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Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

Salmos 68


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1Del maestro de coro. De David. Salmo. Canto.
2¡Se alza Dios!

Sus enemigos se dispersan

y sus adversarios huyen delante de él.
3Tú los disipas como se disipa el humo;

como se derrite la cera ante el fuego,

así desaparecen los impíos ante Dios.
4Pero los justos se regocijan,

gritan de gozo delante de Dios

y se llenan de alegría.
5¡Canten a Dios,

entonen un himno a su Nombre!

¡Abranle paso al que cabalga sobre las nubes!

Su Nombre es «el Señor»:

¡griten de alegría en su presencia!
6Dios en su santa Morada

es padre de los huérfanos y defensor de las viudas:
7él instala en un hogar a los solitarios

y hace salir con felicidad a los cautivos,

mientras los rebeldes habitan en un lugar desolado.
8Oh Dios, cuando saliste al frente de tu pueblo,

cuando avanzabas por el desierto,
9tembló la tierra y el cielo dejó caer su lluvia,

delante de Dios –el del Sinaí–,

delante de Dios, el Dios de Israel.
10Tú derramaste una lluvia generosa, Señor:

tu herencia estaba exhausta y tú la reconfortaste;

11allí es estableció tu familia,

y tú, Señor, la afianzarás

por tu bondad para con el pobre.
12El Señor pronuncia una palabra

y una legión de mensajeros anuncia la noticia:
13«Huyen los reyes, huyen con sus ejércitos,

y te repartes como botín los adornos de un palacio.
14¡No se queden recostados entre los rebaños!

Las alas de la Paloma están recubiertas de plata,

y su plumaje, de oro resplandeciente»
15Cuando el Todopoderoso dispersó a los reyes,

caía la nieve sobre el Monte Umbrío.
16¡Montañas divinas, montañas de Basán,

montañas escarpadas, montañas de Basán!

17¿Por qué miran con envidia, montañas escarpadas,

a la Montaña que Dios prefirió como Morada?

¡Allí el Señor habitará para siempre!
18Los carros de guerra de Dios

son dos miríadas de escuadrones relucientes;

¡el Señor está en medio de ellos,

el Sinaí está en el Santuario!

19Subiste a la altura llevando cautivos,

recogiste dones entre los hombres

–incluso entre los rebeldes–

cuando te estableciste allí, Señor Dios.
20¡Bendito sea el Señor, el Dios de nuestra salvación!

El carga con nosotros día tras día;
21él es el Dios que nos salva

y nos hace escapar de la muerte.
22Sí, Dios aplastará la cabeza de sus enemigos,

el cráneo de los que se obstinan en sus delitos.
23Dice el Señor: «Los traeré de Basan,

los traeré desde los abismos del mar,

24para que hundas tus pies en la sangre del enemigo

y la lengua de tus perros también tenga su parte».
25Ya apareció tu cortejo, Señor,

el cortejo de mi Rey y mi Dios hacia el Santuario:

26los cantores van al frente, los músicos, detrás;

las jóvenes, en medio, van tocando el tamboril.
27¡Bendigan al Señor en medio de la asamblea!

¡Bendigan al Señor desde la fuente de Israel!

28Allí Benjamín, el más pequeño, abre la marcha

con los príncipes de Judá, vestidos de brocado,

y con los príncipes de Zabulón

y los príncipes de Neftalí.

29Tu Dios ha desplegado tu poder:

¡sé fuerte, Dios, tú que has actuado por nosotros!

30A causa de tu Templo, que está en Jerusalén,

los reyes te presentarán tributo.

31Reprime a la Fiera de los juncos,

al tropel de los toros y terneros:

que esos pueblos se rindan a tus pies,

trayendo lingotes de oro.

El Señor dispersó a los pueblos guerreros;

32telas preciosas llegan de Egipto

y Etiopía, con sus propias manos,

presenta sus dones a Dios.

33¡Canten al Señor, reinos de la tierra,

entonen un himno a Dios,
34al que cabalga por el cielo,

por el cielo antiquísimo!

El hace oír su voz poderosa,
35¡reconozcan el poder de Dios!

Su majestad brilla sobre Israel

y su poder, sobre las nubes.
36Tú eres temible, oh Dios, desde tus santuarios.

El Dios de Israel concede a su pueblo

el poder y la fuerza.

¡Bendito sea Dios!