Scrutatio

Domenica, 28 aprile 2024 - San Luigi Maria Grignion da Montfort ( Letture di oggi)

Génesis 34


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1Dina, la hija que Lía había dado a Jacob, salió una vez a mirar a las mujeres del país.2Cuando la vio Siquem –que era hijo de Jamor, el jivita, príncipe de aquella región– se la llevó y abusó de ella.3Pero después se sintió atraído por la muchacha y se enamoró de ella, de manera que trató de ganarse su afecto.4Además, dijo a su padre Jamor: «Consígueme a esa muchacha para que sea mi esposa».5Jacob, por su parte, se enteró de que Siquem había violado a su hija Dina, pero como sus hijos estaban en el campo, cuidando el ganado, no dijo nada hasta su regreso.6Entonces Jamor, el padre de Siquem, fue a encontrarse con Jacob para conversar con él.7En ese momento, volvieron del campo los hijos de Jacob, y cuanto tuvieron noticia de lo ocurrido, se disgustaron profundamente y se enfurecieron, porque al abusar de la hija de Jacob, Siquem había cometido una infamia contra Israel, y eso no se debe hacer.8Pero Jamor les habló en estos términos: «Mi hijo Siquem está realmente enamorado de esta muchacha. Permítanle casarse con ella.9Conviértanse en parientes nuestros: ustedes nos darán a sus hijas, y obtendrán en cambio las nuestras.10Así podrán vivir entre nosotros y tendrán el país a su disposición para instalarse en él, para recorrerlo libremente y adquirir propiedades».11Después Siquem dijo al padre y a los hermanos de la muchacha: «Si me hacen este favor, yo les daré lo que me pidan.12Aunque me exijan a cambio de ella un precio muy elevado, les pagaré lo que ustedes digan. Pero dejen que me case con la muchacha».13Sin embargo, como su hermana había sido ultrajada, los hijos de Jacob resolvieron engañar a Siquem y a su padre Jamor,14diciéndoles: «No podemos hacer semejante cosa, porque sería para nosotros una vergüenza entregar nuestra hermana a un incircunciso.15Aceptaremos solamente con esta condición: que ustedes se hagan iguales a nosotros, circuncidando a todos sus varones.16Entonces podremos darles a nuestras hijas y casarnos con las de ustedes, vivir entre ustedes y formar un solo pueblo.17Si no llegan a un acuerdo con nosotros en lo que se refiere a la circuncisión, tomaremos a nuestra hermana y nos iremos».18La propuesta pareció razonable a Jamor y a su hijo Siquem,19y el joven no dudó un instante en satisfacer esa demanda, tanto era el cariño que sentía por la hija de Jacob. Además, él era el más respetado entre los miembros de su familia.20Entonces Jamor y su hijo Siquem se presentaron en la puerta de la ciudad, y hablaron a todos sus conciudadanos en los siguientes términos:21«Estos hombres son nuestros amigos. Dejen que se instalen en el país y que puedan recorrerlo libremente; aquí hay bastante espacio para ellos. Nosotros nos casaremos con sus hijas, y les daremos en cambio a las nuestras.22Pero esta gente accederá a permanecer con nosotros y a formar un solo pueblo, únicamente con esa condición: que todos nuestros varones se hagan circuncidar, igual que ellos.23¿Acaso no van a ser nuestros su ganado, sus posesiones y todos sus animales? Pongámonos de acuerdo con ellos, y que se queden con nosotros».24Todos los que se reunían en la puerta de la ciudad accedieron a la propuesta de Jamor y de su hijo Siquem, y todos se hicieron circuncidar.25Al tercer día, cuando todavía estaban convalecientes, Simeón y Leví, dos de los hijos de Jacob, hermanos de Dina, empuñaron cada uno su espada, entraron en la ciudad sin encontrar ninguna resistencia, y mataron a todos los varones.26También pasaron al filo de la espada a Jamor y a su hijo Siquem, rescataron a Dina, que estaba en la casa de Siquem, y se fueron.27Los hijos de Jacob pasaron sobre los cadáveres y saquearon la ciudad, en represalia por el ultraje cometido contra su hermana Dina.28Se apoderaron de sus ovejas, de sus vacas, de sus asnos, y de todo lo que había dentro y fuera de la ciudad,29y de todos sus bienes. Se llevaron cautivos a todos los niños y a las mujeres, y saquearon todo lo que había en las casas.30Entonces Jacob dijo a Simeón y a Leví: «Ustedes me han puesto en un grave aprieto, haciéndome odioso a los cananeos y perizitas que habitan en este país. Yo dispongo de pocos hombres, y si ellos se unen contra mí y me atacan, seré aniquilado con toda mi familia».31Pero ellos replicaron: «Y nuestra hermana, ¿debía ser tratada como una prostituta?».