Scrutatio

Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

Jeremías 38


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1Sefatías, hijo de Matán, Guedalías, hijo de Pasjur, Iucal, hijo de Selemías, y Pasjur, hijo de Malquías, oyeron las palabras que Jeremías decía a todo el pueblo:2«Así habla el Señor: El que permanezca en esta ciudad morirá por la espada, el hambre y la peste; el que se rinda a los caldeos vivirá y su vida será para él un botín: sí, él quedará con vida.3Así habla el Señor: Esta ciudad será entregada al ejército del rey de Babilonia, y este la tomará».4Los jefes dijeron al rey: «Que este hombre sea condenado a muerte, porque con semejantes discursos desmoraliza a los hombres de guerra que aún quedan en esta ciudad, y a todo el pueblo. No, este hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia».5El rey Sedecías respondió: «Ahí lo tienen en sus manos, porque el rey ya no puede nada contra ustedes».6Entonces ellos tomaron a Jeremías y lo arrojaron al aljibe de Malquías, hijo del rey, que estaba en el patio de la guardia, descolgándolo con cuerdas. En el aljibe no había agua sino sólo barro, y Jeremías se hundió en el barro.7Ebed Mélec, el cusita, un eunuco de la casa del rey, se enteró de que habían puesto a Jeremías en el aljibe. Mientras el rey estaba sentado a la puerta de Benjamín,8Ebed Mélec salió de la casa del rey y le dijo:9«Rey, mi señor, esos hombres han obrado mal tratando así a Jeremías; lo han arrojado al aljibe, y allí abajo morirá de hambre, porque ya no hay pan en la ciudad».10El rey dio esta orden a Ebed Mélec, el cusita: «Toma de aquí a tres hombres contigo, y saca del aljibe a Jeremías, el profeta, antes de que muera».11Ebed Mélec tomó consigo a tres hombres y entró en la casa del rey, en el vestuario; tomó de allí unos trapos y unos vestidos viejos, y se los hizo llegar a Jeremías con unas cuerdas, dentro del aljibe.12Ebed Mélec, el cusita, dijo a Jeremías: «Colócate estos trapos y estos vestidos viejos entre las axilas y las cuerdas». Jeremías lo hizo así.13Ellos tiraron a Jeremías con las cuerdas y lo sacaron del aljibe. Y Jeremías permaneció en el patio de la guardia.14El rey Sedecías mandó que le trajeran a Jeremías, el profeta, a la tercera entrada de la Casa del Señor. El rey dijo a Jeremías: «Tengo que preguntarte una cosa; no me ocultes nada».15Jeremías respondió a Sedecías: «Si te la digo, seguro que me harás morir; y si te doy un consejo, no me escucharás».16Pero el rey Sedecías hizo este juramento a Jeremías, en secreto: «¡Por la vida del Señor que nos ha dado la vida, no te haré morir ni te pondré en manos de los hombres que atentan contra tu vida!».17Jeremías dijo a Sedecías: «Así habla el Señor, Dios de los ejércitos, el Dios de Israel: Si te rindes a los jefes del rey de Babilonia, tu vida estará a salvo, y esta ciudad no será incendiada: vivirás tú, y también tu familia.18Pero si no te rindes a los jefes del rey de Babilonia, esta ciudad será entregada en manos de los caldeos e incendiada, y tú no escaparás de sus manos».19El rey Sedecías dijo a Jeremías: «Estoy preocupado por los judíos que se pasaron al enemigo; temo que los caldeos me entreguen en sus manos, y ellos me traten desconsideradamente».20Jeremías respondió: «No te entregarán. Escucha entonces la voz del Señor en esto que yo te digo; así te irá bien y estará a salvo tu vida.21Pero si te niegas a rendirte, esto es lo que el Señor me hizo ver:22todas las mujeres que aún quedan en la casa del rey de Judá serán llevadas a los jefes de los caldeos, y ellas dirán: ¡Te han seducido y han podido contra ti tus amigos más íntimos! Apenas tus pies se hundieron en el fango, ellos se echaron por atrás.23A todas tus mujeres y a tus hijos se los llevarán a los caldeos; y tú mismo no escaparás de sus manos, sino que caerás en manos del rey de Babilonia. En cuanto a esta ciudad, será consumida por el fuego».24Sedecías dijo a Jeremías: «Que nadie se entere de estas palabras, y tú no morirás.25Si los jefes se enteran de que yo hablé contigo, y vienen a decirte: «Infórmanos sobre lo que has dicho al rey y sobre lo que él te dijo; no nos ocultes nada y no te haremos morir»,26tú les dirás: «He pedido encarecidamente al rey que no me haga volver a la casa de Jonatán, a morir allí».27Todos los jefes, en efecto, fueron a ver a Jeremías y lo interrogaron. Pero él les informó ateniéndose a lo que le había ordenado el rey, y ellos lo dejaron tranquilo, porque nadie había oído la conversación.28Jeremías permaneció en el patio de la guardia hasta el día en que Jerusalén fue tomada. Y él estaba allí cuando Jerusalén fue tomada.