Scrutatio

Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

Juan 18


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1Después de haber dicho esto, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón. Había en ese lugar una huerta y allí entró con ellos.2Judas, el traidor, también conocía el lugar porque Jesús y sus discípulos se reunían allí con frecuencia.3Entonces Judas, al frente de un destacamento de soldados y de los guardias designados por los sumos sacerdotes y los fariseos, llegó allí con faroles, antorchas y armas.4Jesús, sabiendo todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les preguntó: «¿A quién buscan?».5A Jesús, el Nazareno. El les dijo: «Soy yo». Judas el que lo entregaba estaba con ellos.6Cuando Jesús les dijo: «Soy yo», ellos retrocedieron y cayeron en tierra.7Les preguntó nuevamente: «¿A quién buscan?». Le dijeron: «A Jesús, el Nazareno».8Jesús repitió: «Ya les dije que soy yo. Si es a mí a quien buscan, dejan que estos se vayan».9Así debía cumplirse la palabra que él había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me confiaste».10Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. El servidor se llamaba Malco.11Jesús dijo a Simón Pedro: «Envaina tu espada. ¿Acaso no beberé el cáliz que me ha dado el Padre?12El destacamento de soldados, con el tribuno y los guardias judíos, se apoderaron de Jesús y lo ataron.13Lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, Sumo Sacerdote aquel año.14Caifás era el que había aconsejado a los judíos: «Es preferible que un solo hombre muera por el pueblo».15Entre tanto, Simón Pedro, acompañado de otro discípulo, seguía a Jesús. Este discípulo, que era conocido del Sumo Sacerdote, entró con Jesús en el patio del Pontífice,16mientras Pedro permanecía afuera, en la puerta. El otro discípulo, el que era conocido del Sumo Sacerdote, salió, habló a la portera e hizo entrar a Pedro.17La portera dijo entonces a Pedro: «¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?». El le respondió: «No lo soy».18Los servidores y los guardias se calentaban junto al fuego, que habían encendido porque hacía frío. Pedro también estaba con ellos, junto al fuego.19El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su enseñanza.20Jesús le respondió: «He hablado abiertamente al mundo; siempre enseñé en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada en secreto.21¿Por qué me interrogas a mí? Pregunta a los que me han oído qué les enseñé. Ellos saben bien lo que he dicho».22Apenas Jesús dijo esto, uno de los guardias allí presentes le dio una bofetada, diciéndole: «¿Así respondes al Sumo Sacerdote?».23Jesús le respondió: «Si he hablado mal, muestra en qué ha sido; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?24Entonces Anás lo envió atado ante el Sumo Sacerdote Caifás.25Simón Pedro permanecía junto al fuego. Los que estaban con él le dijeron: «¿No eres tú también uno de sus discípulos?». El lo negó y dijo: «No lo soy».26Uno de los servidores del Sumo Sacerdote, pariente de aquel al que Pedro había cortado la oreja, insistió: «¿Acaso no te vi con él en la huerta?».27Pedro volvió a negarlo, y en seguida cantó el gallo.28Desde la casa de Caifás llevaron a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Pero ellos no entraron en el pretorio, para no contaminarse y poder así participar en la comida de Pascua.29Pilato salió adonde estaban ellos y les preguntó: «¿Qué acusación traen contra este hombre?». Ellos respondieron:30«Si no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos entregado».31Pilato les dijo: «Tómenlo y júzguenlo ustedes mismos, según la ley que tienen». Los judíos le dijeron: «A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie».32Así debía cumplirse lo que había dicho Jesús cuando indicó cómo iba a morir.33Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: «¿Eres tú el rey de los judíos?».34Jesús le respondió: «¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?».35Pilato explicó: «¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho».36Jesús respondió: «Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí».37Pilato le dijo: «¿Entonces tú eres rey». Jesús respondió: «Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz».38Pilato le preguntó: «¿Qué es la verdad?». Al decir esto, salió nuevamente a donde estaban los judíos y les dijo: «Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo.39Y ya que ustedes tienen la costumbre de que ponga en libertad a alguien, en ocasión de la Pascua, ¿quieren que suelte al rey de los judíos?».40Ellos comenzaron a gritar, diciendo: «¡A él no, a Barrabás!». Barrabás era un bandido.