Scrutatio

Domenica, 28 aprile 2024 - San Luigi Maria Grignion da Montfort ( Letture di oggi)

1 Samuel 30


font

1Al tercer día, cuando David y sus hombres llegaron a Siquelag, los amalecitas habían incursionado por el Négueb y contra Siquelag. Habían arrasado y prendido fuego a Siquelag,2llevándose cautivas a las mujeres y también a todos los que había allí, del más pequeño al más grande. Pero no habían matado a nadie, sino que se los habían llevado a todos, prosiguiendo luego su camino.3Al llegar a la ciudad, David y sus hombres vieron que había sido incendiada, y que sus mujeres, sus hijos y sus hijas habían sido llevados cautivos.4Entonces prorrumpieron en sollozos, hasta que se quedaron sin fuerzas para llorar.5Las dos mujeres de David –Ajinóam de Izreel y Abigail, la esposa de Nabal, el de Carmel– también habían sido capturadas.6David se vio en un grave aprieto, porque la tropa amenazaba con apedrearlo, ya que todos estaban llenos de amargura por sus hijos y sus hijas. Pero David retomó coraje gracias al Señor, su Dios,7y dijo al sacerdote Abiatar, hijo de Ajimélec: «Por favor, preséntame el efod». Abiatar presentó el efod a David,8y David interrogó al Señor, en estos términos: «¿Debo perseguir a esa banda? ¿La alcanzaré?». El Señor le respondió: «Persíguela. Seguro que la alcanzarás y librarás a los cautivos».9David partió con los seiscientos hombres que lo acompañaban, y llegaron al torrente Besor, donde se quedaron los rezagados.10Entonces continuó la persecución con cuatrocientos hombres; doscientos se habían detenido, por estar demasiado extenuados para cruzar el torrente Besor.11En pleno campo encontraron a un egipcio, y se lo llevaron a David. Le dieron pan para comer y agua para bebe,12y también le ofrecieron un trozo de torta de higos y dos racimos de pasas de uva. Con la comida él se reanimó, porque en tres días y tres noches no había comido ni bebido nada.13Luego David le preguntó: «¿De quién eres y de dónde vienes?». El respondió: «Soy un muchacho egipcio, esclavo de un amalecita. Mi dueño me abandonó hace tres días, porque caí enfermo.14Hicimos una incursión por el Négueb de los quereteos, contra el Négueb de Judá y contra el Négueb de Caleb. También incendiamos Siquelag».15David le preguntó: «¿Quieres llevarme adonde está esa banda?». El respondió: «Júrame por Dios que no me matarás ni me entregarás en manos de mi dueño, y yo te llevaré adonde está esa banda».16El muchacho lo guió, y encontraron a los amalecitas desparramados por toda la comarca, comiendo, bebiendo y festejando por el gran botín que habían recogido en el país de los filisteos y en país de Judá.17David los masacró desde el alba hasta la tarde del día siguiente, y no escapó ni uno solo, con excepción de cuatrocientos jóvenes que huyeron montados en camellos.18David salvó todo lo que habían arrebatado los amalecitas y, en especial, libró a sus dos mujeres.19No les faltó nadie, ni grande ni pequeño, ni hijos ni hijas, ni nada del botín y de todo lo que les habían quitado los amalecitas. David lo recuperó todo.20Se adueñó además de ovejas y vacas, y los que iban delante, acarreando ese ganado, decían: «¡Este es el botín de David!».21David llegó al lugar donde estaban los doscientos hombres que no lo habían seguido, por estar demasiado extenuados, y se habían quedado atrás, junto al torrente Besor. Estos salieron al encuentro de David y de la tropa que lo acompañaba. David se acercó con la tropa y los saludó.22Pero entre los que estaban con David había unos hombres mezquinos, que levantaron la voz y dijeron: «¡Por no haber venido con nosotros, no les daremos nada del botín que hemos recuperado, salvo a cada uno su mujer y sus hijos! ¡Que se los lleven y se vayan!».23Pero David dijo: «No se comporten así, hermanos míos, con lo que nos ha dado el Señor. El nos ha protegido y ha puesto en nuestras manos a esa banda que vino a atacarnos.24¿Quién puede estar de acuerdo con lo que ustedes proponen? Porque la parte que le toca al que baja a combatir le tocará también al que cuida el equipaje: juntos participarán del botín».25A partir de aquel día, David hizo de esto un precepto y una costumbre para Israel, que sigue en vigencia hasta el día de hoy.26Al llegar a Siquelag, David envió parte del botín a los ancianos de Judá y a sus amigos, con este mensaje: «Ahí tienen un obsequio del botín arrebatado a los enemigos del Señor». Se lo envió27a los de Betul, a los de Ramot del Négueb y a los de Iatir;28a los de Aroer, a los de Sifmot y a los de Estemoa;29a los de Racal, a los de las ciudades de Ierajmel y a los de las ciudades de los quenitas;30a los de Jormá, a los de Borasán y a los de Atac;31a los de Hebrón y a los de todos los lugares que David y sus hombres habían recorrido.