Scrutatio

Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

1 Samuel 18


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1Apenas David terminó de hablar con Saúl, Jonatán se encariñó con él y llegó a quererlo como a sí mismo.2Saúl lo hizo quedar con él aquel día y no lo dejó volver a la casa de su padre.3Y Jonatán hizo un pacto con David, porque lo amaba como a sí mismo.4El se despojó del manto que llevaba puesto y se lo dio a David, y lo mismo hizo con su indumentaria y hasta con su espada, su arco y su cinturón.5Siempre que salía de campaña, enviado por Saúl, David tenía éxito. Entonces Saúl lo puso al frente de sus hombres de guerra. David era bien visto por todo el pueblo y también por los servidores de Saúl.6A su regreso, después que David derrotó al filisteo, las mujeres de todas las ciudades de Israel salían a recibir al rey Saúl, cantando y bailando, al son jubiloso de tamboriles y triángulos.7Y mientras danzaban, las mujeres cantaban a coro: «Saúl ha matado a miles y David a decenas de miles».8Saúl se puso furioso y muy disgustado por todo aquello, pensó: «A David le atribuyen los diez mil, y a mí tan sólo los mil. ¡Ya no le falta más que la realeza!».9Y a partir de ese día, Saúl miró con malos ojos a David.10Al día siguiente, un mal espíritu que venía de Dios se apoderó de Saúl, y él se puso a delirar en medio de su casa. David tocaba su instrumento como los otros días, y Saúl tenía su lanza en la mano.11De pronto, Saúl empuñó la lanza, pensando: «Voy a clavar a David contra la pared». Pero David esquivó el golpe una y otra vez.12Entonces Saúl tuvo miedo, porque el Señor estaba con David y, en cambio, se había retirado de él.13Por eso lo apartó de su lado, constituyéndolo jefe de un militar de hombres. Así David iba y venía al frente de las tropas.14El éxito lo acompañaba en todas sus empresas y el Señor estaba con él.15Al ver que todo le salía bien, Saúl le tuvo miedo.16pero todos en Israel y en Judá amaban a David, porque él iba y venía al frente de ellos.17Saúl dijo a David: «Ahí tienes a Merab, mi hija mayor; te la voy a dar por esposa, pero tendrás que servirme valerosamente y combatir en las guerras del Señor». En realidad, Saúl pensaba: «Que sean los filisteos, y no yo, los que pongan su mano sobre él».18Pero David respondió a Saúl: «¿Quién soy yo y quién es mi estirpe, el clan de mi padre en Israel, para que yo sea el yerno del rey?».19Y cuando llegó el momento en que David debía casarse con Merab, la hija de Saúl, se la dieron como esposa a Adriel de Mejolá.20Mientras tanto, Mical, la otra hija de Saúl, se había enamorado de David. Cuando se lo contaron a Saúl, este recibió con agrado la noticia.21porque pensó: «Se la dará para tenerlo atrapado, y así caerá en manos de los filisteos». Entonces Saúl dijo a David por segunda vez: «Hoy vas a ser mi yerno».22Además, dio esta orden a sus servidores: «Díganle a David confidencialmente: "El rey te aprecia y todos sus servidores te quieren; ahora es el momento de convertirte en yerno del rey"».23Los servidores del rey repitieron estas palabras a David, pero él les respondió: «¿Les parece poca cosa ser yerno del rey? Yo soy un hombre pobre y de condición humilde».24Cuando los servidores informaron a Saúl de lo que había dicho David,25Saúl les dijo: «Háblenle así a David: "Como único precio a cambio de su hija, el rey quiere cien prepucios de filisteos, para vengarse de sus enemigos"». De esta manera, Saúl pensaba lograr que David cayera en manos de los filisteos.26Los servidores comunicaron estas palabras a David, y a él le agradó la idea de convertirse en yerno del rey. Antes que se cumpliera el plazo fijado,27David partió con sus hombres y mató a doscientos filisteos. Luego trajo los prepucios y presentó ante el rey el número completo, para poder ser su yerno. Entonces Saúl le dio como esposa a su hija Mical.28Saúl, al ver esto, comprendió que el Señor estaba con David y que su hija Mical lo amaba.29Por eso creció el miedo que le tenía a David y fue su enemigo toda la vida.30Los jefes de los filisteos solían hacer incursiones, y cada vez que salían, David tenía más éxito que todos los servidores de Saúl. Así su nombre se hizo célebre.