18


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EL LIBRO DEL PUEBLO DE DIOSBIBLIA
1 Después le enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse:1 Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer.
2 «En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres;2 «Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres.
3 y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: "Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario".3 Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: “¡Hazme justicia contra mi adversario!”
4 Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: "Yo no temo a Dios ni me importan los hombres,4 Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: “Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres,
5 pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme".»5 como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme.”»
6 Y el Señor dijo: «Oigan lo que dijo este juez injusto.6 Dijo, pues, el Señor: «Oíd lo que dice el juez injusto;
7 Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar?7 y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar?
8 Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?».8 Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?»
9 Y refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola:9 Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola:
10 «Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y el otro, publicano.10 «Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano.
11 El fariseo, de pie, oraba así: "Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano.11 El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: “¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano.
12 Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas".12 Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias.”
13 En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!".13 En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!”
14 Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado».14 Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».
15 También le presentaban a los niños pequeños, para que los tocara; pero, al ver esto, los discípulos los reprendían.15 Le presentaban también los niños pequeños para que los tocara, y al verlo los discípulos, les reñían.
16 Entonces Jesús los hizo llamar y dijo: «Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos.16 Mas Jesús llamó a los niños, diciendo: «Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis; porque de los que son como éstos es el Reino de Dios.
17 Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él».17 Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él».
18 Un hombre importante le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?».18 Uno de los principales le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?»
19 Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno.19 Le dijo Jesús: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios.
20 Tú conoces los mandamientos: No cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre».20 Ya sabes los mandamientos: No cometas adulterio, no mates, no robes, no levantes falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre».
21 El hombre le respondió: «Todo esto lo he cumplido desde mi juventud».21 El dijo: «Todo eso lo he guardado desde mi juventud».
22 Al oírlo, Jesús le dijo: «Una cosa te falta todavía: vende todo lo que tienes y distribúyelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo. Después ven y sígueme».22 Oyendo esto Jesús, le dijo: «Aún te falta una cosa. Todo cuanto tienes véndelo y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego, ven y sígueme».
23 Al oír estas palabras, el hombre se entristeció, porque era muy rico.23 Al oír esto, se puso muy triste, porque era muy rico.
24 Viéndolo así, Jesús dijo: «¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!24 Viéndole Jesús, dijo: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!
25 Sí, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios».25 Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios».
26 Los que escuchaban dijeron: «Pero entonces, ¿quién podrá salvarse?».26 Los que lo oyeron, dijeron: «¿Y quién se podrá salvar?»
27 Jesús respondió: «Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios».27 Respondió: «Lo imposible para los hombres, es posible para Dios».
28 Pedro le dijo: «Nosotros hemos dejado todo lo que teníamos y te hemos seguido».28 Dijo entonces Pedro: «Ya lo ves, nosotros hemos dejado nuestras cosas y te hemos seguido».
29 Jesús respondió: «Les aseguro que el que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos, por el Reino de Dios,29 El les dijo: «Yo os aseguro que nadie que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por el Reino de Dios,
30 recibirá mucho más en ese mundo; y en el mundo futuro, recibirá la Vida eterna».30 quedará sin recibir mucho más al presente y, en el mundo venidero, vida eterna».
31 Después, Jesús llevó aparte a los Doce y les dijo: «Ahora subimos a Jerusalén, donde se cumplirá todo lo que anunciaron los profetas sobre el Hijo del hombre.31 Tomando consigo a los Doce, les dijo: «Mirad que subimos a Jerusalén, y se cumplirá todo lo que los profetas escribieron para el Hijo del hombre;
32 Será entregado a los paganos, se burlarán de él, lo insultarán, lo escupirán32 pues será entregado a los gentiles, y será objeto de burlas, insultado y escupido;
33 y, después de azotarlo, lo matarán. Pero al tercer día resucitará».33 y después de azotarle le matarán, y al tercer día resucitará».
34 Ellos no comprendieron nada de todo esto; les resultaba oscuro y no captaban el sentido de estas palabras.34 Ellos nada de esto comprendieron; estas palabras les quedaban ocultas y no entendían lo que decía.
35 Cuando se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna.35 Sucedió que, al acercarse él a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna;
36 Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía.36 al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello.
37 Le respondieron que pasaba Jesús de Nazaret.37 Le informaron que pasaba Jesús el Nazoreo
38 El ciego se puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!».38 y empezó a gritar, diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!»
39 Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!».39 Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»
40 Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo a su lado, le preguntó:40 Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó:
41 ¿Qué quieres que haga por ti?». «Señor, que yo vea otra vez».41 «¿Qué quieres que te haga?» El dijo: «¡Señor, que vea!»
42 Y Jesús le dijo: «Recupera la vista, tu fe te ha salvado».42 Jesús le dijo: «Ve. Tu fe te ha salvado».
43 En el mismo momento, el ciego recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios. Al ver esto, todo el pueblo alababa a Dios.43 Y al instante recobró la vista, y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios.